El daño que provoca la vacuna del papiloma es mucho mayor que el beneficio esperado
El Gobierno de Japón, como sabéis los asiduos, ha tomado la delantera mundial en cuestionar la vacuna del virus del papiloma humano. Hace tiempo que dejó de recomendarla. Pues bien, desde el país nipón nos llegan otras conclusiones: “El daño que provoca la vacuna es abrumadoramente mayor que el beneficio esperado”. Os cuento.
Lo anunciaba anteayer en el post titulado Vacuna del papiloma: cuantos más daños… más falta hace el debate. Se ha publicado un documento de gran valor para conocer la verdad sobre esta inmunización y hoy vamos a ampliar la información. Se trata de una reciente revisión de las pruebas científicas sobre la seguridad (o más bien sobre la falta de la misma) sobre esta vacuna hecha por el independiente Instituto Japonés de Farmacovigilancia.
La publican en su boletín, Med Check, cuyo editor es Rokuro Hama, que también es asesor especial de la Colaboración Cochrane, una de las publicaciones imprescindibles de la corriente denominada Medicina Basada en Pruebas o medicina científica, la preponderante hoy.
Ésta viene a indicar que en Medicina, entre otras cosas, se ha de actuar basándose en las pruebas de eficacia y seguridad de fármacos que ofrece la mejor literatura científica (aquella basada en el método científico).
Qué mayor calidad de materia prima para conocer la realidad sobre un medicamento que recurrir a los ensayos clínicos que ha tenido que hacer el laboratorio productor del mismo. El japonés Hama es lo que ha hecho. Se ha basado en los análisis que hizo la compañía farmacéutica GlaxoSmithKline para que le aprobasen Cervarix, su marca de vacuna para el papiloma.
Su conclusión es la citada:
El daño que provoca la vacuna es abrumadoramente mayor que el beneficio esperado“.
El resumen podéis leerlo en la página 9 de dicho boletín científico. El trabajo se titula Daños de la vacuna HPV (el acrónimo de la misma en inglés). La última información y análisis de estudios epidemiológicos:
La incidencia de reacciones adversas graves a la vacuna contra el VPH es de 3,2% por año de acuerdo a nuestro nuevo cálculo utilizando los datos más recientes (3.200 casos por 100.000 personas-año)”. Esto supondría, siempre según este científico, más de 100 muertes por cada 100.000 personas-año, lo que me parece una cantidad fuera de lo común.
Hama dice que los resultados son extrapolables a Japón y continúa explicando que las encuestas epidemiológicas sobre la seguridad del fármaco hechas en Europa y América del Norte a las que ha accedido el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón (MHLW), presentan fallos en sus metodologías.
Como ejemplo cita que un estudio confunde prevalencia con incidencia. Otros dos, indica el japonés “tienen un sesgo grave derivado del ‘efecto saludable de la vacuna'” (el sesgo de la vacunación saludable es que la parte de la población que está enferma se queda en casa y no va a vacunarse, por los que los vacunados son siempre una seleccion muy saludable de la poblacion general).
También explica que no hay pruebas que confirmen que la vacunación contra el VPH disminuye la incidencia y la mortalidad por cáncer de cuello uterino y que de suponer que la vacuna podría reducir a la mitad la mortalidad por cáncer de cuello de útero, el beneficio máximo esperado sería dos muertes por cada 100.000 personas-año como máximo.
En España esa es la cantidad de mujeres que mueren al año por ese tipo de cáncer de cada 100.000. Por lo tanto, podría considerarse un éxito si así fuera pero, como argumenta Hama “el daño sufrido es abrumadoramente mayor que el beneficio esperado”. Claro, si de 100.000 personas vacunadas presentan graves daños 3.200 y mueren 100 (cifras que ya escribo que me parecen grandes) el beneficio es mucho menor que el riesgo.
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Cuando mi hija se puso está vacuna, en su tercera dosis, comenzó a tener mareos y visión borrosa, malestar general y subidas de tensión, entre otros síntomas que ella no sabia explicarme porque era algo nuevo para ella. Entro en un ciclo de ansiedad y stress que no podía controlar. Cuando la llevábamos a urgencias y al médico nunca se cuestionaron que fueran reacciones de la vacuna, aunque yo les pedí que lo valorasen. A fuerza de mucha paciencia y después de pasar por siquiatras, psicólogos y diversos médicos le diagnosticaron que era un problema de control en situaciones de stress, Le recetaron ansioliticos, pero yo me negaba dárselos a una niña tan joven y sobre todo sin estar muy segura de lo que le pasaba. Fue gracias al tesón de mi hija, la paciencia de su padre y mía y sobre todo al cambio de médico de cabecera cuando empezó a volver a ser la niña que era, el nuevo doctor le receto Dogmatil, y los mareos y malestar poco a poco fueron desapareciendo y logramos así que no perdiera el curso, pero tardo mucho tiempo en olvidar la experiencia y sobre todo la incertidumbre de no saber que le había pasado.
Pasados unos años lei en un diario de mi ciudad un informe negativo sobre la vacuna, todos los síntomas me eran familiares, eran los mismos que me explicaba mi hija, ahora tanto ella como nosotros nos quedamos más tranquilos, dentro de los posible , pues entendemos a que se debio aquel cuadro médico.
Aunque me cuesta mucho recordar este episodio lo hago por si le sirve a alguien mi experiencia y porque me gustaria conocer algo que me tranquilizase sobre que no tenga consecuencias haberle puesto la dichosa vacuna a mi hija. Gracias