Hay personas genéticamente expuestas al aluminio de las vacunas
Como os he contado en Francia está abierto el debate sobre la conveniencia de seguir utilizando la vacuna del papiloma. Sin embargo en España no. Sobre ello habló hace una semanas en Barcelona Alicia Capilla presidenta de la Asociación de Afectados por la Vacuna del Papiloma (AAVP): se creó un panel de expertos del Ministerio de Sanidad para “callarnos la boca”, dijo.
Capilla dio una conferencia en un colegio de la Ciudad Condal junto a la monja y doctora Teresa Forcades:
https://www.youtube.com/watch?v=4JTP123jYGE&feature=youtu.be
Además de contar las actividades que desarrolla la AAVP y el caso de daños que sufrió su hija, recordó que desde el principio de la comercialización de esta vacuna miles de personas, sobre todo profesionales sanitarios pidieron una moratoria.
Capilla destaca cuatro aspectos que rodean al polémico producto que se vende bajo las marcas Gardasil y Cervarix:
-la vacuna NO es necesaria
-se ha violado el derecho al consentimiento informado
-no se quieren reconocer las reacciones adversas
-no están investigándose los daños“
La presidenta de la asociación de familias afectadas ha ofrecido datos sobre sospechas notificadas de muertes y graves daños provenientes de organismos oficiales y demuestra que la vacuna marca Gardasil acumula casi el 50% de las notificaciones de reacciones adversas de todas las vacunas.
Como explicó, “por no informar bien sobre la vacuna y no querer reconocer un error hemos debido demandar”. En efecto, su asociación está demandando a laboratorios fabricantes y Administración sanitaria por los daños causados.
Como os contaba, la ministra de Sanidad francesa, Marisol Touraine, tomó partido públicamente durante la campaña presidencial de Francia en favor de la libertad de elección de las familias que se enfrentan con las vacunas que contienen sales de aluminio. Éste se usa como adyuvante o potenciador del efecto inmune.
Touraine asistió recientemente a un debate de alto nivel científico sobre ello, así que es plenamente consciente del problema y de la necesidad urgente de tomar medidas concretas.
Durante las discusiones en Francia, el profesor Yehuda Shoenfeld, director del Centro Zabludowicz para enfermedades autoinmunes y especialista internacional sobre inmunidad, señaló que algunas personas tienen una predisposición genética a una mayor y más grave a la estimulación del sistema inmunológico con vacunas que contienen sales de aluminio.
Shoenfeld también informó a los asistentes que ya tenemos “pruebas” genéticas que pueden determinar, antes de administrar cualquier vacuna, si la composición genética de un individuo es tal que él o ella puede ser susceptible de sufrir a largo plazo una reacción autoinmune.
El conocimiento científico actual y los avances han revelado que el aluminio es el responsable de ello (como un factor desencadenante aislado o combinado con otros factores, incluso la presencia de un antígeno). Puede hablarse pues de la enfermedad inducida por la vacuna o de enfermedades que no existen de manera natural antes de la vacunación y que por lo tanto la persona contraer por la toxicidad del aluminio.
Así que haciendo antes esas pruebas genéticas se ahorrarían miles de reacciones graves (por ejemplo miofascitis macrofágica o cualquier otro trastorno autoinmune) que sin la exposición al aluminio No se producirían.
¿Vamos a culpar a la genética de los individuos de los daños que son producto de verter metales pesados directamente en el torrente sanguíneo de los mismos? A mí me parece que lo más adecuado sería retirar dichos metales y todos los compuestos químicos tóxicos de la composición de estos “fármacos” y llevar a cabo una reevaluación de su eficacia, en todas y cada una de sus variantes. Pero, claro está, eso no va a suceder. No obstante, cada vez son mayores los escándalos farmacéuticos o al menos se entera más uno de ellos gracias a la red, con lo cual, poco a poco y con un pellizco de suerte, veremos al complejo industrial farmacéutico volverse a hundir en el abismo del que nunca debiera haber salido y reunirse con su rojizo, cornudo y humeante capataz.
Es justo lo contrario. Sabemos que se puede prevenir haciendo un test y no poniendo la vacuna pero sí, lo que hay que hacer es retirar ese (y otros) compuestos de los medicamentos.
Me parece una carambola más para evitar hacer lo que habría que hacer. Me doy el permiso de desconfiar del tal Yehuda Shoenfeld y de sus teorías genéticas.