La "medicalización" del fracaso escolar
El fracaso escolar en España se sitúa en uno de cada tres estudiantes. Pueden hacerse multitud de interpretaciones desde el punto de vista educativo pero lo que me interesa ahora es que lo que es un problema social también se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo en un problema médico a solucionar con fármacos. Así, el alumnado que no obtiene los resultados previstos por el sistema educativo es considerado “enfermo”. Hay médicos y profesores que ven en el fracaso escolar un fracaso del modelo educativo más que del individuo, en cuyo fracaso educativo intervienen muchos más factores que los puramente formativos. En el fracaso escolar se juntan tanto factores del alumnado como la frustración del propio profesorado que conlleva una pérdida de confianza.
“Los docentes tienen que responder a situaciones que no controlan frente a un alumnado desinteresado y cabe la tentación de pasar las propias responsabilidades a otros sectores, como el sanitario. Es decir, cabe el transformar en problema de salud toda anormalidad vivida como tal por el sistema educativo. Así, el fracaso escolar y las dificultades escolares devienen problemas sanitarios y requieren métodos preventivos y curativos médicos”, así lo explican un médico, Juan Gérvas y una profesora, Paula González-Vallinas, en un trabajo muy interesante titulado La medicalización del fracaso escolar.
Argumentan ambos que en la escuela supone transformar rasgos del carácter y variaciones de la normalidad en enfermedades que conllevan tratamientos; así, por ejemplo, la timidez se convierte en un desequilibrio de neurotransmisores, el aburrimiento en depresión y la curiosidad excesiva en déficit de atención. Entre otros peligros esto supone la homogenización del alumnado. Los autores citados tiene una manera muy peculiar de explicarlo basándose en una cita:
“Las peculiaridades devienen enfermedades, cuando en realidad lo enfermizo es pretender a todos los niños iguales pues no hay niño que no tenga en algún momento una variación de la conducta: “yo creo que un niño que no tenga problemas de conducta es un niño muy anormal” (Illingworth, 1969, p 67)”.
Al medicalizar el fracaso escolar se oculta el problema de fondo. Éste se individualiza, se le confiere al estudiante la exclusividad de la culpa y además no se soluciona pues el medicamento no “cura” al estudiante “enfermo” simplemente le “alivia” su “mal” o lo que es peor cronifica su inexistente enfermedad (y a una parte importante de los nuevos consumidores de fármacos les provocará daños); para tratar el déficit de atención, a los niños, principales protagonistas en esta historia de enfermedad y negocio, se les recetan estimulantes legales como Ritalina, Rubifen o Concerta, diferentes marcas con un mismo principio activo, metilfenidato. Drogas muy similares a la ilegal cocaína.
La medicalización del fracaso escolar es la búsqueda de una solución mágica y externa a un problema complejo escolar y social; la respuesta en forma de “píldora de la obediencia” es simple e ineficiente (Baudrillard, 2002; Pignarre, 2006). Es posible medicar y tratar psicológicamente al alumnado “conflictivo” para que se adapte a la norma (ver La rebeldía es la penúltima enfermedad inventada), pero con ello no se resuelven los problemas que generan la conflictividad sino que simplemente se acallan los indicadores de que algo va mal en la escuela (Korsunsky,2007).
(…) Las familias también experimentan un sentimiento de culpa de crianza ante la situación de conflicto en las aulas, y la medicalización de los problemas de sus hijos arroja una promesa de absolución en su entorno cultural (Singh, 2004).
¿Cual es el camino -y escribo camino- de la solución? Es importante que todos los actores del sistema educativo -las administraciones públicas las primeras- entiendan que el fracaso escolar es de su competencia y que corregir el mismo exige de la concurrencia de profesores, alumnos, familias, profesionales sanitarios, para ofrecer cambios y alternativas. Si “cada persona es un mundo” reforzar un sistema educativo que intenta fabricar clones y al que se “desvíe” lo medica es garantía de fracaso perenne. El tratamiento médico de este fracaso social, que estos dos profesionales califican de innecesario, es la mejor muestra de que es urgente enfocar el fondo de la cuestión.
Más info: La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009) contiene un capítulo sobre la invención de enfermedades y la medicalización de la infancia.
