Investigación para no curar

El estadounidense Thomas Steitz ha asegurado hace unos días que «muchas de las grandes farmacéuticas cerraron sus investigaciones sobre antibióticos porque estos curan a la gente«. Steitz es premio Nobel de Química 2009 y dichas declaraciones las ha realizado en Madrid pero no ha sido motivo de noticia para la mayor parte de medios de comunicación españoles, su publicación ha sido más bien escasa.

«No quieren que la gente se cure. Prefieren centrar el negocio en medicamentos que sea necesario tomar durante «toda la vida», dijo Steitz.

Investigador del Instituto Médico Howard Hughes de la Universidad estadounidense de Yale, Steitz averiguó el funcionamiento que debería seguir un nuevo antibiótico para combatir cepas resistentes a la tuberculosis que surgen sobre todo en el sur de África. El científico comentó en una rueda de prensa que el desarrollo de este medicamento precisa una gran inversión económica y la colaboración de una farmacéutica para avanzar en la investigación:

«Nos resulta muy difícil encontrar una farmacéutica que quiera trabajar con nosotros, porque para estas empresas vender antibióticos en paises como Sudáfrica no genera apenas dinero y prefieren invertir en medicamentos para toda la vida», continuo.

No es la primera vez que un Premio Nobel hace declaraciones semejantes. En La Contra de La Vanguardia hace tiempo entrevistaron a Richard J. Roberts, Premio Nobel de Medicina de 2009. El titular era concreto: «El fármaco que cura del todo no es rentable«. Les reproduzco unas líneas:

«La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.

– Explíquese.

– La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital…

– Como cualquier otra industria.

– Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.

– Pero si son rentables, investigarán mejor.

– Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.

– Por ejemplo…

– He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad…

– ¿Y por qué dejan de investigar?

– Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.

– Es una grave acusación.

– Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.

– Hay dividendos que matan.

– Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.

– ¿Un ejemplo de esos abusos?

Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas».

Desde luego se necesitan administraciones públicas que inviertan más en ciencia. De la buena, de la que tiene como objetivo a las personas. Los científicos han de ser más críticos con que en torno a un 80% de la investigación, al menos en nuestro país, esté en manos privadas. Así lo argumenta también Mariano Barbacid, como les comenté antes de las vacaciones cuando tuve la oportunidad de asistir a una cena en la que él era el protagonista. La investigación científica básica ha de ser pública en su mayor parte y la comercialización de sus resultados, por haber sido sufragada esa investigación con fondos públicos, ha de estar en manos de empresas o bien públicas o al menos cuyo control lo lleven organismos de la Administración específicamente preparados para ello y cuya gestión sea fiscalizada por la ciudadanía de manera democrática. Pero esto a lo mejor sólo son palabras pues como explica Roberts:

«En nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.

– De todo habrá.

– Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…».

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9 comentarios

  1. Hace más de 10 años una frase cambió mi percepción de la industria farmacéutica:

    «Paciente curado, CLIENTE MUERTO».

    Es bestia, pero es así.
    Automáticamente, pensé en la necesidad objetiva de la nacionalización de dicha industria.
    Así, al menos, tendría un teórico control político. No en vano el sector público es su mayor pagano. Las funciones tradicionales del cliente, decidir comprar, consumir y pagar, en estos casos suelen repartirse entre 3: El médico prescribe, el paciente consume y el sector público paga.

    El problema, es que el sector público también paga las pensiones…

    ¿Alguien tiene una idea mejor?

  2. Como siempre gracias Miguel. Muy, muy interesante este artículo, palabras que vienen de un premio Nóbel. Como siempre se confirma la verdad que se repite continuamente en la historia, «el poder y el amor al dinero es el dios de este mundo».

    Muy buena su aportación, dr. Herraez. Me encantaría poder tenerlo como médico personal.

  3. Las farmaceuticas se decantan ahora por las vacunas porque resultan ser un negocio casi redondo:

    1. No es preciso estar enfermo para ponerse vacunas porque las reciben los que están sanos, con lo que la clientela es mayor.

    2. No hay apenas demandas a las compañías por los efectos adversos, porque como todo el mundo sabe, todas las vacunas, sin excepción, son muy seguras y no producen efectos secundarios graves, y cuando se sospechan, siempre se acaba encontrando otra causa que por supuesto no tiene nada que ver con la vacuna, o finalmente es el propio afectado el que simula su mal porque padece histeria.

    3. Los estudios y ensayos clínicos de alcance prácticamente les salen gratis a las compañías, con inicio muy rápido del negocio debido a las campañas prematuras de vacunación públicas.

    4. Ni siquiera necesitan invertir en publicidad comercial, ya que esta la hacen ahora los políticos, los comités de vacunas y las sociedades médicas interesadas.

  4. Quisiera hacer algunas matizaciones según mi humilde entender.
    Es cierto que se han dejado de producir nuevos antibióticos. La causa o una de ellas puede ser la que dices, no me extrañaría. Pero: ¡afortunados somos!

