Los “nuevos” fármacos para la artritis pueden provocar graves infecciones
El tratamiento con los últimos fármacos biológicos para la artritis reumatoide que están saliendo al mercado, tanto con dosis habituales como con dosis altas, se asocia a un aumento del riesgo de infección grave, en comparación con los fármacos antirreumáticos tradicionales.
Así lo asegura un metanálisis -el trabajo científico de mayor calidad posible- reciente publicado en The Lancet. La revisión sistemática publicada incluyó 106 ensayos clínicos con más de 42.000 pacientes tratados con alguno de los nueve fármacos biológicos aprobados para el tratamiento de la artritis reumatoide.
En comparación con los tradicionales, también llamados FAME -acrónimo de fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad-, los autores calculan que por cada 1.000 pacientes tratados al año se producirían seis casos adicionales de infección (con el tratamiento con dosis estándar) y 17 casos adicionales (con dosis altas de fármacos biológicos).
Como se comenta en el editorial acompañante del artículo, el riesgo se calculó para todos los fármacos biológicos en conjunto, una mezcla de medicamentos con diferentes mecanismos de acción y con pacientes en distintos estadios de la enfermedad. Por tanto, quedan cuestiones sin resolver, como el posible riesgo causado por cada fármaco biológico, con el fin de seleccionar el tratamiento más adecuado para una determinada situación.
¿De qué fármacos tratamos, qué marcas? Para hacernos una idea, uno de los más recetados y conocidos es el infliximab, marca Remicade, del laboratorio Schering Plough, un anticuerpo monoclonal con una potente acción antiinflamatoria. Está desarrollado para el tratamiento de diversas enfermedades: además de la artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante, la artritis psoriásica, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la psoriasis.
Es un tratamiento potente, que debe aplicarse bajo supervisión médica. Es preciso, antes de empezar el tratamiento, descartar que haya alguna infección latente o activa, especialmente tuberculosis, sida y hepatitis B y C, que pudieran agravarse con el tratamiento. Este fármaco no se toma en casa, sino que se recibe por vía intravenosa, en el hospital, con una periodicidad variable.
Algunos de estos fármacos también pueden provocar cáncer. Os dejo en este enlace una buena y resumida revisión informativa sobre ellos. Lo “nuevo” no siempre es lo mejor.