Acabo de conocer este blog buscando estadisticas sobre fracaso escolar. Y bravo, por lo que tan valientemente, Miguel, has dejado patente. Tengo que decir que no me sorprende nada de lo que en esta archinteresada sociedad -de la que algunos intentamos sacar el cuello para recuperar nuestra identidad más genuina… – está ocurriendo con la educación, la medicina, los valores y dicho sea de paso con la política, y la crisis … global que convulsiona los cimientos de todo el “establishment” planetario. Mi experiencia personal al respecto de lo aquí se debate, me ha dejado huellas de “justa indignación”, -por cierto una sabia emoción, catalogada por la medicina China hace más de 6.000 años de antiguedad- . Por suerte, en estas mismas líneas acabo de recuperar mi centro otra vez, recordando que todo se esta polarizando desde el mismo origen de lo que somos como seres humanos. Me explico: hay todavía muchas individualidades que siguen debatiéndose entre intereses y codicias y en muchas ocasiones se alían para su propio autobeneficio y explotación de los que todavía no se atreven a alzar su voz contra las mil y una injusticias que nos rodean. Los primeros como digo, algunos de ellos mantienen y quieren PARA SIEMPRE, su cuota de poder y dominación y de estos los que no se atreven a actuar a cara descubierta, lo hacen en nombre de la ciencia, o corporaciones de dudosa claridad, no les importa quien caiga, sean niños o adultos, su consigna es nada debe interponerse en su camino… Si necesitan la química, la estadística o la tv para dictar el modo en que quieren que bailemos actúan sin escrúpulos, estrechando sus manos y contando sus billetes.
En el otro lado, estamos ya bastantes cansados de ser callados y sometidos al pensamiento único orwelliano, y desde este malestar general, hemos comprendido cual es la raíz de nuestro bienestar, la paz en el corazón, que nos motiva a descubrirnos y hacer propuestas de cambio real, la revolución que clama desde dentro a considerarnos todos hermanos y con esta antorcha esgrimida contra los interesados partidarios del discurso material, defendemos y denunciamos públicamente, aquello que nos remueve las entrañas y emponzoña nuestro aire. Y todo esto lo digo, porque no hay que creer que todo va mal y o a peor, hay que ser ser crítico y valiente para hablar desde el corazón y censurar lo que nos hace a cada uno indigno y miserable, sea Monsanto, o la limpieza étnica del AAiun. Como digo, hay dos bandos, uno sin escrúpulos que incluso puede ir vestido de ONG o de etiqueta, da igual como hable o como vista, bata blanca o camisa de tweed, lo que importa es si el ser que lo habita está para ensalzar y apoyar, o para humillar y explotar a otro. Muchos ya estamos despertando y otros arrepentidos de su falta de piedad, están comenzando a valorar la inocencia, la ingenuidad y la curiosidad genuina de los niños y de todas las almas que habitamos en este planeta azul. El control social económico, político, mediático se seguirá ejerciendo… y lo tildarán de saludable y beneficioso para la salud del tejido social, y en realidad tdo será un burda cuenta de ingresos para los pillos y fanáticos y muchos otros seguirán perdiendo, perdiéndolo todo incluso la vida, y el mundo seguirá su curso. Pero no todo está perdido. Desde antes de acabar mi carrera como psicólogo, me iba dando cuenta de como los que gobernaban y en este caso me refiero a España, escurrían el bulto y los compromisos que el mundo educativo necesitaba. Casi veinte años después, observo el fracaso de algo que nunca se intentó abordar realmente, España está a la cola del fracaso escolar europeo, por fin.
Podría seguir hablando de la negra amenaza de la incultura y la delincuencia que se nos sobreviene a todos… pero mi mensaje no es pesimista en absoluto. Todo lo que vivimos ahora responde a un proceso de polaridad, por fin se caen las máscaras y las intenciones puras y la verdad están hoy expuestas en plaza pública. Por tanto, todos los que realmente empezamos a amar esta vida y todas nuestras devociones somos ahora COMPLETAMENTE LIBRES de hacer algo de provecho. Por tanto, que les aproveche y nos aproveche!
Gracias Miguel, no te conozco más gracias otra vez.
