La sombra de la "factura informativa"
Me he estado asesorando sobre la llamada “factura informativa“, el documento sobre lo que cuesta un tratamiento en la sanidad pública que el gobierno madrileño va a entregar a los usuarios para “concienciarles” de lo caro que resulta utilizarlo. No tiene mucho sentido que un paciente del barrio de, por ejemplo, Orcasitas reciba una factura en la que se le diga que su tratamiento de oncología alcanza la suma de 120.000 € , llegado el caso. En España el paciente solo puede elegir directamente la petición de una cita con su médico de cabecera (o pediatra) o ir a Urgencias de un hospital. No hay acceso directo al especialista (como en otros paises europeos). Tampoco parece que el paciente pueda decidir él mismo si se hace una colonoscopia o una resonancia magnética.
El gasto sanitario lo realiza el facultativo, que es el que prescribe y el que indica la intervención, ¿entonces para qué tanto afan en explicarle a la gente el precio de las intervenciones quirúrgicas? Si alguien lo quiere saber, cada Comunidad Autónoma publica los precios anualmente del valor de cada intervención (de cara a conciertos…).
Hay colectivos de profesionales sanitarios como Cas Madrid que piensan que la factura sombra forma parte de una estrategia para ir “convenciendo” a la población de lo cara que es la sanidad y que es necesario volver a pagarla en el momento del uso (repago).
Si están tan preocupados con el gasto (muy inferior a la media europa de los 15), que metan mano y racionalicen el gasto en farmacia (compras centralizadas, entrega de medicamentos en los propios centros de salud, etc). Si continúan preocupados que hagan una campaña de facturas sombra indicándonos cuanto cuestan los asesores, las fragatas, los gastos de los políticos, los policiales, los del Ejército y demás inversiones secundarias.
¿Para cuando una ley de transparencia que nos permita conocer en qué gastan los políticos nuestro dinero?
Lo que verdaderamente sale caro, ya que nos ponemos así, es lo privado. Para salvar al sistema financiero, a la banca, parece que se saca el dinero sin problemas. Una semana sí y otra también. Dinero que sale o saldrá de nuestros bolsillos, si no de nuestra sangre. Tiempo de canallas, que diría Liliam Hellman.
Hay autonomías en las que se está entregando una factura “informativa” del coste que ha supuesto nuestra visita al médico, de la asistencia que recibimos en Urgencias, de la intervención quirúrgica que hemos sufrido o de cualquier gasto que ocasionamos por ponernos enfermos. Naturalmente, me estoy refiriendo a la sanidad pública. Lo hacen con la “sana” intención de que tomemos conciencia de lo que cuesta atendernos, aunque seamos nosotros mismos, con nuestros impuestos y cotizaciones los que pagamos.
Se propone que a partir de HOY:
Cada vez que el rey, el presidente del gobierno, un/una ministro / presidente de comunidad autónoma, diputado/a, senador/a, presidente de diputación, alcalde, etc. etc. etc, se suba a un coche oficial, se le entregue la factura.
Cuando visite centros de mayores o colegios, engalanados especialmente para su visita, se le entregue la correspondiente factura.
Cuando asista a la multitud de fiestas, recepciones, comilonas, que se organizan por cualquier cosa, que le entreguen la correspondiente factura.
Cuando se suba en trenes o aviones para viajar en clase especial, se le entregue la correspondiente factura.
Todo ello, con la única intención de que “tomen conciencia” de lo que nos cuesta a todos los ciudadanos el mantener los cargos públicos, y hagan buen uso del mismo!!!
