Lo más importante de tu vida está en otra parte

Sigo leyendo, poco a poco, el libro K.O.L. (Líder de Opinión), del médico Federico Relimpio Astolfi. Conversación entre un visitador médico y un doctor en un «viaje científico», para un Congreso, vaya:

–A ver, Rafa, tú trabajas todavía creyendo en unos ideales, que se te ve, pero eso se te va a acabar… Y cuando por fin abras ese par de inocentes ojos y te des cuenta del podrido mundo en el que vives… ¿Qué vas a hacer? ¿Cómo vas a vivir?… Pues comerás de lo que sabes hacer, que es viendo pacientes, pagado como se paga en este país, que a lo mejor pones privada, quién sabe, si quieres estar más desahogado a costa de tener menos vida personal, que todo tiene un coste y, en la pública, irás con las ilusiones con las que va al trabajo un empleado de banca: a rellenar decentemente el expediente, sin crear ni crearte problemas, a ganarte la vida intentando evitar dejarte la piel en el intento, en un ocho a tres sin más, pero sin darle al mundo ni un átomo más de tu vida, con la convicción íntima de que no se lo merecen, que lo más importante de tu vida está en otra parte.

-Pues bonito porvenir me pintas – no puede sino responder un desolado Rafael después de escuchar este paseo turístico por los lugares de interés del alma médica – ¿Y todo eso es de tu cosecha?

-No es cosa mía, Rafa – contesta Pedro –, es una cuestión clave de todas las compañías farmacéuticas… A ver, ¿Tú en qué consumes la mayor parte de tu tiempo en el trabajo?

–En ver enfermos – esta vez la contestación de Rafael ha sido algo automático.

–Pues nosotros dedicamos gran parte del tiempo en observaros… ¿No ves que toda nuestra actividad depende de vosotros? Os tenemos fichados, catalogados, estudiados, disecados, analizados… Tenemos un mensaje para cada perfil. Decimos a cada quien lo que quiere oír, lo que necesita oír. Ese jefe encerrado entre el odio de sus subordinados y el desprecio de la dirección… Ese grisáceo arrastrabatas de ambulatorio que quiso ser premio nobel y terminó ahogado entre marías de ambulatorio que le gritan a diario porque va muy retrasado… O esta oscura y ajada rata hospitalaria que acaba de ser abandonada por su marido a los cincuenta y seis por una mujer más joven… O mejor este animal de laboratorio, otrora estrella de congresos y simposios, ahora olvidado de casi todos y recién divorciado de una mujer harta ya de una puta vida dedicada a un paseador de medallas por medio mundo… ¡Ése es nuestro papel! ¡Dar de beber al sediento y dar consuelo al afligido! ¡Hay libros sobre esto, mi amigo!

Por cierto, mañana jueves 2 de febrero se presenta en Barcelona el libro Los lunes son siempre malos, de Carmen J. Huertas, una crítica a la industria farmacéutica basada en hechos reales:

Lugar: El Corte Inglés. Sala de Ámbito Cultural, 6 ª planta (Avda. Portal de l’Àngel, 19 -21, de Barcelona).

Hora: siete de la tarde.

Más info

Suscríbete a mi Newsletter

¡Y únete a mi comunidad!

¿Te apasiona la salud, la alimentación y la ecología? No te pierdas mis investigaciones exclusivas y análisis en profundidad. Suscríbete a mi newsletter y recibe contenido directamente en tu bandeja de entrada.

¡Suscríbete ahora y sé parte del cambio!

¡No hago spam! Lee mi política de privacidad para obtener más información.

Compártelo:

8 comentarios

  1. Los poderosos sin diligentes y obedientes empleados no serian nada. Este es su punto debil que algún día habria que explotar.
    Estos empleados los podemos encontrar en empresas farmaceuticas, pasando por la banca, hasta en la policía cuando defiende el «orden» público.
    Su castigo es que nunca ascenderán al olimpo del poder por mucho que se acerquen.

  2. Los depredadores tienen la obligación de conocer al detalle a sus víctimas, es un buen ejemplo el del texto. Todo el tejido de esta sociedad se basa en la manipulación de la inmensa mayoría de la población por unos cuantas «alimañas» al servicio de quienes realmente toman las decisiones, como digo siempre: no confundirlos con los políticos «visibles» y demás marionetas.

  3. Quiero enviar desde aquí mi enhorabuena al Dr. Relimpio por su libro, tanto por la forma literaria tan amena que utiliza como por la trascendencia del mensaje que nos trasmite que no puede dejar indiferente a nadie.

    Independientemente de que sea o no sea un relato autobiográfico, cuenta con gran realismo el submundo de la industria farmacéutica y sus artimañas para conseguir que sus presas les agradezcan sus favores con prescripciones o en el caso de los KOL apoyando sus argumentaciones científicas en reuniones en centros de salud (o haciendo bolos como hace un tiempo nos contaba en una reunión de amigos uno de estos personajes líder de opinión en HTA).

    No es necesario hablar mucho más del triste papel que diseñan las farmacéuticas para los visitadores médicos, pero como nota agria de humor quiero añadir que la frase «Dar de beber al sediento» te puedo asegurar que como «buenos profesionales» algunos se la toman al pie de la letra.

  4. Estaba calladito esperando tu comentario y sabía que este punto te tocaría el alma. Es la esencia de la fragilidad del sistema público de salud frente a la industria. La baja-bajísima autoestima en la que cae una persona con la formación más larga que se dispensa en España, con unas expectativas limitadas en lo económico y en lo administrativo, cuando la política RRHH del SNS ha sido una auténtica dejación de funciones. Es el punto flaco psicológico que aprovecha la industria para hacer su agosto. Ver la presentación:
    http://www.slideshare.net/FedericoAstolfi1/la-industria-farmacutica-20

    1. Federico, creo que de manera literaria lo explicas muy bien en tu libro, el plano psicológico está bien trabajado y por ello se lee con soltura e interés. No sé qué opinará de esto Visitador médico y ya de paso que explique, sí, qué es eso de «zafileroso».

  5. Esa forma de actuar tan sistemática, buscando siempre las debilidades del prescriptor, me recuerda a las ‘máquinas’ de Matrix.
    Su método solo falla cuando se encuentran con alguien que se mantiene en su sitio; alguien determinado a seguir el camino que se ha trazado a pesar de los cantos de sirena.
    Y de esos, también los hay.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *