Lobby y conflictos de intereses en el mercado europeo de medicamentos
La llegada a la presidencia de la Unión Europea de Jean Claude Juncker supuso la amenaza de que la agencia que regula los fármacos en Europa volviese a depender de la Comisión de Empresa e Industria en vez de la de Salud. Ya había sucedido con anterioridad, con lo que de mercantilización de la salud conlleva el asunto… pero esta vez la presión de colectivos sociales, sanitarios y políticos consiguió que Juncker diese marcha atrás a sus intenciones y se produjo una victoria para la Salud Pública europea en su batalla por la responsabilidad de la regulación farmacéutica.
Los medicamentos no son un producto como cualquier otro, claro. Pero el presidente de los europeos estuvo tentado de ceder a las presiones, cotidianas por otra parte, del lobby farmacéutico,que intenta que todo lo que tenga que ver con la salud preste un rédito económico y que las políticas de la UE protejan sus intereses comerciales.
Llevo muchos años, al menos desde que en 2007 publicamos el libro Conspiraciones tóxicas. Cómo atentan contra nuestra salud y el medioambiente los grupos empresariales, difundiendo la idea de que en parte el cáncer de la actual democracia es su cooptación por las grandes industrias con herramientas bien definidas como el lobby, las puertas giratorias y los conflictos de intereses.
Ahora me entero de que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha publicado la revisión de su política de declaración de conflicto de intereses. La revisión incluye una serie de medidas que tendrán en cuenta la naturaleza de los intereses declarados así como el periodo de tiempo que debe transcurrir para no entrar en colisión.
Esto está muy bien, cada vez se pone más el foco en este problema; no puede ser que en la EMA haya personas que han trabajado (y que en el futuro trabajarán) en la industria que cuyos medicamentos han de controlar. El zorro no ha de cuidar de las gallinas al menos si no queremos quedarnos sin gallinero.
Tengo muy claro que esos conflictos son los que nos han conducido a una epidemia de iatrogenia o daño causado por los tratamientos sanitarios que matan cada día en Europea a 548 personas. Como lo habéis leído. Un problema cada vez más judicializado en la UE (vamos camino de lo que ocurre en Estados Unidos) pues no queda otra de momento. Incluso comienza a haber ayuntamientos que declaran a fabricantes de medicamentos dañinos empresas non gratas.
Por eso no me deja tranquilo que la EMA comience con buenas intenciones su “nuevo curso” pero avise de que los requisitos para permitir ciertos conflictos de intereses serán por grados.
Lo que está haciendo la EMA, toda vez que no se ha conseguido que dependa de Industria, es revisar “a la baja” sus criterios para decidir si un miembro o empleado del órgano cae en conflicto de intereses. Los propios responsables de la institución reconocen que el enfoque que había hasta ahora respecto a esta cuestión era “demasiado rígido”. Ha llegado la hora de la mano firme con un problema que no puede tratarse con tiritas sino más bien con bisturí pero en la EMA miran para otro lado.
Este tipo de artículos hace que sonría, despiertan ternura en mi alma sensible. ¿De verdad no sabes Miguel con quién estas tratando?, ¿de quién hablas?. Si todo es muy simple hombre. “Todo está atado y bien atado” -como decía aquel- desde hace muchos años ( o siglos o…). El rebaño debate sobre la altura de la cerca mientras se rie el pastor, afila sus dientes el perro y se relame el amo con su próximo festín…
El problema de los conflictos de intereses en los organismos reguladores supranacionales (OMS, EMA) es la guinda del pastel. Es un problema muy grave pero, como tú bien señalas, parece que miran hacia otro lado. Parece tema tabú señalar que muchos miembros de las comisiones reguladores tienen, han tenido o tendrán serios conflictos de interés porque regulan sobre temas sensibles para la que ha sido, es, o será su empresa. ¿Cómo vamos a dudar de la honestidad de estos expertos? ¿Cómo vamos a impedir que la experiencia y conocimiento de “los mejores” circule libremente pasando de empresas a organismos reguladores y viceversa?.
Es un tema importante, pero sólo la guinda del pastel. Porque el pastel también tiene tela. Primero, el 75% de los ensayos clínicos patrocinados por la industria es escritura fantasma (ghot writing). O sea, es información concienzudamente preparada por los laboratorios para el personal sanitario por trabajadores de dichas empresas, y uno o varios médicos de prestigio sólo ponen su nombre. Segundo, se tiende a financiar los estudios que interesan a los laboratorios, dejando el resto de temas a la financiación estatal (que está en franca retirada). Tercero, la formación continuada, los congresos y simposiums, etc, están financiados en gran parte por los laboratorios. Y cuarto, las revistas médicas en las que se publican los estudios, dependen en gran parte de la publicidad de medicamentos y otros productos.
Este panorama global conforma un mejunje trufado de conflictos de interés del que es muy dificil escapar, aunque los sanitarios tengan buena voluntad y no quieran hacer daño con los tratamientos.