    Las farmacéuticas parece que se decantaron por las vacunas y enfocaron su maquinaria a los virus. Pero ¿por que somos afortunados?. Porque al perder la patente de los antibióticos dejaron de ejercer presión a los médicos para que los recetaran y comenzaron a permitir hablar de que su abuso es peligroso. Ahora ya un médico puede esperar y valorar si realmente son necesarios antibióticos en determinado paciente, y este salvarse del tratamiento innecesario, sin jugarse tanto el título como pasaba antes por la medicina defensiva en la que nos obligaban a entrar en el campo de los antibióticos. Ahora tampoco el paciente no va siempre exigiendo el antibiótico al médico, porque lo ha oído en la tele y cree que si no lo usa se puede morir, porque los media ya no hacen tanto énfasis en estas cosas porque los antibióticos son ya medicamentos baratos. Afortunadamente también la conciencia está mejorando y cada vez más gente confía más en su médico que en la tele en cuestiones de salud. En los media siempre darán noticias y recomendaciones sobre medicamentos caros y ahora les toca a las vacunas.

    Las resistencias a antibióticos (nuevas bacterias) han sido creadas por los antibióticos mismos y esto se estaba convirtiendo en un círculo vicioso. Cuando trabajé en Lanzarote había dos cosas muy positivas en el hospital. Por un lado era pequeño y sano: ventanas abiertas, sol, jardines. Digo era porque luego lo «normalizaron». Y por otro no había obligatoriedad de someterse a un protocolo antibiótico, podías usar con un paciente uno y en el otro, con la misma patología, otro. Sabía y comprobé que así se curarían mas facilmente los pacientes y usando antibióticos no necesariamente de demasiado amplio espectro. El problema de las resistenccias se da en los hospitales por su uso indiscriminado (cosa que cada vez pasa menos) pero sobre todo por su uso protocolario (siempre los mismos y cada vez de más amplio espectro) y sobre todo porque son hábitats cerrados (sin ventanas abiertas) que favorecen la aparición de bacterias resistentes. Las bacterias peligrosas no vienen de fuera por las ventanas sino que se crean dentro, dejémoslas salir y dejemos entrar a otras mas inofensivas, ya se encargará la naturaleza de neutralizar a las anómalas creadas por los antibiióticos por simple competencia biológica. ¿Es tan extraño este razonamiento?.

    Pero volviendo al principio, si leemos los estudios o recopilaciones e integraciones, de estudios oficiales, de Heinrich Kremer, deducimos facilmente que los antibióticos (no todos) destruyen el material genético. Los genes están en nucleo celular y mitocondrias (antiguas bacterias). El nucleo tiene mecanismos de reparación, pero las mitocondrias no. Las mitocondrias, y sus genes, se heredan independientememente porque el óvulo lleva mitocondrias de la madre y estas se reproducen por sí mismas (como bacterias que son/eran). Podemos deducir de ello los inconvenientes de tanto antibiótico.

    En cuanto a las infecciones y la tuberculosis en particular, ya sabemos desde que lo descubrió Hamer, que son mecanismos de limpieza biológica de tejidos que hay que descomponer mediante bacterias. La tuberculosis pulmonar en África no es causada porque no usen antibióticos, sino porque tienen unas condiciones de vida peores y cuando te curas del miedo a morir, como pasa también en las postguerras, aumenta el número de tuberculosis naturalmente. Una persona sana y feliz no se contagia de tuberculosis, es una enfermedad poco contagiosa. La prueba de tuberculina positiva no significa que tienes la enfermedad sino que tienes «buenas defensas contra la enfermedad» porque la has pasado antes y seguramente ni te has enterado. Como es habitual nos confunden churras con merinas según le interese a uno u a otro. Yo no digo que no haya que tratar las tuberculosis: sólo que hay que hacerlo cuando pueda ser mortal, es decir en una minoría de casos. Pero para detectar estos casos los médicos tendrían que conocer medicina de Hamer: Nueva Medicina Germánica. De hecho en realidad no se tratan todas tampoco pues sólo se tratan los que son diagnosticados, afortunadamente.

    Es cierto lo que dices en el artículo pero los argumentos que das pueden llevar a malentendidos y he querido humildemente comentarlos.

    Un saludo.

  5. Yo hablé hace tiempo con un fisioterapeuta que me comentaba que a los pacientes que trataba con medicamentos se curaban mucho antes pero que despues de un tiempo volvían a recaer y a los que trataba con «medicina tradicional» ( por decirlo de alguna forma ) masajes y cosas naturales tardaban en curar pero no recaían. Solo es un dato yo no se mucho del tema pero la entrada me lo ha recordado.

  6. Ha dicho lo que muchos pensamos en silencio……….es más hasta del cancer he oído eso……tengo un familiar que cuando piden vendiendo lotería etc, ya ni quiere porque no tiene fé y eso es lo que congiguen que al final pensemos otros igual.
    M Carmen

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