Medidas de ahorro en el gasto sanitario

Durante los últimos meses y semanas tanto el gobierno central como algunos gobiernos autonómicos, como el gallego, han puesto en marcha medidas encaminadas a reducir el gasto de la factura sanitaria, muy elevado y tendente al alza, como saben. Desconozco si las medidas por las que apuestan las autoridades sanitarias son las ideales para reducir dicho gasto. Supongo que podrían completarse con otras. Es el caso, por ejemplo, de la restricción en el catálogo de medicamentos financiados por la Xunta de Galicia o la disminución del precio de los fármacos decretada por el Ministerio de Sanidad. Esto no logrará acabar con el problema de la sostenibilidad del sistema sanitario público, que es lo que está en juego, si la industria farmacéutica promueve cada vez más indicaciones para los fármacos aunque se haya más que publicado que la absoluta mayoría de los nuevos medicamentos legalizados durante las últimas décadas son los conocidos me too (yo también) o fórmulas ya existentes a las que se le s ha hecho algún cambio que no implica novedad terapéutica y se han repatentado (un fraude científico). Este sector industrial además monopoliza la información sobre medicamentos y la formación continuada en el seno del sistema de salud por lo que promueve ante los médicos lo que le interesa que estos prescriban, los fármacos más nuevos que son los más caros, otra barrera infranqueable para el sistema sanitario.

Con el tema gallego se ha montado revuelo. La industria ha llorado sus habituales lágrimas de cocodrilo cuando le tocan… la facturación. Lo último es que ha decidido denunciar a la Xunta de Galicia porque entiende Farmaindustria que al comprar los medicamentos más baratos la Admnistración gallega «discrimina» a sus ciudadanos con respecto a los del resto del Estado que tendrían una mayor oferta para elegir. El lobby de la patronal quiere hacernos creer que le interesan los ciudadanos cuando lo que como es obvio más le interesa es que sus beneficios no decaigan con esta medida (y es legítimo pero que no yententen tmarnos el pelo). Lo curioso es que va el Ministerio de Sanidad y amenaza a los gallegos con el mismo argumento que Farmaindustria. Qué casualidad.

La Xunta propone:

1. Un catálogo de principios activos y de ellos dispensar el de MENOR PRECIO.

2. Financiar selectivamente los medicamentos que aporten auténtica novedad terapéutica.

Con esta medida se cargan a los medicamentos que entren en cada principio porque todos los años IRÁN BAJANDO DE PRECIO con lo que se van expulsando del mercado las moléculas muy experimentadas lo que es una auténtica burrada.

Yo le he preguntado por el caso a uno de mis farmacéuticos de confianza. «Juan,  ¿qué te parecen las medidas de recorte del gasto farmacéutico de gobiernos como el gallego?»:

«-Por ahí deberían ir los tiros -responde- pero en mi opinión se quedan cortas porque sólo se han elegido moléculas por motivos económicos. Si quisieran dar un paso adelante deberían:

1. Hacer una lista de medicamentos esenciales que no son sólo para países pobres, como muchas personas piensan. Cubriría todas las patologías.

2. Proteger a estos medicamentos esenciales subiendo su precio al menos el IPC anual. Si son buenos hay que hacerlos viables dándoles rentabilidad económica.

3. Desarrollar una cláusula de financiación selectiva».

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9 comentarios

  1. Estimado Miguel leo el blog asiduamente. Quisiera hacer una consulta ya que sé que hay médicos que tambien participan a ver que me pueden decir. Hace un año aproximadamnte me diagnosticaron mediante un TAC infeccion de los senos paranasales, tomé antibiótico y como no se quitaba me han operado el mes pasado pero sigo con infección. Estoy tomando antibiotico aún. Muchas gracias. Tengo tension alta diabetis. Que prueba me pueden hacer par ver por que sigo con este problema?

    1. María, es cierto que hay médicos y doctoras que participan en el blog. Si ellos quieren responderle estupendo pero entienda que como advertimos en el texto que pueden leer antes de comentar no es un consultorio médico. Al fin y al cabo soy periodista y el blog es informativo.

      Suerte.

