Chapapote para los extremeños

El pasado viernes, sábado y domingo, tuve el primer y feliz encuentro en tierras extremeñas con ciudadanos y ciudadanas preocupados por la instalación, en la fértil comarca de Tierra de Barros, de una refinería petroquímica. Desplazarme hasta allí para presentar mis libros ha sido el motivo por el que no he atendido este blog durante ese tiempo (https://www.regiondigital.com/modulos/mod_periodico/pub/mostrar_noticia.php?id=68909). Pero ha merecido la pena. Y tanto.
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Los balcones de Villafranca de los Barros expresan su rechazo a la construcción de una refinería e industrias afines en la comarca
 
Quienes me conocen saben que me cuesta hacer «la pelota», mi timidez tiene buena parte de culpa en ello. Pero lo cierto es que extremeños y extremeñas me han dispensado una acogida muy, muy cálida y han mostrado por los dos libros un interés extraordinario.
 
Al tener buena parte de mi familia en tierras pacenses intuía que las cosas funcionarían bien por allí pero mis anfitriones eso lo desconocían. Que el libro Conspiraciones tóxicas tenga un capítulo llamado Chapapote extremeño, que trate también los asuntos turbios que rodean a la central atómica de Almaraz o que destaque los nuevos movimientos sociales de contestación al poder en la región, era un aliciente claro para los habitantes de esta comarca extremeña. Mi otro trabajo en formato libro, Traficantes de salud, ha vendido más ejemplares que en cualquier otro punto del Estado de los muchos a los que acudo con frecuencia desde el pasado mes de febrero en que lo presenté.
 

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El público de Mérida demostró un alto conocimiento y compromiso con los temas de salud y ecología (Foto: PCRN)
 
El interés por lo que está sucediendo en su tierra, y en la Tierra, por lo que se refiere a los temas de salud y ecología que está mostrando la población extremeña supera a la media española. Y los asuntos por los que preguntaron en las dos presentaciones que hice, Mérida y Villafranca de los Barros, me hablan de una tierra en estado de agitación. Una tierra que se niega a ser colonizada culturalmente por el desarrollismo y a que otros decidan qué es lo que les conviene.
 
La población extremeña, sobre todo la más afectada, la que vive en Tierra de Barros, conoce en profundidad la trama de poder que rodea al desarrollo de la planta de refino que impulsan el empresario nº1 de Extremadura, Alfonso Gallardo, y los números 1 de su Gobierno regional, con Juan Carlos Rodríguez Ibarra a la ex cabeza y con Guillermo Fernández Vara ahora en la presidencia.
Tanto en Mérida como en VIllafranca desgranamos las relaciones de parentesco y sentimentales del círculo de Gallardo y los altos jerarcas del partido, el PSOE, que es quien gobierna en Extremadura desde hace 25 años.  

Refiner%C3%ADa2El empresario más poderoso de Extremadura y el Gobierno del PSOE impulsan en dicha región una refinería petroquímica

Pero además de este, que como es lógico es el problema que se cierne sobre sus cabezas (y pulmones y vides y olivos, etc) que más preocupa a estos vecinos, se interesaron mucho por las prácticas de la industria farmacéutica que ilustra Traficantes de salud. Y también por el funcionamiento actual de los medios de comunicación. Esto me sorprendió, de nuevo, gratamente.

En general, la crisis de identidad y credibilidad que vive hoy el periodismo es algo que despierta la curiosidad de muchos ciudadanos en toda España pero en Extremadura -por las especiales, por difíciles- condiciones en las que trabajan periodistas y medios que desean ser independientes, es un debate que está de manera cotidiana en la calle. Y es que la existencia de medios amordazados, como ocurre en la tierra extrema y dura, son un signo de falta de democracia, de totalitarismo (con urnas, si se quiere).

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Villafranca de los Barros es un pueblo decidido a luchar por un futuro que no sea químico tóxico (Foto: PCRN)

Preocupa mucho a las personas que se oponen a la construcción de la planta petroquímica, agrupadas, sobre todo, en torno a la Plataforma Ciudadana Refinería No (PCRN), el destrozo cultural que puede producir esta instalación en una tierra que vive mayormente de la actividad agropecuaria y de su relación con el entorno. Se dejan notar en Extremadura también, una región que desde mi punto de vista tiene la suerte de haber llegado tarde a la industrialización (y por ello con voluntad política podría situarse a la cabeza de Europa en cuanto a un modelo de desarrollo ecológico) el impacto social de la sociedad de consumo.

La alienación que esta provoca presiona muy fuerte sobre la cultura extremeña, que va adaptándose a los mercados globales regalando su bagaje histórico, conquistado con el esfuerzo de sus trabajadores. Qué duda cabe que lo que Alfonso Gallardo S.A. y el Gobierno regional tratan de impulsar va en esta línea y responde, como el propio modelo de globalización capitalista, a intereses privados que no tienen ningún escrúpulo es pasar por encima del interés público.

Compartir estos dos días con tantos extremeños comprometidos con su/nuestra tierra ha sido muy emocionante y espero que la próxima vez que los visite me regalen muchas más buenas noticias.

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