Frankensalada: presión corporativa de la basura-comida en Europa
Por ahora, esta Frankensalada tendrá que esperar: tanto los maíces como la patata de laboratorio “se han mandado de vuelta a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) lo que nosotros interpretamos como una desautorización a esta Agencia”, indican los portavoces de Amigos de la Tierra, organización que ha elaborado un excelente informe sobre la presión que las compañías pro alimentos transgénicos están llevando a cabo sobre los políticos europeos para que impulsen la alimentación de laboratorio.
Conviene explicar que la institución europea encargada de velar por la calidad y seguridad de lo que nos llevamos a la boca los ciudadanos, según las normas de funcionamiento de la Administración europea, a la hora de autorizar un cultivo o un alimento se limita a revisar los informes de la compañía interesada en comercializarlo. No realiza análisis independientes. Así se explica que la EFSA, a petición de la Comisión, y gracias a que el actual Comisario de Medio ambiente europeo no parece estar por la labor de impulsar la alimentación trasngénica, haya recibido de nuevo los informes sobre estas variedades de laboratorio para su revisión (que volverá a no ser independiente).
Este funcionamiento -legal, repito- de la EFSA es idéntico al de la EMEA, la Agencia Europea de Medicamentos, que tampoco realiza estudios independientes cuando una farmacéutica solicita licencia para comercializar un fármaco en Europa. La EFSA, además está conformada sobre todo por biólogos moleculares. Haría falta otros especialistas para juzgar otros aspectos del cultivo y comercialización de alimentos transgénicos, como los ecólogos. Amigos de la Tierra advierte que muchos empleados de la EFSA tienen conflictos de interés con las compañías biotecnológicas. ¿Quién está gobernando Europa?
En este documento se denuncia la proximidad entre el órgano ejecutivo de la UE, la Comisión Europea, y el lobby biotecnológico, capitaneado por EuropaBio. Desayunos “de trabajo”, encuentros o jornadas de la industria cuentan con altos cargos de la Comisión. La presencia de la industria en órganos asesores clave y el acceso privilegiado a la información señalan también la preocupante cercanía entre los grupos de presión de la industria y la Comisión.
El resultado: un marco político favorable, intentos de rebajar los controles sobre los cultivos y alimentos transgénicos, apuesta firme de la UE por la comida biotecnológica y millones de euros de fondos públicos dedicados a financiar las investigaciones de la industria.
EuropaBio es uno de los principales grupos de presión sobre alimentos y cultivos con organismos modificados genéticamente en la UE, y presume de su trato directo con miembros de la Comisión Europea. Las campañas de este lobby de la agricultura biotecnológica están lideradas por las empresas Bayer Cropscience, DuPont/Pioneer, Monsanto y Syngenta.
EuropaBio también ha presionado a políticos europeos para conseguir que la biotecnología aplicada a la agricultura se haya convertido en un tema estrella en el programa de investigación de la UE con una inversión de 53 mil millones de euros provenientes de las arcas públicas.
La Comisión Europea promueve estas conexiones entre lo público y lo privado a través de plataformas tecnológicas específicas sobre alimentación y cultivos transgénicos, y sobre biocombustibles y productos alimentarios, en plena crisis mundial de subida de precios de los alimentos básicos (entre otras razones por los cultivos para biocarburantes).
Se trata de la trasvase de dinero público hacia intereses económicos privados. EuropaBio es, en sus propias palabras, “la voz de la industria biotecnológica en Europa”. Hoy aún más poderosa con el dinero de los ciudadanos europeos.