Lecciones tardías de alertas tempranas y la fabricación de dudas
Ayer estuve en la sede del Parlamento Europeo en España, en la presentación del libro Lecciones tardías de alertas tempranas. El texto advierte sobre las consecuencias de tomar decisiones tarde cuando la Ciencia (la independiente) ha documentado un peligro para la salud pública.
Uno de los autores es el científico David Gee, experto en política sanitaria y riesgos ambientalesde la Agencia Europea del Medio Ambiente, que fue presentado por el ex director de este organismo, Domingo Jiménez Beltrán. Éste realizó un discurso centrado en la defensa del principio de precaución:
lo que te hace daño no es lo que sabes sino lo que no sabes. Lo que preocupa a una sociedad es lo que no sabe porque cuando conoce un posible peligro ambiental o para la salud a menos puede actuar para cambiarlas las cosas.
Beltrán habló sobre una “ciencia conservadora de siempre”, un mundo científico contemplativo que profundiza en lo que ya sabemos pero no da pasos para cambiarlo.
El principio de precaución no es un inconviente como suele ocurrir hoy porque desde el punto de vista económico, que es el que preocupa, “favorece la innovación” al obligarnos a buscar alternativas a lo que nos mantiene alertas.
Un ejempo de todo esto es que Arrhenius, en el año 1896 predijo el cambio climático y lo que ocurriría si continuaba la escalada en el consumo de combustibles fósiles en el planeta Tierra.
Es evidente que no fue escuchado porque hasta la década de los años 60 del siglo pasado no comenzó a hablarse del asunto y aún hoy no se han tomado medidas rigurosas.
Veremos qué ocurre el próximo mes de diciembre en la esperada XXI Cumbre del Cambio Climático.
Quizá el retraso en la toma de decisiones clave ha sido “gracias” a que en ese ámbito científico se ha producido el fenómeno de la fábricación de dudas para hacer creer a la población que la ciencia no tiene certezas aún sobre este problema.
En ello incidió Gee también y puso otros ejemplos muy claros como el del tabaco y su influencia en el ambiente y la enfermedad.
La industria tabaquera inventó la estrategía de usar científicos a sueldo para revertir la concenciación de la sociedad sobre el tabaquismo y su impacto en la salud pública y la industria de las energías “sucias” han imitado con éxito (por desgracia) dicha estrategia para que se retrasasen las medidas drásticas para frenar el calentamiento global.
Gee dijo que
hay que decidir cuántas pruebas son necesarias antes de actuar. Pero la falta de seguridad científica sobre daños ambientales graves no puede suponer inactividad, hay que empezar desde el principio a hacer cosas”.
Según explicó David Gee durante la presentación del informe en España,
a menudo hay muy pocos datos científicos directos sobre los riesgos de nuevas sustancias y tecnologías que ciertamente pueden ofrecer muchas ventajas potenciales, pero que también pueden esconder serias amenazas para la salud de las personas y de los ecosistemas. Por eso es imprescindible el principio de precaución.
Esperar a tener evidencias científicas incontestables introduce demoras indeseadas y la falta de certeza científica absoluta no justifica la inacción cuando existe evidencia plausible de nocividad”.
También argumentó sobre otras alertas tempranas como la de los pesticidas que matan a las abejas o la del uso de los antibióticos en animales de granja para que crezcan más rápido. La del amianto y su relación con el cáncer de pulmón, cuya primera advertencia data de 1898.
El primer país que dió la voz de alarma por el impacto en la salud humana de los antibióticos en la ganadería fue Suecia en 1985 y prohibió su uso para ello pero en 1995 la Unión Europea decidió volver a introducir los antibióticos para criar animales de granja. Más tarde, en 1999 se reconoció que Suecia tenía razón, explicó sucintamente el científico de la agencia europea.
Beltrán, para concluir, dijo que con respecto al cambio climático, no sólo hay que promover las energías renovables, por supuesto:
También hay que cerrar el grifo a nuevas explotaciones petroleras así como promover el menor uso posibe de combustibles fósiles”.
David Gee admite en este trabajo que
existe una cierta resistencia intelectual de los científicos, que no reconocen que la incertidumbre e ignorancia de la ciencia están demasiado adheridas a paradigmas científicos convencionales y que esperan una evidencia muy fuerte antes de aceptar vínculos causales entre la exposición a agentes estresantes y el daño posterior”.
El informe subraya que la existencia de algunos falsos positivos en estudios científicos, tras los que se legisló de acuerdo al principio de precaución y después se demostró que era innecesario, no es comparable al número, muy superior, de falsos negativos, ejemplos en los que se lanzaron advertencias tempranas pero NO se tomó ninguna medida preventiva.
En suma, este trabajo de la Agencia Europea de Medio Ambiente señala la necesidad de extraer lecciones de alertas sanitarias pasadas como las citadas u otras como la del plomo en los combustibles para automóviles y pone el punto de mira en nuevas amenazas como los alimentos transgénicos, los nuevos pesticidas y productos químicos tóxicos usados por la industria alimentaria como el bisfenol A, los teléfonos móviles y su impacto en la saud humana o las nanotecnologías.
La Fundación Vivo Sano, impulsora del encuentro y una docena más de organizaciones sociales y ambientales hacen un llamamiento a las fuerzas políticas españolas para que se comprometan formalmente con la aplicación del principio de precaución en cualquier política sanitaria y ambiental.