Una jueza cree que ocultar información sobre daños de un fármaco no es delito
El puso hace unos meses una querella a Sanidad y al laboratorio Merck, Sharp and Dohme (MSD) por los graves daños que sufre una mujer, F.G.N., tras consumir de manera prolongada el medicamento para la osteoporosis Fosamax, del citado laboratorio. Para la jueza, ocultar información de manera intencionada a sabiendas de que puede ocasionar daño no está previsto en el código penal y por lo tanto no es delito… Vamos a apelar, claro.
Vaya por delante nuestra confianza en la Justicia, así con mayúsculas, si no para qué íbamos a intentar defender en los tribunales los derechos de las personas víctimas de laboratorios inescrupulosos. Pero es que algunos razonamientos siembran más dudas que otra cosa.
Lo último que debería ocurrir cuando una persona toma un medicamento para prevenir la rotura de sus huesos es que el tratamiento se los rompa ¿verdad? Bueno, pues una de las terribles reacciones adversas del fármaco Fosamax es esa precisamente. F.G.N. tenía osteoporosis y para intentar que no fuera a más y se rompieran sus huesos tomó Fosamax. Y la estafaron pues lo tomó durante diez años, lo que le provocó que se le rompieran los dos huesos fémur.
La clave del caso está en que Merck Sharp & Dohme de España no ha cumplido con sus deberes de farmacovigilancia y seguridad de su producto Fosamax, omitiendo información de manera intencionada, pues conocía con mucha antelación todos los datos negativos sobre consumo prolongado de su producto.
La Administración sanitaria, por su parte, tampoco ha cumplido con su labor de seguimiento post comercialización del citado medicamento y de protección de la salud pública e individual, al permitir que el laboratorio comercializador continuara ocultando información de seguridad del tratamiento.
Pero la jueza E.G.M., del Juzgado de Instrucción 46 de Madrid, tiene una visión diferente:
el hecho de no incluir un efecto secundario en el prospecto de un medicamento no es subsumible en ningún tipo vigente de nuestro ordenamiento jurídico-penal», explica.
La obligación del laboratorio de incluir o no un posible efecto secundario, continúa:
No es cuestión a valorar por esta juzgadora (…) siendo una cuestión administrativa completamente diferenciada a la existencia de un delito contra la salud pública, un delito de lesiones, un delito de estafa o un delito de publicidad fraudulenta».
Dichos posibles delitos son los que nosotros mantenemos en nuestra querella que son los que han podido cometerse. Y con esas razones la jueza desestima las pretensiones de F.G.N. de exigir responsabilidades penales a la administración y el laboratorio que le han provocado secuelas de por vida pues no ha podido recuperar las movilidad en las piernas.
F. sufre fuertes y continuos dolores que le imposibilitan la realización de una vida normal, hasta el punto de serle reconocida por la Seguridad Social la incapacidad permanente en grado total para trabajar. Todo ello la ha sumido en una profunda depresión que aún hoy la aqueja, pese a ello trata de evitar que otras personas sufran este mismo resultado injusto e indeseable.
La red de farmacovigilancia mundial y la literatura científica han advertido con claridad de los riesgos del medicamento en su consumo prolongado.
De hecho, la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, ya había obligado al laboratorio MSD a modificar y actualizar la información de Fosamax para advertir de la relación de causalidad entre consumo prolongado y daño en el hueso fémur.
El laboratorio conocía perfectamente los daños que podía provocar su fármaco y la tardanza en actuar para advertirlo no es casual, ya que cuanto más tiempo tarde más dinero gana con las ventas que continúan generándose.
En el año 2009, la FDA obligó a MSD a cambiar la información del producto y avisar del riesgo de “osteonecrosis de la mandíbula”, una reacción adversa ya advertida durante muchos años por investigadores y médicos. Merck no lo reconoció hasta que la FDA le obligó a ello. Y lo hizo porque numerosos estudios anteriores a 2010 advertían del riesgo de
fractura atípica subtroncantéricas y diafisarias del femur asociadas al tratamiento con bisfosfonatos, principalmente en tratamiento prolongado para la osteoporosis”.
Todo esto sobre la mesa de la jueza, aunque ella lo ve un tema «administrativo», no delictivo.
Es importante también contextualizar los hechos pues casos como el de F.G.N. no son aislados sino más bien propios de algo muy parecido al crimen organizado. Existen numerosas demandas puestas en USA sobre Fosamax por fractura de fémur. Un informe corporativo de la compañía farmacéutica Merck explica que su medicamento Fosamax acumulaba, a fecha de septiembre de 2013, 5.535 demandas en los tribunales de Estados Unidos.
No es la única demanda que ha puesto nuestro bufete a MSD pues el laboratorio también está demandado por los daños de su vacuna del papiloma humano marca Gardasil. Y también es el protagonista del caso Vioxx, un fármaco para la artrosis retirado del mercado en 2004 porque causaba infartos de corazón y cerebrales.
La farmacéutica lo sabía con antelación y ocultó esos datos de seguridad (mejor escrito inseguridad) a la FDA. Se calcula quemurieron en todo el mundo 350.000 personas que lo tomaron.
Ya escribo, a mí me suena todo esto a crimen organizado aunque para otras ni siquiera sea delito.
Como no puede ser de otro modo, vamos a apelar para intentar explicarle a la jueza qué tipos vigentes de nuestro ordenamiento jurídico-penal contemplan todos estos posibles y gravísimos delitos.
Esa señora pertenece al tipo de jueces más necesarios, cuyas magistraturas deberían ser fijas, inamovibles, para bien de la humana «humanidad» (dicho sea para el supuesto de que su magistratura fuese del tipo movible). Y no pensar, ni remotamente, en la recogida de firmas en contra de ese tipo de resoluciones para que quienes las emitan desalojen el puesto en pro de otros titulares y de quienes a ellos recurran en busca de JUSTICIA. Y mucho menos someterlos a código alguno de ética y deontología profesionales (al igual que a los políticos), no vaya a ser que sus excelencias vivan atemorizados por el posible desalojo de sus olimpos y la consecuente conversión en simples mortales, con sus imperfecciones que como ya es sabido conllevan ópticas sumamente distorsionadas y falta de poder realizar divinas labores.
– Ya me diréis sino qué clase de jueces queréis, ¡oh pueblo soberano!, que sin apenas molestarse en otra cosa que acudir muy de tarde en tarde a las elecciones «acabás» gobernado por sus excelencias excelentísimas y a veces no se les sabe reconocer su insustituible divina labor.
– Buenas tardes