No es un tema nuevo. En algunos hospitales vascos ya se hacía algo parecido hace unos años. Ahora mismo solo cabe una interpretación respecto a su objetivo: preparar terreno para volver a pagar por algo para lo que creíamos que cotizábamos. Pero lo hacen partiendo de algo tan absurdo como decirnos lo mucho que el sistema público se gasta en nosotros a nivel personal. Y es cierto, muchas de las técnicas y tratamientos son caros, muy caros incluso. ¿Y qué? ¿Qué problema de conciencia puede tener una persona que necesita un marcapasos, un tratamiento quimioterápico,un tratamiento crónico de diálisis, un trasplante de hígado, una intervención quirúrgica, un tratamiento farmacológico de por vida contra la diabetes, y un millón de etc.? ¿Para qué se le informa a alguien de lo que cuesta una radiografía, una analítica y un escánner que le hacen cuando acude a una urgencia hospitalaria? Es absurdo del todo. Se tiene derecho a la asistencia sanitaria o no se tiene y por ahora se tiene con todas las consecuencias. Por ahí no parece que haya nada que discutir. Y en cuanto al objetivo de verdad que vemos detrás de este tipo de actuaciones, preparar el terreno para el copago, repago o como se le quiera llamar, la cosa tampoco tiene mucho recorrido ideológico. Dos consecuencias tendrá tal dinámica: el final de la equidad y la universalidad de la asistencia sanitaria pública y el empeoramiento de la salud de la población en general.
Otra cosa es si los recursos técnicos y farmacológicos se utilizan adecuadamente por parte de los profesionales. Y en muchísimas ocasiones no se utilizan. Hay muchas pruebas analíticas, radiológicas, etc. que se hacen sin sentido o con demasiada facilidad (lo dicen muchos de los profesionales del propio medio sanitario); y, por supuesto,la excesiva medicalización de la gente, de todos los segmentos de la población, cada vez más con el aumento de las patologías crónicas relacionadas con el aumento de la edad. Pero esta cuestión es responsabilidad de las autoridades sanitarias y también, en buena parte, de los propios profesionales; en un mínimo porcentaje se le podría achacar al paciente, al usuario del servicio sanitario público el mal uso del mismo. Al respecto, apenas se invierte en mejorar el conocimiento y la conciencia de la gente hacia la autogestión de la salud y hacia un buen uso de los servicios, cosa que pasaría por campañas de información sobre buenos hábitos de vida y alimentación y de información sobre la estructura organizativa del sistema para un adecuado uso del mismo.
Resumiendo, este tipo de campañas tratan de cambiar la percepción que tenemos sobre los derechos a los servicios públicos que tanto ha costado conseguir, aprovechando el shock de la “crisis” para desmantelar lo público al sevicio universal de la población. Es muy acertada la reflexión final de Miguel Jara sobre las “inversiones secundarias” y en la hay que insistir: defender el gasto en lo público y reducirlo en la intervención militar en Afganistan, Libia o cualquier próxima guerra imperialista; acabar con la financiación bancaria desde los fondos públicos; que la casa real desaparezca o que se busque la vida (de manera honrada, se entiende) para financiarse su vidorra; y, sobre todo, se ataque el fraude fiscal en toda su auténtica dimensión.
Lo siento por la extensión, un abrazo y ánimo Miguel.
Es incompresible como puede esta gente tratarnos asi a los ciudadanos.Cuando dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, yo pregunto ¿quienes?desde luego la clase politica evidentemente, nunca ha habido 17 estadillos, con muuuuuuuuuuchisimos organismo pùblicos donde se coloca a la familia,nunca ha habido tantisimo coche oficial de altisima gama,con unas viviendas oficiales que en algunos casos como el Ayuntamiento de Madrid un edificio que tenia que ser patrimonio de la humanidad de lo bonito que es,-despilfarro derrochero enorme que han concorrido esta clase politica, la anterior y la que esta ahora que son iguale.Por tanto amigos, mandarlos a tomar viento.
