Una nueva ética para la vida

Como sabéis, a finales del pasado mes de junio, el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, Argentina, acogió un Congreso Internacional de Salud Socioambiental en el que participé con una conferencia y enviando crónicas de lo allí ocurrido. En dicho foro, se puso de manifiesto que el avance de los modelos extractivistas, depredadores de las diversidades biológicas y culturales, es una constante, fundamentalmente en los países del cono Sur, pero también en el Norte donde las crisis se agudizan.

Las crisis financieras, de un modelo económico basado en el consumismo y la especulación, han profundizado las dificultades para acceder a los alimentos para millones de personas en el Planeta.

La crisis climática global, la contaminación de aguas superficiales y de acuíferos de agua dulce provocada por los modelos de producción impuestos, la disminución en la calidad de los alimentos (que, además, aumentan sus precios), las ciudades en las que respirar se vuelve un acto casi suicida por la cantidad de partículas en suspensión en el ambiente, la aparición de nuevas “epidemias” y el desarrollo y experimentación con nuevas vacunas y medicamentos, son algunos de los cotidianos desafíos que enfrentamos quienes dedicamos nuestra vida a entender los procesos de salud-enfermedad-cuidado de los seres humanos.

También la aparición de “nuevas” propuestas de desarrollo energético, como la fractura hidráulica o fracking, el “retorno” de la apuesta a la energía nuclear, tanto como la expansión de cultivos y alimentos transgénicos, amenazando irresponsablemente la integridad genética de nuestra especie, en un planeta cada día mas intoxicado con químicos, de los que poco o nada se sabe en términos de biodisponibilidad.

En sus conclusiones la organización del evento destaca que «hoy nuestros compromisos se fortalecen en los NO que hemos expresado en este Congreso»: 

– No al experimento global al que nos someten con los cultivos y los alimentos transgénicos. Seguiremos luchando por una América Latina y un Planeta Libre de Transgénicos, como única alternativa que garantice las bioseguridad y la alimentación de nuestros pueblos. Las clarísimas exposiciones científicas sobre la “mala ciencia” que los promueven que hemos compartido en este Congreso, no dejan lugar a dudas sobre la amenaza que significan los transgénicos.

– No a las fumigaciones masivas con agrotóxicos que nos enferman, matan y contaminan nuestras comunidades. Nuestras luchas locales para lograr legislaciones que nos protejan y limiten las fumigaciones se enmarcan en un compromiso por lograr, también, una América Latina y un Mundo libre de Agrotóxicos en el marco de otro modelo de agricultura.

También hemos podido escuchar en estos días pruebas contundentes, tanto de los testimonios de las comunidades como de investigadores y profesionales de la salud comprometidos con las mismas, de los daños que este modelo productivo genera en todos los territorios. En este sentido, ratificamos lo proclamado en el 1er Congreso de Salud Socioambiental, al declarar a los agrotóxicos “armas de destrucción masiva”.

– No a la agricultura industrial y sus corporaciones, que contamina, nos expulsa de nuestros territorios, lleva al acaparamiento de tierras y es, finalmente, la principal responsable de los casi más de mil millones de hambrientos en el mundo.

– No a la minería contaminante que pretende licuar nuestros territorios extrayendo materias primas para alimentar a las grandes compañías y que desvasta nuestras tierras, contamina nuestras aguas y expulsa a quienes habitamos esos espacios, para convertirlos en pocos años en vertederos de sus residuos.

– No a las industrias extractivas energéticas que hoy, con el fracking a la cabeza de las apuestas hacia el “futuro”, pretenden seguir contaminando y alimentando al monstruo del consumo destruyendo la biodiversidad y amenazando con nuevos riesgos de contaminación y movimientos telúricos.

– No al avance silencioso y mortal del asbesto/amianto en nuestros territorios.

No a la medicalización de la sociedad y al poder de las corporaciones farmacéuticas (muchas de ellas son las mismas que las compañías agrobiotecnológicas) que amenaza la salud desde la fragilidad de aquellos que padecen enfermedades y que engrosan sus ganancias produciendo nuevas enfermedades y muerte.

