Virus y locura científica
El profesor del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Máximo Sandín, colaborador de este blog, me envía un artículo que por su interés reproduzco:
Un nuevo «avance científico» ha sido anunciado por los medios de comunicación; un nuevo uso para los fármacos antivirales: El tratamiento “contra la esquizofrenia”. Según la revista Schizophrenia Research:
«La exposición al virus común que causa el herpes labial puede ser parcialmente responsable de la disminución de las regiones del cerebro y la pérdida de capacidad de concentración, memoria, coordinación de movimientos y destreza ampliamente observado en los pacientes con esquizofrenia».
La oportuna aparición de un virus en un órgano, al parecer, deteriorado, abre un nuevo camino para la industria farmacéutica: Estos hallazgos podrían derivar en nuevas maneras de tratamiento o de prevención del deterioro cognitivo «que normalmente acompaña a la enfermedad, incluida la terapia con fármacos antivirales», explican los autores.
Como continuación de la desastrosa e indiscriminada lucha contra las bacterias, que ha conducido a una imparable expansión de la resistencia bacteriana a los antibióticos, se ha desatado la lucha contra los virus. Parece que el fármaco estrella de los laboratorios farmacéuticos para el Siglo XXI serán los antivirales. Y tienen un enorme campo de aplicación. Como todos sabemos, cualquier enfermedad de confuso diagnóstico ha sido producida por “un virus”. Por tanto, “hay que combatirlos”. Por ejemplo, el famoso antirretroviral Tamiflu es un inhibidor de la enzima neuramidasa, uno de los dos “antígenos de superficie” (el otro es la hemaglutinina) que porta el virus en su cápsida. En niños tratados con con Tamiflu se han producido problemas neurológicos, a veces muy graves (en Japón se han dado suicidios relacionados con este problema). La neuramidasa es una enzima implicada en el desarrollo y mantenimiento de la vaina de mielina de las neuronas en mamíferos por lo que el efecto inhibidor es inmediato en niños (en adultos, habrá que esperar…).
En el genoma humano se han identificado entre 90.0000 y 300.0000 secuencias derivadas de virus, fundamentalmente de retrovirus, pero también existen virus ADN. Concretamente, el genoma del Herpesvirus 6A está integrado en los telómeros de los cromosomas humanos. La variabilidad de las cifras es debida a que depende de que se tengan en consideración virus completos o secuencias parciales derivadas de virus. Estas secuencias son “componentes permanentes del transcriptoma humano”, es decir, son partes constituyentes de nuestro genoma y se expresan en todos los tejidos. Incluso las secuencias virales que codifican para la cápsida se han mostrado activas en procesos biológicos fundamentales. Especialmente abundante y relevante es la actividad de las secuencias de origen retroviral en el proceso de desarrollo embrionario, es decir en la formación de nuestros tejidos y órganos.
La inferencia coherente de estos fenómenos sería la siguiente: Si los tumores sólidos son un desencadenamiento de un proceso embrionario producido por algún tipo de “agresión ambiental”, la asociación de virus con el cáncer no sería de causa, sino de consecuencia. Lo tumores emiten partículas virales. Y la asociación de virus con tejidos dañados o enfermos tendría la misma causa. Se han “diagnosticado” asociaciones verdaderamente absurdas de virus con enfermedades de un evidente origen ambiental, degenerativo o autoinmune, como el Síndrome de Fatiga Crónica, artritis. Alzheimer, tumor de próstata…
Incluso, se ha descrito, sin comprenderla, la activación de un virus endógeno como consecuencia de un tratamiento con un fármaco, el Natalizumab contra la esclerosis múltiple, que “despertaba un virus dormido en los riñones” cuya “malignización” desencadenaba una Leucoencefalopatía Multifocal Progresiva.
La guerra contra los virus, desatada, fundamentalmente, por las empresas que financian de un modo creciente la investigación biológica “aplicada” (es decir, con fines comerciales) se ha convertido en un sinsentido totalmente a espaldas de los conocimientos derivados de la investigación “básica”, es decir, la verdadera investigación científica.
