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TDAH: La estandarización, que se asume como normal, es un atentando contra el buen aprendizaje

La «salud del comportamiento» tiene por objetivo medicar nuestra manera de estar en el mundo; nuestra libertad. Abrir nuevos mercados creando nuevas enfermedades a partir de los comportamientos que, especialistas a sueldo de las diferentes industrias, decidan que son «anormales«.

Es la penúltima frontera en la medicalización de la vida cotidiana. ¿Quién no manifiesta algún comportamiento, aunque sea en un momento de su vida, que sea susceptible de ser considerado «anormal» por los demás? Viene esto a colación del post de ayer Los profesores que no “diagnosticaban” ni “medicaban” a los niños y la normalización del sobrediagnóstico y sobremedicación de niños que supuestamente padecen falta de atención y son muy activos.

Desde ayer y hasta mañana se celebra en Washington (Estados Unidos) una reunión de profesionales sanitarios destinada a potenciar este mercado. Charlando con un psiquiatra que colabora en este blog me cuenta que la falta de atención es el “edema de la mente”, algo inespecífico, subjetivo y diagnosticar a un niño de Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es como diagnosticarle de TEHE, Trastorno de Exceso de Hinchazón con (o sin) Enrojecimiento.

La falta de atención es una respuesta normal, debido a la diversidad temperamental de cada alumno, la habilidad del profesor que explica, el número de alumnos en la clase, etc. Muy pocos niños de los que hoy son diagnosticados como TDAH lo eran hace 40 años.  La civilización urbana predispone a la hiperactividad: «Where will de children play?» se preguntaba el músico Cat Stevens hace ya más de cuatro décadas.

La estandarización, la homegenización y cosificación de actividades humanas también predispone. Con eso juegan las empresas sin escrúpulos.

Los fármacos estimulantes, incluido el más usado en niños, el metilfenidato, actúan de manera parecida a la cocaína. Mejoran la atención en un alto porcentaje de casos y son euforizantes, a costa de no saber cual era el problema, si había problema y de desconocidos aunque presumibles daños en el futuro. Estos medicamentos ayudan al maestro a tener la clase quieta, controlada pero drogada.
 
Esto se hace con productos legales pero similares a otros que si los padres de los infantes medicados fueran pillados comerciando con ellos irían directos al cuartel de la Guardia Civil; en EE.UU., según los Institutos Nacionales de Saludvender u obsequiar el metilfenidato puede causar daños a otras personas y constituye un delito.
 
La tolerancia en la escuela a conductas, ritmos y capacidades de aprendizaje y temperamentos diferentes, nunca ha sido tan baja en la historia de la humanidad aunque ahora se disfraza con diagnósticos y terapias.
«Ofrecer pequeñas cantidades de cocaína o anfetamina, que es lo que es el metilfenidato, si se dan por la mañana, durante cortos periodos y con interrupciones, puede que no haga mucho daño (aunque probar por probar en niños es absurdo). Muy diferente es tomar esta medicación de manera continuada, sin interrupciones durante años y a dosis cada vez mayores y esto es lo que tiende a ocurrir», afirma el psiquiatra con el que he charlado.
También me comenta que por su experiencia, tiene constancia de que por la noche se han empezado a dar antipsicóticos como el Risperdal para calmar los efectos del metilfenidato de acción sostenida (Concerta): «El Risperdal produce en porcentajes  muy altos de hasta el 20%, acatisia, es decir intraquilidad motora, lo que es diagnosticado como hiperactividad resistente y lleva a subir las dosis».
 
Por la mañana un estimulante de la dopamina y además de acción sostenida como el Concerta, así creará hábito y por la noche un bloqueador de la misma, un antipsicótico que como tal es muy tóxico. El cerebro se convierte así en un órgano pasivo, sin autonomía y cuya relación de desarrollo con el mundo externo es una de habituación a un par de sustancias químicas que con el tiempo se harán imprescindibles. En el caso de una de ellas con bastante probabilidad de provocar enferme incluso muy seriamente.

El fracaso de las políticas educativas actuales no tiene mejor exponente que este. El médico, psiquiatra, neuropediatra, etc, ha abandonado la clínica, la historia del paciente y ahora es un recetador para diagnósticos pre-fabricados por docentes, pedagogos y psicólogos escolares que actúan gratis como agentes de farmacéuticas, políticos y demás interesados.