– No a la mercantilización de la vida y la naturaleza.

– No al poder corporativo que corrompe y controla a gobiernos, ONGs y centros de estudios poniéndolos al servicio de sus intereses, vaciando sus discursos y cooptando sus prácticas, muchas veces, bajo los ropajes de “responsabilidad social corporativa”, expresión con la que el filantrocapitalismo pretende pasar por “verde”.

– No a la ciencia sin conciencia, al servicio de los intereses del poder económico y/o político-militar mundial.

– No a la criminalización de nuestras luchas y a la persecución y asesinato de dirigentes y activistas.  

Pero también son muchos los SÍ con los que dejamos Rosario para retomar el trabajo en nuestros territorios:

– Sí a la comprensión de la Salud como el ejercicio del derecho a luchar por una vida digna, fortaleciendo las diversidades y deconstruyendo las hegemonías, así como bienestar individual, interés colectivo y condición esencial para vivir libres. Entendemos que, en efecto, la libertad sustancial está disminuida cuando predomina la enfermedad. Pensamos en Salud, como construcción histórica, social, cultural, intrínsecamente vinculada a la cuestión ambiental.

– Sí al amor como declaración política, desde un ámbito científico, como fundamento de toda acción humana, de la mano de una nueva ética para la vida.

– Sí a la soberanía alimentaria como camino para recuperar el control de nuestros sistemas alimentarios y poder producir alimentos saludables y diversos, en armonía con los ecosistemas y con la posibilidad cierta y concreta de que nadie tenga que sufrir el flagelo del hambre. En este sentido, el ejemplo de los movimientos campesinos, los agricultores familiares, los huerteros urbanos, moviliza y contagia esperanzas.

– Sí a la articulación en múltiples redes complementarias, diversas y sistémicas que fortalezcan un nuevo tejido social en el que los pueblos recuperen el poder sobre sus vidas y la política se resignifique como camino para construir el bien común sobre la base de la autonomía y la autodeterminación de los pueblos.

– Sí a las Universidades Públicas trabajando codo a codo con quienes son su razón de ser: los millones de personas que sostienen con sus dineros al Estado. Exigimos Casas de Estudios que formen profesionales comprometidos con la búsqueda y generación de un conocimiento al servicio de las necesidades de la población y no de las corporaciones o los intereses individuales.

– Sí a una ciencia comprometida con la vida bajo la construcción de un nuevo paradigma decolonial que parta de un lugar distinto al impuesto por la modernidad eurocéntrica y los intereses a lo que esta responde.

– Sí a un modelo energético que comience por cuestionar el actual consumo energético de nuestras sociedades, la distribución del mismo y que se fundamente en la utilización de energías renovables descentralizadas.

– Sí a las semillas como patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, libre de propiedad intelectual y de transgénicos.

– Sí al nacimiento de una nueva sociedad basada en la solidaridad, la cooperación, la complementariedad, la alegría y el amor.

El próximo Congreso será en el año 2015, en la misma Facultad y yo, como la mayor parte de quienes hemos participado en el evento, me he venido con la convicción de estar andando una verdadera hora de solidaridad junto a miles de personas que en todo el mundo trabajan a diario para hacer realidad esos nuevos amaneceres que nos merecemos ver…

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Un comentario

  1. Estimados y admirados amigos:
    Me tenéis a vuestra disposición para apoyar el la medida de mis medianas fuerzas todas las iniciativas para acabar con las prácticas intoxicadoras de todo género que se usen en cualquiera lugar del planeta, colaborando con vuestra lucha y poniendo todo el empeño posible para hacer de la TIERRA EL LUGAR HABITABLE QUE NUNCA DEBERÍA HABER PERDIDO, Y MUCHO MENOS DEBIDO AL LUCRO Y LA AVARICIA DE UNOS POCOS DESHUMANIZADOS ESPECULADORES.

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