Antipsicóticos por rutina para niños autistas (y para quienes no lo son)
Por un caso que llevamos en el Bufete, estoy viviendo casi en primera persona la angustia de unos (muchos) padres que ven a su hijo autista desatendido por las instituciones y acosado por toda la cadena de venta de esos fármacos, tan peligrosos como inútiles para chicos autistas, como son los antipsicóticos. Nuestro interlocutor sabe de lo que habla no obstante es psiquiatra jubilado.
La escuela quiere deshacerse de su sensación de fracaso y tener al chaval -e insisto que el caso no es único- quieto unos meses como sea o fuera en una institución; la institución, centro de día y sus auxiliares, monitores, directores, etc, quieren orden y tranquilidad; los padres están agotados, angustiados; el psicólogo “da pautas” que abruman más a la familia o son ineficaces; el psiquiatra o pediatra con pocos conocimientos de autismo (esto si no tiene intereses no declarados directos o indirectos en conflicto con la salud del paciente) y con muchas demandas que atender en varios sitios, quiere salir del paso y aparecer que es efectivo; y todo esto en el contexto de ausencia de entornos y/o apoyos específicos para el autismo y particularmente en servicios de adultos.
La magia de la receta de antipsicóticos “resuelve” esto y lleva tarde o temprano a la institucionalización y las enfermedades crónicas y discapacidades añadidas (neuroleptización). A esta cadena de despropósitos hay que unir de manera implícita a muchos medios de comunicación, en este caso concreto algunos alineados con las tesis medicalizadoras de la administración autonómica en que residen el chico y su familia y que se puede constatar haciendo una investigación o auditoría de lo que está ocurriendo.
Uno de los resultados de este creciente uso de antipsicóticos en discapacitados, con o sin autismo, ancianos con demencia, adolescentes difíciles y delincuentes en acogida, trastornos de personalidad en prisión, esquizofrénicos y bipolares crónicos y niños con Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) van a ser las muertes adicionales en España en las dos o tres próximas décadas.
“Haré lo posible para que mi hijo no esté en esas cifras“, concluye.