La receta por principio activo y la libertad de los médicos
Jordi Ramentol, presidente de Farmaindustria, el lobby de las farmacéuticas más influyente en España dice, a propósito de la prescripción por principio activo de medicamentos (obligatoria en nuestro país desde el día 1 de este mes) que quien tiene que decidir qué medicamento es mejor para el paciente es el médico, y todas las comunidades autónomas, exigió Ramentol, deberían permitir en sus sistemas de prescripción que el facultativo pueda recetar el fármaco que considere más adecuado.
Claro, estoy totalmente de acuerdo y añado que pare ello sería importante que desaperzca la llamada visita médica como se está haciendo en la actualidad. Tarugueando, vaya, en muchos casos. Intentando, por parte de los laboratorios, que el médico recete lo que sus comerciales le muestran, que suelen ser los fármacos más novedosos (es un decir porque la mayoría no lo son pues no conllevan novedad terapéutica alguna) y por ello los más caros. Qué necesario es que la Administración tome las riendas de la formación de los profesionales sanitarios en instituciones y con materiales independientes, ahora casi en su totalidad en manos de la industria.
Es cierto que, sobre todo por la crisis y la mala imagen que tiene en el sector ese tipo de visita médica, está en horas bajas y esta normativa de recetar por principio activo va a reduirla aún más. Pero continúa haciéndose y de ahí la seguridad que tiene Ramentol en que «consultemos con nuestro médico». Pero eso, tiene poco que ver con la libertad de prescripción. Por suerte, cada vez más médicos están por recuperar y mantener la dignidad y la libertad y recetan lo que les da la gana e incluso si no hay que recetar pues no recetan, que la búsqueda de la salud perdida en bastante más compleja que esta robotización sistémica y farmacológica que persiguen muchos laboratorios.
Más info en el libro Laboratorio de médicos
Se siguen mezclando churras con merinas.
El médico tiene «facultad» de prescribir el principio activo adecuado a un proceso, no es que sea libre o no, es que es su trabajo. Porque en medicina no se dan más que principios activos como tratamientos no marcas comerciales.
El que compra el «producto» (Estado) tiene la absoluta libertad de pagar por el que le de la gana.
Y, como está demostrado, el que vende tiene la absoluta libertad de ofrecer lo mejor del mundo y mas aún de publicitarlo como quiera.
Y, aunque la farmacología sea un negocio, que no nos confundan pues el tema de competencia desleal es un tema entre «vendedores» no entre compradores y vendedores que yo sepa.
Los pacientes son los únicos que sufren una competencia desleal ya que no tienen libertad completa de elegir un tipo u otro de medicina, porque hay un factor desleal entre ellas: la gran diferencia de precio para el paciente, por tanto solo suele elegir la que ahora es más barata para él. Pero como el paciente es solo comprador esto no es una competencia desleal es un «truco». Hay competencia desleal entre vendedores de una u otra medicina, no subvencionada o si. Y entre vendedores de unos u otros medicamentos porque no se entiende cómo hay tanta diferencia de precios, es un fallo del mercado, no del comprador. Y en el primer caso, el de las medicinas subvencionadas o no, es un conflicto de intereses como una casa.
Abundando en la reflexión de M. Jara, y aunque creo que ya lo hemos repetido bastante, reproduzco unas líneas de un artículo de opinión propio que publicaron varios medios escritos del País Vasco y algunos digitales: «quienes trabajamos en el sector de la sanidad publica, especialmente en el ámbito hospitalario, somos testigos diarios de la actividad de todo un ejército de visitadores médicos, vendedores deambulantes por los pasillos de los centros sanitarios al acecho de los galenos para “informarles” y “recordarles” sus productos. También somos testigos directos de algunos de los presentes con que bastantes de estos “informadores técnicos sanitarios” agasajan a los médicos y a los distintos departamentos, especialmente en fechas señaladas como las navidades (bolígrafos, agendas, regalos varios, dulces, cava, vinos,.. todo ello de la mejor calidad). Ahora se hace de manera menos ostentosa, entre otras cosas porque la Ley, aunque no se aplique ni mínimamente, lo deja claro. La Ley 29/2006 de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios dice, en el apartado de infracciones (artículo 101), concretamente en cuanto a las graves: “Aceptar, los profesionales sanitarios, con motivo de la prescripción, dispensación y administración de medicamentos y/o productos sanitarios con cargo al Sistema Nacional de Salud, o sus parientes y personas de su convivencia, cualquier tipo de incentivo, bonificaciones, descuentos prohibidos, primas u obsequios efectuados por quien tenga intereses directos o indirectos en la producción, fabricación y comercialización de medicamentos y productos sanitarios” . Las sanciones respecto a esto pueden ir desde un mínimo de 30.000 euros hasta un máximo de 90.000.
Por otra parte, en la web de Farmaindustria, la gran patronal de las empresas farmacéuticas en el estado español, se puede leer, con fecha de Agosto de 2011: “las medidas aprobadas por el CISNS conducen a la industria farmacéutica a una situación límite y no solucionan los problemas financieros del SNS. Se empobrece la prestación farmacéutica que reciben los pacientes y se interfiere en la actividad profesional de los médicos”. Se refiere, entre otras cosas, a la “generalización de la prescripción por principio activo, que es inadmisible, limita la autonomía del médico y puede tener consecuencias negativas para los pacientes”. Es decir, la industria farmacéutica presiona al conjunto del sistema sanitario público cuestionando el uso de genéricos y poniendo como ariete a los médicos y a los propios pacientes. Por cierto, Farmaindustria dispone en su web de un apartado propio para “promocionar” la actividad de las asociaciones de pacientes.
Berna Gómez Edesa, trabajador del Hospital de Galdakao/Bizkaia
Juan Manuel Garrote Díaz, Presidente del Colegio de Médicos de Segovia, fue una de las personas que participó en el acto en el que habló Ramentol y que se comenta en el primer enlace. Él hizo una intervención en la mesa redonda sobre prescripción por principio activo. En dicha mesa el doctor Garrote, argumentó que «parece lógico que si los médicos en la prensa científica y libros de texto nos expresamos por principio activo (ppa) se haga de igual modo en las recetas y si bien somos los auténticos responsables de la prescripción a la hora de prescribir deberíamos saber además de los principios activos qué otras sustancias acompañan a la sustancia que prescribimos dando a este acto científico siempre un rango como tal sabiendo porqué debemos o no recetar tal o cual fármaco». Al jefe de Farmaindustria no le gustaron nada las palabras del médico.
¿Hay algún país donde se de libertad al paciente de elegir el tipo de medicina que quiere para si (homeopatía y/o alopatía y/o natural)? Entiéndase por «libertad» a que los dineros públicos sirvan a tales tratamientos. Que resultados tiene esta modalidad si es que hay de donde tomar referencia ¿alguien sabe algo al respecto?
El Sr. Ramentoldice esas cosas porque es consciente de que el médico no es libre, sino que está plenamente sometido a los dictados de la industria. E incluyo en el concepto de industria a las mal llamadas autoridades sanitarias. A través de la investigación ‘científica’ a medida, de los protocolos impuestos y de la formación dirigida, y de la labor policial de las autoridades, el médico solo es ‘libre’ para hacer lo que manda la industria. Así, el Sr. Ramentol llama «libertad de prescripción» a que el médico pueda recetar «aspirina» en lugar de «ácido acetil salicílico» y el contribuyente pague la diferencia. Menudo falaz está hecho el Sr. Ramentol.