La “muerte de éxito” de las vacunas y la revisión de los calendarios de vacunaciones
El diario on line El Confidencial publica hoy una entrevista que me ha hecho sobre el libro Vacunas, las justas. Se titula “La industria de las vacunas tiene muchos trapos sucios que esconder”. Me ha gustado porque el autor, Héctor G. Barnés, capta muy bien lo que quiero explicar con este nuevo texto: ¿Todas las vacunas son necesarias, eficaces y seguras?
Barnés indica que mi punto de vista es “racional y exigente”. NO estoy en contra de las vacunaciones pero me planteo muchas cosas que no están claras o que son irregulares o que generan confusión. Creo que los sistemas de inmunizaciones tal y como están desarrollándose tienen tantos errores que hay que abrir un debate sobre los mismos y hacer importantes correcciones.
Si hacemos caso de los calendarios de vacunas oficiales, los de Sanidad pues como explico en la entrevista hay asociaciones de pediatras con conflictos de intereses con los fabricantes de vacunas manifestados por sus propios portavoces, que elaboran los suyos -claro está, con más dosis de más vacunas y a usar antes-, a un bebé se le ponen más de veinte pinchazos en los primeros meses de vida.
Pero en la actualidad hay alrededor de 200 vacunas en investigación. ¿Alguien ha estudiado si el organismo humano puede aceptar ese número de inmunizaciones llegado el caso? Yo no lo he encontrado. Quiero argumentar con esto que ha llegado un punto en que es necesario revisar lo que está haciéndose y poner mayor sensatez pues en Medicina más no tiene porqué ser mejor. Y hay que considerar el TODO, no sólo la parte interesante de las vacunas. El periodista indica:
En su libro, Jara explica cómo funciona el marketing del miedo, explica con detalle los que considera ‘pelotazos’ de la vacuna contra el papiloma humano y la gripe A, desvela los conflictos de intereses de algunos de los profesionales que las defienden y denuncia los casos de Andrea, Luca o Álvaro, niños que murieron tras recibir una vacuna”.
Básicamente, continúa El Confidencial, “defiende la transparencia de las farmacéuticas para facilitar la libre e informada elección de los medicamentos que se consumen”.
¿Cuántas vacunas son necesarias y por ello aconsejables? ¿Qué grado de eficacia tiene cada una? ¿Y de seguridad? A diferencia de otros medicamentos aplicamos las vacunas en personas sanas por eso hay que ser especialmente racionales en su uso. ¿Cómo interfiere ello con el desarrollo del sistema inmunitario de un bebé? También es importante conocer datos de los resultados en salud de la población de cada vacuna, saber cuál es la mortalidad evitada por su utilización.
¿Cómo se aprueban las vacunas, qué tipo de estudios clínicos se hacen para ello? ¿Existen intereses comerciales en torno a los sistemas de inmunizaciones y pueden estos estar impregnados de los mismos? ¿Qué sucede cuando “algo sale mal”, existen sistemas de compensación de daños por vacunas, alguien se hace responsable de estos? ¿No habremos entrado en una fase de “vacunas para todos, para todo y cuanto antes mejor” carente de fundamento científico y de lógica? ¿Se informa de todo esto de manera adecuada a la población?
Sobre estas y otras muchas preguntas gira el libro. Ya veis que no es poco. Vivimos en la era de Internet y cada vez más las personas buscan estar lo mejor informadas posible. Las vacunas son un buen invento y las vacunaciones comenzaron hace más de 200 años siendo un éxito.
Con el tiempo y sobre todo en los últimos lustros la vertiente más mercantil ha ido imponiéndose al concepto de bien social. Esto genera desconfianza en la población. Cuando algo que comienza bien se tuerce lo inteligente es rectificarlo. Es cierto que en el mundo occidental existe un porcentaje de personas cada vez mayor que usan menos las vacunas.
Insisto, ha llegado la hora de revisar a fondo los programas de vacunaciones, de lo contrario nos encaminamos a la “muerte de éxito” de los mismos. Os aconsejo leer entera la entrevista y si queréis participar en el debate que va a haber durante los próximos años que también leáis el libro, claro.