Es cierto, nuestro mundo cada vez se asemeja al retrato que hicera Aldous Huxley en Un mundo feliz. Es una clara tendencia, hay que acallar lo que suena mal, lo que rompe con un modelo que necesitamos perfecto, aquello que nos hace sentir culpable o requiere de una atención extra de nuestra parte. Vamos construyendo una sociedad que necesita ignorar el malestar, el dolor, la muerte, los defectos. Lo que asusta más es que la medicalización se extienda tan facilmente a la población infantil.
Por favor, digame como consigo sus libros en los Estados Unidos.
Bravo Miguel, brillante como siempre. La tendencia obsesiva a tachar de patologia todo aquello que se escapa del control de nuestras administraciones es un mecanismo totalmente irresponsable. Fascinante la cita de Illingworth. Con tu permiso recomiendo esta estrada en nuestro blog ¿vale?
Muy interesante y acertado lo que apunta Xuan:
Educamos a nuetros hijos en un sistema obsoleto y diseñado para “fabricar” seres obedientes y borreguiles. Después, cuando se incorporen al mercado de trabajo, ese mismo sistema les exigirá que sean proactivos, asertivos, creativos…
Y respecto a la “medicalización” de la vida, completamente de acuerdo. La cosa empieza con la medicalización del nacimiento, un proceso completamente fisiológico y natural en el que, sin embargo, niño y madre son tratados como enfermos y/o pacientes; y ya continua durante el resto de nuestra vida.
Como dice una amiga mía, ¡¡dan ganas de irse a vivir a Laponia con los renos!!
Un saludo
Entiendo esta nueva actitud y digo que lo entiendo porque a mí también me ha pasado… Soy educadora social y como de momento no tengo trabajo estoy dando clases de apoyo a una niña de ocho años que tiene dislexia. En mis primeros días como profesora hice exactamente lo mismo: diagnosticar, precisamente además, un déficit de atención… ¡Qué cómodo era manifestar mi impotencia ante los problemas que surgían en las clases! Luego empecé a recordar mis años de colegio, de instituto, de universidad… ¡¡¡los odio!!! Odio todo lo que me obligue a memorizar algo que no quiero aprender. Que nadie se equivoque, no soy una joven sin aspiraciones o algo por el estilo, puedo estar leyéndome cinco libros a la vez sobre los temas más diversos: psicología, pedagogía, maternidad, realización de proyectos sociales… ¿La diferencia? Soy yo la que elige aprender. Aún me pregunto cómo el sistema educativo no mató del todo mi curiosidad, ahora me preocupa que lo haga en colaboración con la sanidad.
Con respecto a la niña, digamos que asumí mi parte de culpa y fue… maravilloso, porque hacerlo me permite reinventarme todos los días para ella. Tanto, que ya no creo que los problemas de aprendizaje sean tan importantes como el modo en el que se trabaja con los alumnos. Un diez para Illingworth por su frase. Y gracias Miguel por este artículo.
“Fracaso escolar” es una etiqueta, un camuflaje. Como bien habéis dicho ya, se trata de medicalizarlo todo, de crear nuevos bienes de consumo, de poner “soluciones” a todo.
Muy bueno lo de Felipe, Xuan (Quino es un sabio). Me parece que Mafalda es a su vez una firme candidata a la fibromialgia o a cualquier otro resultado de los “malvivires sin solución” con que un ¿ilustre? psiquiatra etiquetó a las mujeres afectadas según él de lo que antes se llamaba neurastenia. Mafalda, con su preocupación por el mundo (“Le duele África”, manifestaba apenada ante su mapamundi enfermo), va a tener que luchar de mayor con un batallón de médicos que le dirán que no tiene nada, nada que no pueda solucionarse preocupándose menos, haciendo ejercicio y, cómo no, tomando cositas con nombre terminando en “zepam”. Y Guille, qué decir: está claro que Guille es hiperactivo. Y Libertad… uy, mejor lo dejamos!
