Consumimos (y sin receta) antibióticos y otros fármacos prohibidos en países vecinos
La necesidad de hacer un uso racional de los medicamentos antibióticos es urgente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado en los últimos años sobre la inefectividad de los antibióticos por la creación de resistencias orgánicas a los mismos. En España algunos se recetan sin receta pese a estar prohibidos en países como Francia.
Los antibióticos, bien utilizados, son uno de los grupos de medicamentos más beneficiosos para el ser humano. Pero durante los últimos decenios su consumo ha aumentado hasta el punto de que se han creado resistencia microbianas (bacterias que mutan para sobrevivir al antibiótico).
Con el tiempo se ha ido desarrollando nuevos antibióticos para las nuevas bacterias pero en esa carrera parece que van ganando los microbios.
El problema no es nuevo, recuerdo haberle dedicado un capítulo en mi libro Traficantes de salud que se publicó en 2007.
Hoy está en el centro del debate porque la OMS considera que es digno de promover una alerta planetaria: Están desarrollándose tolerancias a los antibióticos de última generación.
El diario El Mundo publica que España vende sin receta fármacos prohibidos en Francia por considerarse peligrosos. Se refiere, por ejemplo, a la tirotricina. Su receta es muy común en Atención Primaria pero y en España incluso puede conseguirse en cualquier farmacia sin receta médica.
Algunas marcas que lo llevan son Cohortan, Bucometasana, Anginovag, Denticelso o Utagar.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) dice que no ha hecho la revisión de su comercialización y se excusa con que no ha recibido alertas, notificaciones, de posibles daños al respecto.
Se calcula que en Europa mueren por las resistencias que hemos creado a los antibióticos unas 25.000 personas. Otro dato: Debido a este problema fallecen unas 700.000 personas en el mundo cada año (los fallecimientos por accidente de tráfico son 1.200.000).
Este grupo de medicamentos tan usado no son chuches y deberían expendirse bajo el control de la receta médica. Francia está siendo una excepción al no permitir su dispensación pues hay muchos países europeos que permiten su venta.
Otro ejemplo de medicamento prohibido en Francia y que en España sigue recetándose es un principio activo utilizado contra la gota llamado benzbromarona. El laboratorio Sanofi comercializaba esta sustancia pero decidió retirarla del mercado en 2003. Los países que no autorizan su comercialización, como Suiza o Francia, se apoyan en que, para algunos pacientes, la benzbromarona puede ser hepatotóxica (daña el hígado). Una marca conocida es Urinorm.
Lo que pone sobre la mesa El Mundo es el debate sobre si la Aemps hace bien su trabajo y no vale poner como excusa que ahora las autorizaciones de fármacos en la Unión Europea es un proceso centralizado en la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), es decir, que esta «manda».
Las agencias reguladoras de productos sanitarios de cada país son responsables de hacer un seguimiento de cómo se recetan (o ni siquiera se recetan) los medicamentos que se consumen en cada país y más si cabe los aprobados para su venta antes de que la EMA tomara el control.
No es fácil hoy encontrar instituciones dedicadas al control de los medicamentos que hagan con pulcritud su trabajo (todo su trabajo), existen muchos intereses comerciales en juego y parece que instituciones que deberían velar por la salud pública anteponen los intereses corporativos, los suyos propios y los de los fabricantes de medicamentos, a la misma.
Sin embargo, en Francia en los últimos años se han tomado bastante en serio el asunto de los daños que pueden generar los tratamientos médicos. Fue sobre todo por el escándalo del Mediator, sobre el que se hecho hace poco una película, basada en el libro autobiográfico de la neumóloga Irène Frachon, que descubrió una conexión directa entre una serie de sospechosas muertes y ese medicamento, aprobado por la sanidad pública.
Pero también hay otros ejemplos, como el sucedido hace ahora un año. El ensayo clínico con un nuevo medicamento en Francia acabó fatal. Cinco de los voluntarios sanos quedaron graves y uno de ellos en “muerte cerebral”. Es algo inédito en el país vecino de España, donde la ministra de Sanidad enseguida dio explicaciones. No como aquí donde no hace mucho murió una persona en un estudio farmacológico de AstraZeneca y de momento las instituciones lo ignoran y/o encubren.
No son hechos aislados. También podemos citar lo ocurrido con la domperidona, principio activo de medicamentos como Motilium, que NO se retira del mercado pese a sus graves daños al corazón. Es un fármaco muy utilizado para tratar vómitos y náuseas. En Estados Unidos (EE.UU.) está prohibido, pero en Europa continúa vendiéndose pese a que se ha publicado que en Francia provoca 200 muertes anuales.
En abril pasado contábamos que aunque debería retirarse o eso al menos concluyen una parte de los expertos de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) que han revisado los datos de sus reacciones adversas, no va a prohibirse. La decisión fue mantenerlo en el mercado pese a su riesgo cardíaco. Lo que se hizo entonces fue aumentar las restricciones en las condiciones de autorización.
Es imposible no acordarse del medicamento retirado Agreal, cuyo fabricante es el mismo, Sanofi que citábamos arriba. Aún ha de encarar demandas en los tribunales de Justicia en España por los graves daños que causó en nuestro país. A dicho laboratorio le retiraron del mercado también no hace mucho otro conocido y muy usado fármaco, Myolastan.
Agreal tardó 22 años en eliminarse de la circulación en España. Motilium lleva 35 en el mercado. Primperan no se ha retirado.
Las sociedades inteligentes, he escrito en alguna ocasión, son las que aprenden de su pasado (y hacen Justicia con el mismo) para no repetirlo y avanzar y para conseguirlo hay que conseguir que las agencias reguladoras de fármacos sean totalmente independientes de los fabricantes de tratamientos médicos. Hoy NO lo son pues tienen en ellos a sus mejores clientes.
Muy interesante y beneficioso estudios. Gracias.