  2. La economía sanitaria tiene un abanico enorme de fugas en su mala gestión. Estoy de acuerdo por lo que no me repetiré con el Dr. Josep M (Barcelona). Pero hay más: una cama hospitalaria es muy cara, pues al familiar que se lleva el enfermo para cuidarlo en casa se le castiga, cuando se le tendría que ayudar, por el ahorro que supone en personal, instalación, etc.… mientras el enfermo que necesita una comida especial proteínica está ingresado se le proporciona esta comida, si la familia lo cuida en casa, se le niega la administración de esta alimentación especial que necesita, pasa a ser responsabilidad de la economía familiar, se lo puedan permitir o no, sin distinción.
    Este alimento ya no se receta, solo se da en casos de enfermos ingresados-terminales y personas con SIDA. Sin embargo no reparan en gastos para hacer y hacer despachos de mandos intermedios, con lo que eso supone sin ser necesario. Supongo que el argumento es que crean puestos de trabajo, pero no es cierto el criterio es otro, ya que esos despachos no dan lugar a contratación externa. Los sueldos son ofensivos, pero a eso se le ha de añadir el desprecio por el enfermo, cada vez menos personal, lo cual no permite cuidar bien al enfermo, consecuencia: llagas, eso si da dinero, son carísimas de tratar, prefieren gastarlo en ese tratamiento a pagar un sueldo más con una administración del tiempo y la carga de trabajo lógica.
    Aquí habría que saber si a cambio de compras masivas para esas curas, llegan ordenadores (que no funcionan bien), viajes,..)
    Los únicos que cobran bien son de cargos intermedios para arriba, cuando los que de verdad están con el enfermo son los que menos se les tiene en cuenta y esos son los que de verdad dan prestigio a un hospital o no.
    Vaya que la economía de la sanidad como la de todo está administrada por los intereses de las grandes industrias, en este caso farmacéuticas.

  3. Todo esto se encuadra en nuevas presiones hacia el personal sanitario, que siempre incluye por un lado el chantaje de la industria farmacéutica para actuar de una manera absolutamente condicionada a la doctrina comercial de crecimiento continuo de las ventas, y claro, la presión del Estado con la avalancha de normas y reglamentos, de supuesta racionalización de la actividad profesional para en cambio y sólo en teoría optimizar los costes del servicio sanitario. Cada ministro, cada director, cada jefe inventa algo para dejar las indelebles huellas de su ego impresas para la posteridad burocrática, o sea, para el olvido eterno.

  4. Estoy de acuerdo a nivel teórico con todas estas medidas que afectan a la «racionalización» de la prescripción desde «arriba», pero creo que nos quedamos en una aproximación al problema demasiado simplista. No debemos olvidar que estamos en un mundo globalizado y para los USA, y también para otros países, el negocio del medicamento constituye una línea estratégica en su plan económico. No renunciarán fácilmente a este negocio y utilizarán todos sus medios, que no son pocos, para evitar cualquier amenaza a sus intereses. Ya existen pruebas de estas actitudes en el pasado. No olvidemos que quienes gestionan estas multinacionales, también gestionan fondos de inversión, compran deuda… y pueden hundir la economía de un país, con un solo ordenador y en pocos minutos, si la administración de ese país dicta normas que comprometan sus ganancias.
    Otra cosa contra la que poco pueden hacer es el compromiso de los profesionales sanitarios y el convencimiento sobre su importante papel en el sistema de salud pensando más en la equidad y en el bien colectivo que en el beneficio personal, la mayor parte de las veces a cambio de un triste y despreciable plato de lentejas. Creo que ha llegado el momento de que los profesionales sanitarios decidamos de una vez al servicio de quien estamos. Me cuesta creer que en el tiempo en el que estamos viviendo, desconociendo cómo y cuando acabará, aún existan colegas que se despreocupen alegremente de lo que «gasta» su bolígrafo cuando receta de forma cara o innecesaria a cambio de una inscripción, de un viaje o de dos noches de hotel. Necesitaríamos también el compromiso de los medios de comunicación para que ofrezcan a sus usuarios una visión menos sesgada que la que vienen ofreciendo hasta ahora y a la propia población para que se conciencie de que los buenos tiempos de «nuevos ricos» centrados en el consumo ya han pasado y no volveran jamás. Creo que todos tendrían acceso a lo necesario si todos somos capaces de distribuir los recursos que gestionamos de forma justa y equitativa.

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