El metilfenidato, al igual que la dexedrina que muchos tomábamos para preparar los exámenes hace años en la facultad, es un fármaco que es efectivo en mejorar la capacidad de concentración en los niños con TDAH, en los niños sin TDAH, en los adultos y hasta en los caballos (y no es broma). Las dudas aparecen cuando empiezan a buscarse indicaciones para esta antigua molécula (1944 L. Panizzon, químico de Ciba)y se encuentra un objetivo en los niños con dificultades en el aprendizaje o en la convivencia y se hacen desaparecer efectos secundarios conocidos, se enmarañan los criterios diagnósticos, se desentienden del seguimiento a largo plazo, se obvian los estudios de co-morbilidad, se ignoran las recomendaciones de seguridad del propio Ministerio, se amplia el uso a los adultos, cuando es una indicación no aprobada en España, y de manera súbita en los últimos años empiezan a aparecer webs y asociaciones de familiares afectados, financiadas por la industria. Se que muchas familias estan encantadas con el resultado del tratamiento que he reconocido al principio, pero tengo la sensación de que hay muchos interrogantes por contestar y que generan dudas razonables sobre el futuro.
Hay dos temas bien diferenciados en el artículo, cada uno de ellos merecería una larga discusión:
-El sistema educativo actual, diseñado para ser una fábrica de borregos, necesario para que funcione el actual sistema consumista.
-La reducción de todos los problemas de la sociedad a un problema médico; parece que hoy en día todo se solucione con pastillas; hoy en día tiende a convertirse en trastorno toda situación anómala y a darle una terapia química: la disfunción eréctil, la procrastinación (la vagancia de toda la vida), el síndrome post-vacacional, la astenia primaveral, el fracaso escolar. Es una vuelta de tuerca más de esta sociedad basada en el consumo compulsivo.
P.D. me asusta pensar, como a Felipe el personaje de Mafalda (que visionario fue Quino), que cualquier día sacarán pastillas para quitar la procrastinación:
Felipe: para mi uno de los mejores. Es un admirador del Llanero Solitario. Es sencillamente un VAGO. Le puede mucho eso de ponerse a estudiar y cuando se para a pensar necesita calmantes para los nervios.
(Felipe: “¡Es terrible! No tengo ganas de hacer los deberes. Porqué no venderás pastillas para despertar la voluntad?” Y se imagina que un hombre pica a su puerta: “Buenas tardes desearía comprar las afamadas pastillas ‘Voluntex’?”
Felipe: “Seguro! Deme tres tubos”
En esto que alguien pica a la puerta…RIIIIIIINNNNG
Felipe: “NO ESTOY PARA NADIE, MAMÁ!!!!!!EH?!”)
Me parece fundamental desenmascarar las malas prácticas de algunas empresas farmaceuticas, empeñadas en vender remedios para cualquier asunto que pueden convertir en enfermedad. Pienso que parte de nuestro trabajo puede ser repensar el tema de la relación entre individuo o grupo y enfermedad. Creo que el empeño en “vencer” la enfermedad, en lugar de aprender de ella, puede ser un comienzo. Y al igual que creo que la mayoría de los problemas psicológicos de los niños tienen origen en su ambiente familiar, creo que la mayoría de las enfermedades nos suceden por nuestro bien… siempre y cuando sepamos aprender lo que nos muestran. Naturalmente hablo de las enfermedades habituales. Gripes, catarros y resfriados son el mejor entrenamiento cotidiano para nuestras defensas, o un mensaje para que descansemos. A veces, una diarrea suave nos ayuda a limpiar el intestino, sucio por tanta comida inapropiada.
Y respecto a enfermedades mas graves, como el cancer, me llama la atención el enfoque de Hammer, médico alemán que relaciona el cancer con problemas emocionales vividos en determinadas circunstancias.
Que tu alimento sea tu medicina.
Salud y buenos alimento.
Es tremendo hasta donde puede llegar la falta de escrupulos de unos cuantos,que por desgracia son los mismos que manejan y manipulan el mundo,la informacion y el comportamiento social de la mayoria,provocan un problema,que en teoria es del individuo pero que esta perfectamente planificado para que ocurra,y lo sacan a la luz con todos los medios de los que disponen y finalmente los mismos nos venden la solucion al problema que ellos han provocado,en este caso el fracaso escolar consecuencia de unas politicas educativas diseñadas, no para educar en el respeto y una buena base cultural,si no para el adoctrinamiento y la sumision a las normas que los mismos imponen, y por otro lado un tipo de cultura del ocio diseñada para el embrutecimiento colectivo,y lo que comienza por un problema social que debiera ser resuelto con dialogo entre las partes interesadas y una educacion basada en el respeto, lo presentan como una enfermedad
y como solucion la medicacion de por vida. Sin comentarios.