Laboratorio de medicos
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Nuevos datos sobre los pagos de las farmacéuticas a los médicos

El médico Federico Relimpio, al que conocí hace más de una década, escribe en su blog sobre pagos de la industria farmacéutica a los médicos. Y es que pese a que es un tema que parecía que había mejorado, resulta que hay datos nuevos provenientes de una de las revistas médicas más destacadas, JAMA.

Mucho ha llovido desde que en el año 2011 escribiese mi libro Laboratorio de médicos. Viaje al interior de la medicina y la industria farmacéutica (Península).

Poco tiempo después Federico escribió una novela titulada K.O.L Líder de Opinión. En ella narra la lucha del doctor Sepúlveda para rescatar su integridad frente a la industria farmacéutica y la administración sanitaria.

Pues bien, como empieza el artículo publicado en JAMA «a pesar de la evidencia de que los conflictos de intereses financieros pueden influir en la prescripción de los médicos y dañar la confianza de los pacientes en los profesionales médicos, tales relaciones siguen siendo generalizadas«.

Vaya que pese a la existencia de valientes doctores Sepúlveda la corrupción sanitaria, impulsada por industrias y con la complicidad de la administración que mira para otro lado, continúa vigente y es general.

El artículo se basa en datos de Estados Unidos, pero no es difícil comprobar que en España (y en casi todo el mundo) ocurre lo mismo. Cambian los nombres, pero no las estrategias.

Explica Relimpio que se trata de los pagos en líquido o en especie que una determinada compañía farmacéutica paga a un médico como consultor, conferenciante, bebida y comida -restaurantes-, alojamiento y viajes, espectáculos, cursos, becas, donaciones benéficas u otros conceptos.

El período del estudio ha sido de 2013 a 2022, y sorprende lo detallado de los datos. Se tiene un desglose preciso por especialidad médica, por medicamento o por aparato empleado en terapia.

Medicamentos antibioticos1 xs

Y, por si fuera poco, se realiza un estudio de la variabilidad, dentro de cada especialidad médica, de lo pagado por especialista, diferenciando lo cobrado por el médico de a pie y lo cobrado por el «top 0,1%» (el uno por mil que más cobra en cada especialidad; los «milmillonarios» de la profesión, por llamarlos de algún modo).

Las especialidades mejor pagadas por la industria: 1) cirujano ortopédico, 2) neurólogos y psiquiatras, 3) cardiólogos, 4) hematólogos y oncólogos, 5) medicina interna y 6) endocrinólogos.

Lo percibido por el top 0,1%: un integrante medio de esta élite recibió -a lo largo de la década de estudio- 4,8 millones de dólares en caso de los cirujanos ortopédicos; 2,5 millones para neurólogos y psiquiatras; 3 millones si el facultativo es cardiólogo; otros 3 si es hematólogo u oncólogo; apenas un millón si es de medicina interna, pero remonta a 3,3 millones de dólares si el galeno en cuestión es endocrinólogo.

Así, el pago de la industria a los médicos estadounidenses es cosa de un puñado de VIPs. JAMA no publica sus nombres, pero como dice Federico es gente embarcada en el complejo -y espléndidamente pagado- mundo de los ensayos clínicos, y la difusión de sus resultados en los diversos saraos internacionales.

Y si en USA ocurre esto, en España lo que hay es que las compañías farmacéuticas están obligadas por su principal lobby, Farmaindustria, a publicar en sus páginas webs la relación económica que mantienen con médicos (con nombres y apellidos) y con sociedades sanitarias.

Por poner un ejemplo, hace dos meses publiqué este post: Las «transferencias de valor» de Bayer que encubren la «compra» de la receta de médicos: casi 8 millones al año

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3 comentarios

  1. He trabajado muchos años en una empresa distribuduidora de tecnología hospitalaria y material quirúrgico, y tengo un amigo aue fue durante más de 20 años viaitador médico. Conozco por tanto las «bambalinas» del negocio de la salud.

    Nunca se habla de ese otro cártel delictivo infiltrado en el sector de sanitarios (enfermeros y auxiliares), que también reciben «mordidas» en efectivo o en especias, tanto individualmente o en grupos de trabajo.

    Durante la pandemia me encontré, al acompañar a mi padre nonagenario a hacerse unas simples curas en una herida, que un individuo joven, con bata blanca, inesperadamente le avisó de que «ya que está aquí, le voy a poner la vacuna».

    Mi padre, extrañado ante una decisión que él siempre consulta con su doctora, le preguntó que quién era él, ya que en cuarenta años que llevaba yendo a ese Centro de Asistencia Primaria, jamás lo había visto; le preguntó si era médico, enfermero o qué, a lo que el individuo rehusó identificarse diciendo: «ahora eso da igual; todos hacemos de todo».

    El individuo en cuestión comenzó entonces a insistir hasta casi la coacción en vacunar a mi padre, hasta que me obligó a intervenir, espetándole ya con firmeza que la prescripción, c9nsentimiento informado y aplicación nunca lo recomienda nadie que no sea médico colegiado, y que existe el derecho de autonomía del paciente.

    Aún así, el individuo siguió «machacando hasta el final», advirtiendo que un aviso seguiría saltando en los ordenadores cada vez que mi padre acudiese a consulta o incluso a la recepción del Centro.

    Nunca más lo volvimos a ver por allí.

    1. Hola Manuel, encantado de leerte por aquí ya que he leído cosas tuyas en Diario 16. Pues llevas razón, se habla poco de esos colectivos, quizá porque la mayor «mordida» se la llevan los médicos especialistas de determinadas áreas que mueven mucho dinero en medicamentos de Big Pharma.

      1. Muchas gracias por seguir mis artículos, Miguel. He puesto en alguno de ellos el ejemplo ético del trabajo de Almodóvar & Jara.

        En efecto, como bien dices, esos colectivos se lomitan a «las migajas» de los fondos destinados mayoritariamente a los clanes médicos, con capacidad de prescribir.

        Pero no olvidemos que el sector de enfermería y auxiliares supone la «primera línea de actuación» frente a los usuarios.
        Me llamó poderosamente la atención, durante la última imposición de mascarillas (totalmente ilegal y carente de normativa en la que sostenerse), que, al coincidir con una campaña de reivindicaciones laborales, podían verse en muchos Centros de Asistencia Primaria, carteles de protesta mezclados con carteles obligando al uso de mascarillas.

        Me pareció toda una declaración de «colaboracionismo» descarado, y lo que es peor, con la intervención activa de los sindicatos de enfermería.

        Un saludo, y gracias por tu labor.

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