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¿Crea adicción el «sexo on line» y es esta una enfermedad?

El País Semanal ha publicado un extenso y documentado reportaje titulado Enganchados al porno «on line». Hay detalles morbosos para el que quiera pero a mí me interesa lo «saludable» del asunto. El gusto «excesivo» por el sexo o «adicción» al mismo ha tratado de conceptualizarse como una enfermedad.

Intersex, adicción al sexo en la Red, subtipo de adicción al sexo. Para otros, un subtipo de adicción a Internet. Hipersexualidad, según otros especialistas. Con la llegada de Internet se han expandido también nuevas «prácticas sexuales» y el «interés» por mensurarlas y etiquetarlas, ¿quizá como enfermedad? El autor del texto cita esta polémica científica:

Muchos expertos como Carlos Chiclana venían reclamando desde hace años la inclusión del trastorno hipersexual en el estadounidense Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, en sus siglas en inglés), la biblia de los psiquiatras. Estos especialistas confiaban en su aparición en la edición del DSM-V presentada hace un año. Pero no fue así».

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=Ti0R0yvVQI0[/youtube]

Cierto. Hace cerca de tres años contábamos en el post titulado Las nuevas «enfermedades mentales» que se preparan, otra pandemia precocinada, la existencia de una plataforma de profesionales sanitarios denominada Stop DSM contraria a la inclusión en el nuevo Manual, publicado finalmente en 2013, de ciertos «nuevos trastornos».

Entre ellos, el Síndrome de Riesgo de Psicosis, el Trastorno Mixto de Ansiedad Depresiva, el Trastorno Cognitivo Menor, el Trastorno de Atracones, el Trastorno Disfuncional del Carácter con Disforia, el Trastorno Coercitivo Parafílico, el Trastorno de Hipersexualidad y el de Adicciones conductuales.

Cuenta El País que el DSM-V ha descartado la adicción al sexo basándose en que no es posible definir qué constituye exactamente una actividad normal sexualmente hablando. Al no poder definir qué es una sexualidad normal, tampoco ha resultado posible de momento definir lo extraordinario y, por extensión, incluir el trastorno de hipersexualidaden el manual psiquiátrico de referencia.

Así que, teóricamente, no existe. En el equivalente europeo, el ICD-10 (la Clasificación Internacional de Enfermedades), sí cita un impulso sexual excesivo. Existe hasta una revista científica especializada: Sexual Addiction and Compulsivity.

En el reportaje queda claro que hay profesionales que tratan casos de personas que podrían ajustarse a estos patrones. Algo ocurre. En lo referente al cibersexo, indican, podríamos hablar de varios grados: leve, moderado o grave, en función de cómo esta realidad afecte a la vida de esa persona.

Fue en 2000 cuando el doctor Al Cooper, de la Universidad estadounidense de Stanford, estableció las variantes del uso internauta con fines sexuales y el grado de dependencia según su frecuencia de empleo. En su estudio Cybersex: the dark side of the force (Cibersexo: el lado oscuro de la fuerza), basado en un muestreo de 9.000 personas, casi la mitad pasaba menos de una hora desarrollando actividades sexuales online, un 8,3% constituía casos de riesgo y solo un 1% lo vivía como una adicción.

Con ese mismo término, ‘adicción’, cataloga el catedrático de Psicobiología de la UNED Emilio Ambrosio a los enganchados al cibersexo. Como prueba ilustra el artículo científico Prelude to passion: Limbic activation by unseen drug and sexual cues, publicado en 2008 por el departamento de psiquiatría de la Universidad de Pensilvania y en el que se argumenta que tanto la cocaína como las señales sexuales activan el sistema de recompensa cerebral».

No me digáis que este asunto no es apasionante. Sea como fuere, Allen Frances -ex jefe del Grupo de Tareas del DSM-IV- ofrece en su escrito Abriendo la Caja de Pandora: las 19 peores sugerencias del DSM-V algunas nociones sobre esas supuestas “enfermedades mentales”.

Del Trastorno de Hipersexualidad comenta que será

un regalo para los buscadores de excusas en los falsos positivos y un potencial desastre forense”.

Añadiría que con las denominadas Adicciones conductuales lo que se estaría medicando, llegado el caso, son elecciones de vida, erróneas o no, éticas o morales o no, mejorables o no, pero lo cierto es que cualquier persona podría ser considerada mentalmente enferma y medicada si es considerada simplemente adicta a las compras, al sexo, al trabajo, al fútbol, a la tarjeta de crédito o a los videojuegos.

¿Vosotros que pensáis?