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8 comentarios

  1. Desde mi punto de vista, TDAH es el resultado de una conducta demasiado permisiva de los padres,incapaces de negarle nada a sus hijos, no dejando que terminen de pedir para darles el capricho de turno, que cuando la situación se les va de las manos y es el niño o la niña quien que lleva las riendas de todo, solo les queda pedir ayuda especializada. Entonces con este diagnostico se liberan y autoconvencen de que lo han hecho maravillosamente, pero…era un problema o una enfermedad o un síndrome. Ahora toca medicarles y medio atontados no molestan tanto.

    Desconozco los estudios sobre porcentajes en hijos únicos y en familias de 5 – 6 hermanos y debo reconocer que siento cierta curiosidad por saberlo.

  2. No se qué clase de psiquiatra le ha dado esta información, pero como madre de un niño con TDAH, le dijo que este señor no tiene ni idea de lo que habla. La próxima vez que decida escribir algo, haga el favor de buscar fuentes fiables. La esquizofrenia o la epilepsia también le parecen una enfermedad inventada? También provienen de un funcionamiento anormal de su cerebro igual que el TDAH. Y el metalmenidato no es cocaína. Ningún padre drogaría a su hijo. Sus ganas de buscar protagonismo con un artículo así me da asco.

  3. El metilfenidato se usa para enfermedades graves como la Narcolepsia con el fin de prevenir caídas repentinas o accidentes en estos enfermos, pero administrarlo a niños no narcolépticos por un TDAH me parece una irresponsabilidad por parte no ya de los padres, sino de los médicos.
    El metilfenidato puede incluso provocar la muerte súbita, por no hablar de otros efectos secundarios muy graves, como la hipertensión, la adicción, la ansiedad y el riesgo, a largo plazo, de sufrir enfermedades coronarias o infartos.

    En mi opinión es peor el remedio que la enfermedad, si es que el TDAH es una enfermedad o, en una mayoría de casos (no en todos), simplemente se trata de una falta de atención normal en los niños (seguramente por el aburrimiento que sufren en la escuela).

    En mi época no había niños con TDAH. Yo me aburrí en la escuela hasta los 17 años debido al pésimo nivel de las clases y el problema se terminó cuando comencé mis estudios de arquitectura ya que, por primera vez, me interesaba lo que estudiaba y el nivel era bueno. Gracias al aburrimiento en clase durante todos esos años desarrollé mi pasión por el dibujo y la lectura (de libros que no recomendaban los profesores, claro, que también eran aburridísimos).

    Creo que sería mejor revisar no ya las materias o el temario, sino los métodos educativos, pero es más fácil drogar a los niños que replantearse un sistema educativo DEFICIENTE. Como muestra de ello os explico un par de anécdotas:

    El otro día, de camino al veterinario con mi gato, un niño exclamó: «Mira mamá, un perro!»
    También he visto en el mercado que algunos niños no distinguen un calabacín de una alcachofa y que no saben de donde salen los garbanzos.
    Lamentable!

  4. Leído todo lo anterior, solo me queda por decir que cualquiera que opine en este tema tiene su parte de razón. Cada una mide y valora la parte que le afecta. Es verdad que las farmacéuticas han ido como siempre al puro interés sacando productos y promoviendo su consumo a diestro y siniestro en patologías que antes no existían o no se consideraban tan dañinas. Han sacado moléculas y se han inventado estudios clínicos para justificar su venta. Luego han presentado al ministerio su petición y el ministerio como siempre ha accedido a sacar el nuevo producto. Esto es algo que nadie soluciona. Pero también es cierto que la hiperactividad es fruto del sistema de vida que llevamos y existe. Cada vez más niños tienen que ser tratados de alguna manera y más adelante os diré lo que pienso de esto.

  5. Este artículo es instructivo, pero la conclusión final me parece desacertada.

    La “salud del comportamiento” tiene por objetivo medicar nuestra manera de estar en el mundo; nuestra libertad.

    Efectivamente, y no es casual que entrecomilles la «salud del comportamiento», puesto que el comportamiento no puede ser valorado en términos de sano o enfermo y sin embargo es la razón de ser de la psiquiatría, que tiene por objetivo «medicar nuestra(…)libertad.» Ya lo he comentado aquí en otra ocasión, la «enfermedad mental» o «salud del comportamiento», razón de ser de la psiquiatría, es solo una etiqueta sin ninguna base científica. La mente no puede ser tratada en estos términos ya que es un concepto abstracto, no un órgano. Sin embargo este es el paradigma de la psiquiatría desde su nacimiento. Si tenemos en cuenta que el boom del mercado de los psicofármacos es reciente (unos 15 años) ¿por qué llegas a esta conclusión?:

    «El fracaso de las políticas educativas actuales no tiene mejor exponente que este. El médico, psiquiatra, neuropediatra, etc, ha abandonado la clínica, la historia del paciente y ahora es un recetador para diagnósticos pre-fabricados por docentes, pedagogos y psicólogos escolares que actúan gratis como agentes de farmacéuticas, políticos y demás interesados.»

