Falsa competencia de Bayer

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A la marca de la cruz gamada que se convirtió en cruz verde parece que no le van bien las cosas. La Comisión Europea ha multado a Bayer y a otras compañías (Denka, DuPont, Dow, ENI y Tosoh) con 243,2 millones de euros por pactar los precios del caucho de cloropreno, una sustancia con la que, por ejemplo, se hacen los condones.
 

Condones

Entre los años 1993 y 2002, estas empresas acordaron los precios para copar el mercado, lo que perjudica a los ciudadanos pues los precios se mantienen altos de manera artificial. Estas prácticas son habituales entre las grandes multinacionales. Sin salir del sector farmaquímico, al que pertenece el gigante alemán, los laboratorios Abbott, Andrómaco, Merck Sharp & Dohme, Pharma Investi, Bristol-Myers y Bestpharma, fueron sancionados en 2003 por la Fiscalía Nacional Económica de Chile por haber “violado la normativa que resguarda la transparencia de los precios del sector”.Según el fiscal económico Pedro Mattar, no cumplieron una resolución chilena que obliga a poner a disposición de las farmacias los precios de venta de sus productos y los descuentos que hacen sus clientes de acuerdo con los volúmenes que estos compran.
 
Esta resolución tiene como objetivo evitar discriminaciones con las farmacias más pequeñas y permitir que todos los locales puedan obtener las mismas alternativas de coste. Estas seis empresas rompieron así las normas destinadas a favorecer una competencia limpia, competencia que, nos insisten en este mismo sector, es fundamental para su subsistencia.
 
Pero, además, resulta que Bayer suspendió hace poco la comercialización de Trasylol y, como ha publicado el médico panameño Roderick Esquivel, la compañía farmacéutica ocultó información crítica sobre el preparado a la Food and Drug Administration (FDA), la Agencia del Medicamento estadounidense. Los efectos adversos que Bayer escondió, siempre según este doctor, fueron un aumento significativo del riesgo de insuficiencia renal, cardíaca, accidentes cerebro vasculares y muerte.
 

Uno de los mayores complejos industriales de América Latina: Bayer Belford Roxo, Brasil

No es la primera vez que Bayer emplea la táctica del ocultamiento. En 2001, Lipobay, fármaco de la casa teutona utilizado para combatir el colesterol, mató al menos a 100 personas, cifra del propio laboratorio. El Juzgado de Instrucción número 16 de Madrid instruyó las diligencias previas contra el Ministerio de Sanidad por permitir, a través de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que se comercializase Lipobay “sin haberse realizado los debidos ensayos clínicos. Las pruebas se concibieron en Inglaterra pero no se utilizaron las personas necesarias para comprobar su eficacia y seguridad, y con el tiempo se demostró que los verdaderos estudios se hicieron sobre la marcha, con la venta del producto en las farmacias”, explica Antonio Navarro, abogado que coordinó la demanda multitudinaria contra la Administración sanitaria española.

En Alemania, su Ejecutivo acusó a Bayer de ocultar los riesgos del fármaco: “El Secretario de Estado de Sanidad, Theo Schroeder, afirmó que la empresa ya sabía el 15 de junio (de 2001) que el medicamento contra el colesterol era ‘especialmente peligroso’, pero no lo avisó hasta el 10 de agosto, dos días después de retirar el producto del mercado”.

Está claro que con Bayer la historia se repite.

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