Lo de privatizar lo voy a tocar un poco. ¿Qué día en Cataluña, nos dirán cuanto queda de sanidad pública? Esa gran zona que le llaman, Ciudad Sanitaria que es el Valle de Hebrón, ¿cuánto queda de ella en cuanto a la sanidad pública? Acabamos antes si nos dicen el % que ya esta privatizado. Esto lo han hecho a la espalda de los ciudadanos, ahora no les salen las cuentas, normal, pero de esas cuentas no tiene culpa el paciente, la educación sanitaria no se ha llegado a hacer nunca. Incluso a veces juegan con las imágenes, un ej: se dice, miren que lleno está este ambulatorio no se llega a cubrir el gasto en recetas, en personal; salen las imágenes en televisión, luego es cierto, esas personas están. La otra imagen la que no se ve por mucho que miren: las personas sin recursos pasan el día buscando sitios en los que poder estar calientes o fresquitos según la época del año, uno de esos sitios habituales son los ambulatorios y se llenan sí, pero no todo el que esta ha ido a visitarse. Son los mismos a los que cuando se visiten les harán pagar la receta para la que no les llega con lo que cobran y a los mismos a los que intentaran que se sientan culpables de ser pobres y con mala conciencia por haberse hecho una prueba que ha sido por decisión facultativa. ¿Para que esta Sanidad?
Seguiremos poniendo rostro humano a esta insensatez de sistema. Si a alguien se le ocurre afirmar que esto no es verdad lo sentiré por las personas que lo viven, será otra forma de no querer ver la cara más inhumana de esta sociedad, la pobreza existente. Yo lo he visto trabajando.
En mi opinión ha mucha leyenda urbana con el excesivo consumo de fármacos “gratis” por parte de las personas jubiladas. No sé porqué me da que si se hace un estudio serio, no es para tanto. Además en este caso es también el o la médico quien hace la receta, quien puede regularlo, no el o la paciente. Tengamos en cuenta que el repago puede igualmente disuadir a quien realmente necesita un fármaco. Por lo que realmente hay que pelear es por una producción y distribución pública y universal de los fármacos genéricos demostradamente necesarios.
Mi discrepancia. Casi nada o nada es gratis y lo gratis o lo “aparentemente” gratis parece que induce cierto descontrol en el uso. La Banca y los Comercios lo saben muy bien promocionando tarjetas de pago y créditos que nos inducen a comprar más de lo previsto.
El “consumo” sanitario aunque es un consumo aparentemente obligado, también parece estar influido por lo anterior. Un ejemplo que he leido puede ser revelador: el consumo de jubilados con medicinas gratis es mayor que el de jubilados con pago parcial.
Estoy de acuerdo que la factura informativa es una etapa previa al pago por uso.
Artesano estoy de acuerdo, es certo que el “todo gratis” favorece la hipermedicalización, se pierde el valor de las cosas. En este caso sin embargo parece que lo que se pretende es justificar recortes, denigrar lo público, privatizar la sanidad.
Quienes pueden vivir o malvivir de su trabajo honrado (hay quien no puede porque está en paro), además de ser con su labor los mayores creadores de riqueza social, pagan religiosamente todos los impuestos y cotizaciones: Seguridad Social, IVA, de Circulación, IBI, IRPF… Tendrían también que mostrar “su factura informativa”. Totalmente de acuerdo con lo expuesto por Miguel Jara. Chapeau!
“Tampoco parece que el paciente pueda decidir él mismo si se hace una colonoscopia o una resonancia magnética.”
Miguel, como es eso? Así que el paciente debería “decidir” que estudios realizarse? Si muchos estudios solicitados por el médico son inútiles o están mal indicados, no quiero imaginar que ocurriría si les damos a los pacientes la posibilidad de hacerlo. Así se entiende el fenomenal descalabro del sistema sanitario. Por favor, aclárame si estoy equivocado. Imagínate ” Yo me medico en Facebook” o “envía un twitter con tus estudios favoritos”.
Saludos.
Carlos, quizá está mal expresado, me refiero a que no es el paciente quien elige sino el médico y por ello no tiene sentido decirle al paciente lo caro que es lo que otra persona le manda hacer.