    ¿En qué momento el psiquiatra abandonó la clínica del «paciente»?

    El psiquiatra no ha abandonado la clínica, es la mente humana la que no puede (ni debe) tratarse clínicamente.

    La psiquiatría nació para cumplir el papel policial de «limpiar la basura humana de las calles», a los mendigos y a los «inadaptados» que el nuevo y ampliado sistema generaba, llegando a cubrir toda Europa de «hospitales» en donde se encarcelaba y torturaba a los vagabundos, borrachos, impúdicos y a los «insensatos». El nuevo sistema proyectaba que cada individuo fuera un engranaje de la máquina del trabajo asalariado destinada al desarrollo industrial de los estados modernos. Dentro de esta visión los grupos que no se integraran a la maquinaria estaban destinados a cargar un estigma, impuesto en el siglo XVII como la ética del trabajo castigando la pereza, luego llamada desempleo.

    Con el desarrollo de los psicofármacos se consiguió trasladar y reducir parte del encierro físico encarcelando mentalmente a los inadaptados y dejando el encierro físico para los casos «graves». Por ende se adaptaba estéticamente a los tiempos de «libertad» de los modernos estados «democráticos». Este es el caso de la llamada «terapia electroconvulsiva» (electroshock), que hoy la aplican junto con la administración de anestesia para que el proceso de freirte el cerebro sea indoloro. Los crímenes contra la humanidad no sólo los cometen los dictadores de algún país africano.

    No hay ningún fracaso. Todo lo contrario. La psiquiatría se ha desarrollado y modernizado acorde a los tiempos y exigencias del sistema, junto con la escuela oficial, como un engranaje más de aquél. De ahí la activa colaboración entre la una y la otra: son mecanismos bien acoplados que hacen funcionar el sistema.

    El problema es que los sistemas de moldeamiento, amaestramiento e inculcación no son perfectos y siempre hay inadaptados, rebeldes, personas críticas y espíritus libres que luchan contra el sometimiento social, mientras el sistema intenta mejorarse para que el balance entre la cantidad de adaptados e inadaptados siempre esté a favor de los primeros. Es la gran pregunta de Etienne de la Boétie, cómo puede ser que la mayoría se adapte y forme parte activa del Régimen.

    Los niños etiquetados con TDAH son un problema y un estorbo para algunos padres porque vivimos bajo un régimen que hace posible que esto suceda. Los profesores, los psiquiatras, la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al TDAH, neuropediatras, educadores y todo el que forma parte como agente activo de este entramado son responsables de colaboración profunda con el régimen actual. Es cierto que todos colaboramos ya que el sistema somos nosotros, pero también es cierto que unos lo hacen más que otros. El trabajo de policía, soldado, psiquiatra o maestro no tiene la misma importancia para el mantenimiento del sistema que el obrero de la construcción.

    El problema es el Régimen no el retraso (o el rechazo) en la escuela. La conclusión de que los docentes, pedagogos y psicólogos escolares actúan gratis como agentes de farmacéuticas, políticos y demás interesados es ambigüa e incompleta, al no señalarse su papel principal: agentes del Régimen (no se olvide que los profesores de la escuela pública son funcionarios).

    Tómese esto como una crítica constructiva.

  6. ¡Que miedo!!!!. ¿Que padre/madre es capaz de medicar a un hijo/a con estimulantes y tranquilizantes por problemas de atención en la escuela? No lo entiendo. Para que alguien me convenza de que mi hijo/a tiene un problema que requiere medicación, yo deberé ver el problema, no sus profesores. Y ese problema tiene que ser muy evidente e importante. Si no atiende en clase, o tiene un comportamiento en la misma que imposibilita su integración, pero no hay otro tipo de problemas, no entiendo porqué un padre/madre lleva a su hijo al psiquiatra. ¿Como puede un/a profesor/a convencer a un padre/madre de que su hijo no está sano de la cabeza? Me cuesta entenderlo.

  7. Estarán contentos los psiquiatras y neurólogos que recetan estas cosas a los niños con su ciencia ¡¡enhorabuena!!

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