La elaboración de vacunas (otro gran negocio para estas empresas) cultivando virus en embriones de pollo o, las más “modernas”, que utilizan líneas celulares para el cultivo, son verdaderas fábricas de virus híbridos (por no hablar de las vacunas “transgénicas”) cuyos potenciales peligros pueden ser de una extremada gravedad. Y la tendencia demencial del uso de “antivirales” para todo tipo de enfermedades a las que se diagnostica de una forma espuria un origen viral es un nuevo ataque a componentes fundamentales del organismo, de la vida.
Cada día son más abundantes los datos científicos que nos muestran que vivimos literalmente inmersos en una inconcebible cantidad de bacterias y virus que cumplen funciones esenciales en todos los ecosistemas y que han cumplido papeles fundamentales en los procesos de la evolución de la vida, y que su aspecto “patógeno” es el resultado de alguna desestabilización de sus funciones naturales. Es una guerra suicida contra la Naturaleza. Una guerra contra nosotros mismos.
La verdadera “patología mental” es la del pensamiento que domina en la concepción de la Naturaleza. Una concepción que han incrustado en el cerebro de muchos científicos y que ve a la Naturaleza como un campo de batalla en el que todos sus componentes son “competidores”. Pero no nos preocupemos, las grandes multinacionales farmacéuticas nos van a defender de “nuestros peores competidores”. Tras la derrota en la lucha contra las bacterias ha comenzado la lucha contra los virus. La madre de todas las batallas. ¿Tal vez la lucha final?
Un aplauso para Javier Herraez.
Todos estos medicamentos deberían ser de toma obligatoria durante 3-6 messes, a dosis terapéutica óptima, tanto en los que los venden como en los que los prescriben.
Un saludo.
Muy interesante el artículo sobre los virus y sus consecuencias. Decirle tambien a Anselmo: a esto que te faltaba habria que añadir tambien al humus, el humor, el que gastas tu al escribir y el humor necesario para equilibrar nuestras defensas.
Besos.
No me resisto a dejarlo para mañana. Es un idea para Doña Margarita Salas. El sincronismo del reloj. Mi modelo vital. La mejor idea que creo haber tenido es esta: «el marcapasos celular». Hoy han hecho un buen trabajo en El Mundo.
Qué tema más interesante. Yo he venido sosteniendo por imaginación que los virus forman parte de la tierra. Entonces hablar de virus es como hablar de nosotros, como hablar de todo. Yo nunca les atribuí «inteligencia» en esas guerras didácticas contra el cuerpo humano. La misma historia vale para las bacterias. Naturalmente que hay agresiones de estos bichitos. Y las hay muy graves, como sabemos. La historia de las infecciones, la historia de las epidemias, la historia de la polio. No hay que olvidarlas. Y polio me lleva a «pollo» y pollo me lleva a salmonella y salmonella me lleva a bacteria.
Ha muerto tanta gente por infecciones en todos los tiempos que estremece no estar preparados. ¿Cómo empezará el ciclo? ¿Cómo romperán barreras? Y ahora viene lo mejor, a nivel filosófico y moral, ¿a virus y bacterias quienes les habrán dado cita en este mundo del microscopio?
Volvamos a la boca. Hace dias hablé del paladar, sede natural de… La boca, esa cavidad. Lo siento por los amigos de la boca.
Deberiamos empezar por la boca. ¡Cuántas batallas se librarán en la boca y cuento veneno se expulsa por la boca!
Demasiado para tan poco, la polio y la boca. La ruta fecal oral. Y el pollo, claro. Habrá que guisarlo bien y menos microondas.
Ya decía yo que me faltaba algo, el “humus” del suelo. Y de humus pasamos a “humo” y de humo a “húmedo”. Todo ese mundo de microorganismos. De células muertas. Nutrientes para las plantas. Pero no comprendo el salto cualitativo de esos microorganismos a, por ejemplo, las hormigas. Si pudiesen hablar nos lo contarían.
Lo que si detecto es que el circuito de entrada en el cuerpo puede ser nariz, garganta, boca y a compartir. Es un sitio cálido, con un buen ambiente químico, adecuado para formar un “humus”. Un ligero disgusto, una caída de las defensas, y ya está. La boca es un horno. ¡A fabricar…!
Esta es una teoría imaginativa. Se me va la mano hacia el velo del paladar y la garganta.
Si en algo hemos podido ayudar, encantados.
¿Para cuando sabremos cómo comienzan los virus? Y cuidado con los laboratorios y las vacunas: hay que trabajarlas bien.