Dieta integrativa
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La dieta que tu salud necesita u otra manera de alimentarse

Comemos todos los días y quizá por la costumbre vemos nuestra alimentación como  una mera acción cotidiana, como algo que aporta satisfacción al momento y nos «mata el hambre». Pero podemos cambiar el punto de mira y observar nuestra alimentación como un arma poderosa, un tesoro. Alimentarnos es cultura y una manera de darle sentido a nuestra vida.

La alimentación es algo realmente importante y fundamental para vivir en armonía. Somos lo que comemos y por tanto cuando comemos manifestamos nuestra posición en el mundo, nuestra actitud. Hay muchas maneras de alimentarse que tienen que ver con nuestra manera de pensar y vivir. Se vive como se come y se come como se vive.

Dieta integrativa alimentaciónTodas estas ideas las inspira el libro Dieta integrativa. La dieta que tu salud necesita de la nutricionista Elisa Blázquez.

En él cuenta cosas tan interesantes como que muchos de los problemas que tenemos a la hora de digerir un alimento se puede solucionar con unas sencillas pautas:

Masticación: Fundamental para que las enzimas secretadas en la boca actúen con eficacia y produzcan el bolo alimenticio.

Relajación: el sistema parasimpático controla el proceso digestivo y en concreto las secreciones y los movimientos de los órganos. El estrés también es malo para las cosas del comer; activa el sistema nervioso simpático que no se pone amable precisamente sino que actúa de manera negativa sobre el proceso digestivo.

La prisa mata o no sé si mata pero no es buena para las cosas importantes y alimentarnos (mejor, nutrirnos) lo es.

-La bebida en la comida: No es bueno beber mucha agua durante la comida pues encharcamos el alimento en el estómago y las enzimas no pueden así hacer bien su trabajo.

Y si bien es necesario comer con tranquilidad mejor es conocer el equilibrio intestinal. Os lo contaba el otro día en el post titulado La microbiota intestinal o el “cerebro de las emociones”: Su nombre científico es “microbiota” y desde no hace mucho tiempo se le conoce como nuestro “segundo cerebro”. También es la flora intestinal y está compuesta por bacterias y virus (y hongos, amebas y otros patógenos).

Flora-intestinalLo que nos cuenta Elisa Blázquez es que cuando la mucosa intestinal está dañada o la microbiota que habita en ella está desequilibrada, la permeabilidad selectiva de esta barrera, que solo debe de encargarse de digerir los nutrientes y desechar todo lo demás, se ve alterada y surge lo que llamamos un síndrome de permeabilidad aumentada o el llamado leakygut que significa «intestino agujereado».

La citada permeabilidad permite la entrada a nuestro organismo de sustancias que pueden resultar tóxicas para nosotros. Se provoca entonces una sobreestimulación del sistema inmunitario. Este síndrome ha sido relacionado con multitud de enfermedades crónicas, como las reumáticas, las autoinmunes, fibromialgia, síndrome del intestino irritable, psoriasis, síndrome metabólico o cáncer.

La obesidad puede ser también una cuestión microbiana. Hace ya diez años se publicó una investigación que abría una puerta a un nuevo enfoque de la obesidad. Algunas bacterias intestinales podrían ser biomarcadores, mediadores y posibles objetivos terapéuticos en la guerra contra la epidemia mundial de obesidad.

En dos estudios publicados en la revista Nature, los científicos afirman que la abundancia relativa de dos de los grupos más comunes de bacterias intestinales está alterada en humanos y ratones obesos. Secuenciando los genes presentes en las comunidades microbianas del intestino en ratones obesos y delgados y observando los efectos resultantes de trasplantar estas comunidades a ratones carentes de gérmenes, los investigadores demostraron que la flora microbiana obesa tiene una mayor capacidad para cosechar calorías de la dieta.

Cuánto más se investiga en obesidad más difícil resulta defender que el exceso de peso es solo la suma de una comida rica en calorías y poco ejercicio físico. Las últimas investigaciones dan cada vez más peso a la flora intestinal. Se sabe que lo que ingerimos condiciona la microbiota y también nuestra propensión a engordar.

ObesidadSeis años después del anterior informe, en 2013, científicos de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, dieron un paso más en esa línea de trabajo al identificar las bacterias humanas que promueven la delgadez y favorecen la salud metabólica.

Estas nuevas bacterias, llamadas «bacteroidetes» podrían también combatir la obesidad ya sea con productos probióticos o con un trasplante de flora intestinal, como ha demostrado en la revista Science el grupo de Vanessa Ridaura de la citada Universidad.

El experimento consistió en trasplantar a ratones flora intestinal humana de dos parejas de hermanas gemelas (una de ellas era obesa y la otra delgada). El trasplante se realizó introduciendo en el intestino de los roedores muestras de heces de las dos mujeres. Los ratones que recibieron las bacterias de las donantes con sobrepeso engordaron más y acumularon más grasa que los que recibieron la flora intestinal de las hermanas delgadas.

Después, los científicos sometieron a los ratones a una segunda prueba, que consistió en hacerles convivir en una jaula para que se comieran las heces de sus compañeros, un trasplante fecal menos sofisticado. Lo curioso fue comprobar cómo los obesos adoptaron características de los delgados y dejaron de acumular grasa.

Cada día existen más pruebas de que la dieta occidental está desequilibrada y que nos inflama, nos intoxica, no nos nutre y provoca alteraciones en nuestro sistema gastrointestinal. Tenemos que informarnos mejor. Pasar de la comida a la verdadera alimentación y profundizar en el concepto de nutrición.

En el libro que os comento Blázquez explica en menos de 200 páginas de letra gorda cómo y de manera muy sencilla. Os aseguro que mi «desflorada» flora intestinal está mejorando en menos de un mes de hacer caso a esta nutricionista.

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