Sin ver a Hessel
Ayer fui a Madrid a intentar ver la presentación del libro ¡Indignaos! de Stephan Hessel pero se quedó en eso, en un intento. Fui con antelación porque preveía que podía haber mucha audiencia, le acompañaba José Luis Sampedro, que ha escrito el prólogo de la versión en castellano. La cita era a las 19:30 y cuando llegué a la fila que nacía del Instituto Francés de Madrid ha habría por delante de mí un chorro humano compuesto por unas 50 personas, la sala estaba completa y habían habilitado en el hall una pantalla que también colmó el cupo. Así que nos dimos la vuelta y a tomar una cerveza mientras comentábamos el fenómeno.
No suele ocurrir esto con la cosa de los libros y es curioso porque el de Hessel tiene todo para vender muy poco en nuestro país: los ensayos no funcionan comercialmente como debieran, el público español prefiere la ficción; trata de temas que no por necesarios ya son conocidos para una parte importante de la ciudadanía; el título es “negativo” que diría algún editor -venden más los títulos “positivos”, “optimistas”-; y para colmo es un libro crítico con “el sistema” (que hasta el propio Mario Conde lo llama así en sus libros e intervenciones públicas). Pero el libro de Hessel ha vendido más de un millón de ejemplares en su Francia natal y en sólo un mes en nuestro país ha llegado a 100.000 copias comercializadas. Será porque el panfleto apenas tiene más de 30 páginas, no sé.
Me llamó la atención que aparte del tipo de público que se espera que acuda a estas citas había muchas personas, pero muchas, que podíamos clasificar, aunque no me gustan nada estos términos, de clase media o media-alta. No es el tipo de público que lee libros en los que se llama a la juventud, sobre todo, pero no únicamente, a levantarse contra todo lo que está ocurriendo en el mundo, en nuestras sociedades llamadas occidentales, en franco declive. La conclusión que saqué es que estamos tocando fondo y que en cualquier momento algo, o muchos algos, pueden provocar una reacción en cadena que al menos trate de cambiar muchas cosas, de encontrar el camino hacia la sociedad que nos merecemos.
Me parece que el panfleto de Hessel tiene el interés que tiene porque pone el dedo en una llaga sobre la que ya en 1548, Etiènne de la Boetie se preguntaba. Se trata de su “Discurso sobre la servidumbre voluntaria”. La cuestión es que este contemporáneo de Montaigne se preguntaba por la sumisión del sujeto al Uno y, sin embargo, me parece que ahora ya se trata más bien de la dominación de un discurso: el discurso de la cuantificación promovido por el cientificismo.
Ojalá, así sea, esto es lo que nos mantiene con ganas a algunos. Increíble, vaya, pero en el aniversario de Diagonal (donde un pajarito me dijo que también estuviste) también había muchísima gente, con sus hijos, mas jóvenes, más mayores… Yo al menos no esperaba algo tan masivo.
Un saludo!
Carmela
Carmela, pues sí, estuve en la fiesta de aniversario del periódico Diagonal y pensé como tú que era bonito ver tantas personas en tantas actividades. La comida fue un éxito, algo lento el entrar a comer por la cantidad de gente que había en los tres turnos. Y cierto que había muchos padres con niños pequeños ese día en La Tabacalera lo que quiere decir que las cosas están cambiando, que cada vez más personas se suman a la construcción de “algo” diferente a lo que tenemos. Lástima no habernos saludado.
Miguel ojalá tengas razón y sea capaz el Ser Humano de rebelarse contra sus propios miedos, ¿seremos cápaces de crear un mundo decente?, tengo la impresión, como mucha gente, que el tiempo se acelera y algo grande podemos conseguir entre todos. El cambio es aquí y ahora, en nosotros. Decía Santa Teresa que un santo es un pecador que nunca se dio por vencido. Un abrazo para los combatientes de esta batalla, no somos santos pero no nos rendiremos.
Querido Miguel: Me parece que la razón pueda estar en el título. Llevamos mucho tiempo aguantando todo y de todo, nos tenemos que rebelar contra el sistema pues nos va a aplastar si no lo hacemos. A los árabes ya les ha tocado después de no sabemos cuanto tiempo o no? A derribar…, pero hay que tener cuidado con los hipócritas y falsos profetas. Siempre los hay más auténticos que otros de todas formas. La verdad está no obstante en nosotros. Ese a mi juicio es el camino objetivo. Cuando haya mucha gente que piense esto habremos vencido. Manuel