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9 comentarios

  1. Un humano lo único que controla es su conducta, jamas pierde el control de ella. Otra cosa es que PERCIBA que lo que hace está fuera de su control, pero obviamente esto no es así. Lo que el humano no quiere son las consecuencias que a medio o largo plazo le reporta, como es lógico, su pasión por algo. No conozco nada a lo que se le pueda atribuir capacidad adictiva (otra trampa del lenguaje) que no le genere bienestar a su consumidor (en el corto plazo, claro). Que al hecho de buscar bienestar cortoplacista sin reparar en las consecuencias a medio o largo plazo le queremos llamar enfermedad…..pues lo haremos seguramente por una serie de razones interesadas. Desde este punto de vista entonces somos todos enfermos desde el momento que usamos el ascensor. El ascensor a corto plazo nos genera bienestar y soluciona un problema complejo de forma simple a corto plazo, pero….añade mas sedentariedad (nos acerca a la muerte), consume energía a borbotones, gastos (mas energía), etc..etc..es decir, a medio y largo plazo las consecuencias de su uso masivo no son muy buenas y hasta trascienden al individuo. Pero claro, eso está en el futuro. ¿A quién le importa?

  2. Yo propongo otros diagnósticos para el próximo DSM:

    – Síndrome de prescripción compulsiva
    – Trastorno de insensibilidad e indiferencia hacia el paciente
    – Trastorno de manía diagnosticadora en otros
    – Trastorno de carencia de pensamiento objetivo-científico interesado
    – Complejo de arrogancia desmesurada con sordera selectiva
    – Trastorno de mentira compulsiva del visitador médico
    – Trastorno por falta de ética
    – Trastorno de estrechez del campo de posibilidades en universitarios recién doctorados (también denominado trastorno del lavado de cerebro)
    – Complejo de Dios (caso típico a citar, Joseph Biederman)
    – Complejo del oncólogo carnicero
    – Complejo de obsesión alopático-medicamentosa con tendencia a ultramedicalizar
    – Complejo disease-mongering (también denominado ‘uh, que viene el lobo’)
    – Trastorno de pulsiones asesinas en pacientes afectados por una medicina de mierda
    – Trastorno de la madre desolada (o padre desolado) por errores médicos producidos en su descendencia

    1. Agregaria….

      Psicopatía de quienes tomaron fraudulentamente el poder de fabricar y fabricarse dinero para saqueo y control de los pueblos.
      Psicopatía del banquero siervo de los psicópatas fabricantes de dinero.
      Psicopatía del político traidor a la patria (pueblo) que negocia con banqueros psicópatas
      Psicopatía del oligarca (que se jodan) que vive de vender la salud, la libertad y la vida de sus prójimos.
      Psicopatía de los jueces sumisos a todos los psicópatas con poder.

      Un camión de antipsicoticos por favor…
      .

  3. Menos la mentira, el robo y el genocidio institucionalizado por algunos gobiernos y su gabinete, todo lo demás sera una enfermedad, hasta respirar

  4. Lo que creo es que el cybersexo, como todo, puede ser una adicción si se transforma en una conducta que no se puede dominar, si vive en la mente de la persona en todo lugar y momento o si significa una vía de recompensa.
    No se trata de moralidad (bueno, de eso se podría hablar, ya que la pornografía ofrece también aberraciones).
    «Eso» que nos gobierna es adicción, y por lo tanto merece ser atendido como tal, de la misma forma que el alcoholismo, drogadiccion, exceso de trabajo, compras, comida, etc. etc.
    Saludos !

  5. Vamos a hacer un poco de historia: «Al hospital vinieron tres para ver qué podían hacer para matarnos. Luego nos presionaron todo lo que pudieron a través de detectives, periódicos y hasta congresos, en los que nos ponían verdes». La iatrogenia causó, causa y causará estragos mientras no se separe a los depredadores de sus presas: «El dinero tira mucho». Hay incontables ejemplos, aquí y ahora, que son dolorosos y cercanos como los recogidos en este mismo blog y tantos otros que van saliendo poco a poco a la luz… Las citas entrecomilladas corresponden a este artículo: http://www.publico.es/espana/517630/el-pediatra-que-descubrio-el-farmaco-que-deformaba-a-los-bebes y se refiere al radiólogo infantil Klaus Knapp que descubrió que el sedante para embarazadas (para evitar nauseas) talidomida era el culpable de terroríficos efectos adversos en bebes recién nacidos. No necesitamos que inventen fármacos para presuntas nuevas enfermedades. Se necesita ese esfuerzo, investigación y recursos para curar a los ya causadas por esos «imprescindibles» medicamentos, (el último entrecomillado si que es mio…)

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