¿Es posible estar conectados sin estar contaminados?
Hace unos días fue el Día de la Discapacidad. Una de las caras olvidadas de la misma es la Electrohipersensibilidad (EHS) o la enfermedad que provoca la contaminación electromagnética. Las personas afectadas en Europa exigen su reconocimiento oficial como enfermedad ambiental, algo en lo que les lleva «ventaja» otro colectivo machacado por otra de las contaminaciones modernas, la de los productos químicos. Me refiero a los enfermos de Sensibilidad Química Múltiple (SQM).
La electrohipersensibilidad está producida por la contaminación electromagnética generada por las tecnologías móviles e inalámbricas: antenas de telefonía y radiotelecomunicaciones, teléfonos móviles e inalámbricos, tablets, Wi-Fi, los nuevos contadores inteligentes instalados por las compañías eléctricas, los hornos microondas o los vigila-bebés.
Las personas afectadas se ven obligadas a evitar estas fuentes de radiaciones, pudiendo sufrir el abandono de su vivienda, la pérdida de su trabajo y la falta de accesibilidad a los servicios públicos básicos (sanidad, educación o transportes), lo que se traduce en una situación de desigualdad.
En la actualidad, la electrohipersensibilidad afecta a un 3-5% de la población en Europa y se calcula que, si no se toman medidas protectoras, en el año 2020 afectará al 50% de la población.
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, institución de máximo peso en la defensa de los derechos humanos, recomendó a los Estados miembros en su Resolución 1815 prestar especial atención a las personas EHS, afectadas por un síndrome de intolerancia a los campos electromagnéticos y establecer medidas especiales para protegerlas, incluida la creación de “zonas blancas” no cubiertas por las redes inalámbricas.
Tanto el Parlamento de Navarra como el Parlamento vasco se han adherido este mismo año 2014 a la citada resolución 1815 del Consejo de Europa. También el Parlamento Europeo en su Resolución de 2 de abril de 2009, sobre las consideraciones sanitarias relacionadas con los campos electromagnéticos, pidió a los Estados miembros que sigan el ejemplo de Suecia y reconozcan como una discapacidad la hipersensibilidad eléctrica.
A muchos de quienes leáis esto os parecerá raro el asunto pero es una realidad «fantasma», escondida. Alejadas de la «civilización» estas personas viven por lo general encerradas en sus casas pues el mundo convencional, atravesado por ondas electromagnéticas, se les hace imposible habitar.
Quizá os estéis preguntando: ¿es posible estar conectados sin estar contaminados? Ese es el reto. Para estas personas es demasiado tarde y aspiran a lo inmediato, desintoxicar su cuerpo de radiación. ¿El resto? Es obvio que estamos en peligro pues vivimos las 24 horas del día expuestos a lo mismo que enferma a otros.
Es urgente que las administraciones públicas actúen para encontrar un equilibrio entre las comodidades que nos dan las tecnologías inalámbricas y los males que pueden provocarnos. En pueblos como Olvera (Cádiz), grupos políticos de distinto signo hace tiempo que se pusieron de acuerdo para declararlo libre de contaminación electromagnética.
Pues según se sabe, se puede hacer, por ejemplo utilizando el cable en vez del wifi …