Periodistas, víctimas de la talidomida y reputación de Farmaindustria
La anécdota se produjo la noche del pasado 7 de julio en el hotel NH Amistad de Murcia, un lujoso espacio en el que el laboratorio fabricante de la talidomida, Grünenthal, tenía congregados a numerosos médicos para intentar convencerles de las bondades de sus medicamentos.
Hasta allí se acercaron el valeroso Pepe Riquelme al que hará ya quince años que le conozco al frente de la Asociación de Afectados por la Talidomida en España (Avite) y Alejandro Fernández, que lleva la Comunicación, para recordarle a la farmacéutica alemana su responsabilidad con sus víctimas del famoso y iatrogénico fármaco.
Un empleado de Seguridad de Grünenthal no permitió que los afectados pudieran entrar en la sala y mostrar la otra cara (y la falta de piernas o las malformaciones en brazos) de los productos de la casa teutona.
El «segurata» cumplía así a rajatabla con el lema de la Fundación Grünenthal: Vivir sin dolor, vivir mejor. Para los médicos allí reunidos y sobre todo para el laboratorio, hubiese sido muy doloroso comprobar de primera mano tanto dolor acumulado por las víctimas durante los 60 años que llevan sufriendo sin que el fabricante se digne a reconocerles y compensarles.
Con todo, la anécdota como escribía arriba fue que los organizadores, al ver que habían ido fotógrafos y prensa, para proteger al rebaño de la manada enferma de talidomida (dos personas mutiladas) y de los periodistas que pudieran retratarlo, se llevaron al grueso de los médicos para sacarlos, escondidos, por el aparcamiento del hotel.
Los miembros de Avite, repartidos por toda España, ya están alerta y han decidido adoptar esta nueva estrategia informativa; se personarán en cualquier punto del territorio donde la farmacéutica celebre congresos médicos «formativos» y en la puerta de los hoteles, entregará folletos a los médicos para informarles de lo que Grünenthal no va a contarles.
No sabremos hasta el año que viene a cuántos médicos les paga el laboratorio este tipo de congresos ni las cantidades, si es que Grünenthal hace sus deberes «éticos» con Farmaindustria y publica en su web esos datos (de los doctores que le den permiso, claro).
Pero la anécdota escenifica lo que os contaba en ese post titulado Qué pretende Farmaindustria publicando lo que paga a los médicos.
La industria farmacéutica ha emprendido con esa decisión, tan bien vendida en los medios de comunicación (sobre todo en los afines) una huida hacia adelante.
Es tan evidente que controla a una parte de la clase médica que necesitaban hacer algo para que pareciese que cambian sin que nada cambie. Continúan intentando lavarle el cerebro a los galenos y doctoras (a quienes se dejen, que hay otros muchos que no sólo no se dejan sino que además han adoptado una actitud combativa con esa corrupción sutil) y si les pillan con las manos en la masa huyen por el aparcamiento.
Unos días después de que Farmaindustria promocionase su iniciativa por la «transparencia» la agencia de relaciones públicas Weber Shandwick, habituada a trabajar con la industria, por cierto, publicó los resultados de su encuesta Reflejo de la transparencia y reputación de la industria farmacéutica en España, en la que han participado 30 periodistas del sector salud de nuestro país que han expresado su opinión sobre cómo puede afectar esta medida a la reputación de los laboratorios.
Sus conclusiones no son muy tranquilizadoras que se diga para Farmaindustria pues un el 83,3% de los encuestados opina que su imagen permanecerá igual, vaya que no nos la cuelan. Lo que están haciendo los laboratorios es reconocer que intentan «comprar la voluntad» de los médicos. Ahora lo hacen a la luz del día, porque una parte la publican, pero eso no les exime de responsabilidades; un posible delito no deja de serlo porque se reconozca.
Me llamó la atención en ese informe que se cantasen las alabanzas de la Operación Transparencia de las farmacéuticas y el contraste con la opinión de los periodistas. Como no encontré quienes son los compañeros y compañeras que han participado en la encuesta le pregunté a María de la Torre Hernández, que lo ha coordinado. Me dijo que enviaron las preguntas a unos 80 periodistas seleccionados y especializados en salud:
La encuesta era anónima y como tal teníamos que preservar la identidad de los 30 periodistas que finalmente respondieron a la misma».
Para los curiosos, yo no participé y no me hubiera importado dar mi opinión, aunque no sé si interesa. En esa línea de agitprop industrioso, leí el artículo de Julián Zabala, ex director de Comunicación de Farmaindustria, en el que afirma que los periodistas podemos ser un problema en su campaña de «transparencia».
Cierto que sólo lo hace como de refilón y para destacar que es responsabilidad de la industria ser auténticamente transparente y estoy muy de acuerdo, otra cosa es que consigan hacerlo y como vemos lo llevan mal, lo demuestra que tengan que ser dos víctimas de las talidomida quienes vuelvan a sacar las vergüenzas a un laboratorio.
Por cierto que en el informe citado el responsable de salud de la Agencia EFE comenta algo que bien puede ser una respuesta a Zabala:
Echar la culpa a los periodistas suele ser una estrategia equivocada».
Después de toda la evidencia acumulada. Es criminal como dice Gerald por que seguir insistiendo en esa molécula. Es como vender granadas de mano que explotan en la mano y decir que un pequeño defecto de diseño ahora corregido hará que las futuras granadas no exploten antes de tiempo. Lo razonable para cualquier militar es comprar otra marca de la varias que hay en el mercado y listo. Después de la existencia de la technopathogenology suficientemente demostrada, es inconcebible que no se les oblige a estudiar esta ciencia a los científicos y a los más arrogantes más se les debe hacer estudiar para llamarlos a la humildad.
Lo que todavía no entiendo es el por qué de la insistencia en ese fármaco. Ya debe estar vencida la patente, pasando a ser genérico.
Técnicamente se afirma que la separación de isómeros ópticos -uno de ellos es el «bueno» y el otro el causante de los malos efectos-. Hoy día, tal separación es técnicamente barata (no se hizo esto hace unos 50 años y el «mix» o racemato de tales isómeros, se consumían directamente).
No he profundizado -o sea que no me consta fehacientemente que uno de los isómeros sea el fármaco «bueno»-, pero sigo preguntando el por qué de querer seguir comercializando tal molécula. Es como insistir en las «bondades» del arsénico, cuando hay otros fármacos mil veces mejores.
Insisto: ¿se sabe o sospecha el por qué de seguir con la bendita talidomina, siendo además una molécula «vieja»? Gracias.
La verdad es que ni idea, lo que sí sé es que en la asociación de afectados ya tenían estas noticias y están investigando el asunto.
Me recuerda a Mulet…
http://hezeptikos.blogspot.com/2015/11/jose-miguel-mulet-salort-critica.html