¿Libres del herbicida glifosato, el más usado pese a estar catalogado de cancerígeno?
Un montón de organizaciones están trabajando en Europa para conseguir la prohibición del herbicida más usado en el mundo, el peligroso glifosato. Esta semana se ha realizado una protesta en varias ciudades europeas al mismo tiempo. Hay ayuntamientos que ya están «libres» de dicho tóxico.
El glifosato es el pesticida más empleado en la Unión Europea (UE). Las pruebas científicas que han ido publicándose durante los últimos lustros documentan sus riesgos para la salud. Tanto es así que, en 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (organismo de la Organización Mundial de la Salud) clasificó el glifosato como «probable carcinógeno en humanos».
Y es que esta sustancia destinada a matar «malas hierbas» resulta que mata mucho más que eso. A Monsanto, la multinacional de agrotóxicos que lo desarrolló no le parece que sea así (ni a los grupos técnicos de trabajo que ha creado y que ejercen como lobbies tampoco).
Nos encontramos en un momento clave para saber qué va a ocurrir con este producto tóxico. La licencia original de la Unión Europea (UE) expiró a finales de junio de 2012 y ya se ha ampliado dos veces. La última propuesta de extensión podría estirar dicha licencia a un total de 15 años y medio, hasta finales de 2017, dependiendo de cuándo la Agencia Europea de Sustancias Químicas complete la evaluación de los efectos dañinos del glifosato para la salud humana y el medio ambiente.
Hay guerra de lobbies en la UE y la Comisión Europea, el Gobierno de Europa, quiere que se regule su uso pero propone que se renueve la autorización.
Por eso, toman importancia las campañas que están haciéndose del lado de la ciudadanía para conseguir la prohibición del glifosato y la protección de las personas y del medio ambiente frente a los pesticidas tóxicos.
La última la han protagonizado decenas de organizaciones medioambientales, sociales y sindicales que han realizado esta semana actos públicos en Bruselas, Madrid, Roma, Berlín y París.
En el de Madrid estuve con varios amigos y activistas que hacía tiempo que no veía. La ha impulsado We Move Europe, una organización muy orientada a la acción que tiene presencia en buena parte de los países de la UE.
Dicha entidad ha lanzado una recogida de firmas para la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) que persigue prohibir el glifosato, mejorar la evaluación de los riesgos de los plaguicidas y reducir el uso de plaguicidas tóxicos en la Unión Europea.
Quieren conseguir un millón para que la Comisión Europea escuche la demanda ya van por el medio millón.
Es que no podemos tomarnos ni una cerveza ya. Vamos a acabar por fabricarla en casa. Que se lo digan a los alemanes que con normas de las más restrictivas en el ámbito fitosanitario un estudio encontró en varias marcas de la citada bebida valores del tóxico que oscilaban entre 0,46 y 29,74 microgramos por litro y en el caso del más alto superaban casi 300 veces el límite de 0,1 microgramo vigente para el agua potable.
El glifosato se encuentra en productos de gran consumo y si provoca graves enfermedades en el hígado de las ratas qué no provocará en humanos.
Menudo cóctel de tóxicos hay en los alimentos españoles (y algunos ecológicos no se libran) y eso que en ese estudio no se contempla el glifosato pues las autoridades sanitarias y alimentarias españolas no dan datos sobre el mismo.
En este contexto tiene mérito el pronunciamento oficial de ayuntamientos catalanes y muy recientemente el de Barcelona, haciendo a sus municipios libres de la aplicación del glifosato como herbicida y contaminante químico en sus parques y jardines.
Barcelona apuesta por hacer una transición hacia una ciudad naturalizada aplicando jardinería ecológica gestionada públicamente con criterios de calidad y sostenibilidad, evitando las podas excesivas, el uso de especies no adaptadas al medio o con grandes necesidades hídricas y evitando uso de agrotóxicos. Ese es el camino.
También hace poco hemos sabido que el Ayuntamiento de Brunete y la Fundación Alborada (una de las participantes en la campaña de We Move Europe) han firmado un acuerdo por la reducción de tóxicos.
Éste ayuntamiento, que ya está libre de glifosato, se compromete a evitar el uso de otros plaguicidas, reducir el tráfico, limitar alteradores hormonales en compras públicas y fomentar la alimentación ecológica.
Como escribo, es el camino. Ecología y salud pública de la mano.
Muy buen artículo.
En mi opinión, lo peor de todo es la inversión que hacen muchísimas marcas en marketing (eco) para luego estar engañando a los consumidores… Pero, bueno tampoco podemos luchar contra ello.
¡Gracias, saludos!