Joel Salatin, el granjero que ama a los animales y su libro «Esto no es normal»
Joel Salatin es un granjero «diferente» cuyo último libro se titula Esto no es normal (Editorial Diente de león). En el subtítulo hace toda una declaración de intenciones: «Recomendaciones de un granjero que ama a los animales». Salatin ha venido a nuestro país para ofrecer varias conferencias sobre los modos de conseguir proyectos de agricultura y ganadería ecológicos, como él hace en su granja centenaria de Virginia (Estados Unidos).
He leído con mucho gusto el libro de este granjero estadounidense que es toda una referencia crítica de la globalización e industrialización de la producción alimentaria. En su texto explica la cantidad de cosas que le hacemos a la tierra o a los animales que el sentido común nos dice que no son normales pero ahí están y a ellas contrapone Salatin lo que es lo normal, siempre desde un punto de vista de la tradición más sensata, la ecología y el humanismo.
Puede este hombre parecer un poco trasnochado o «antiguo» pero todo lo contrario, en realidad es radicalmente moderno pues alumbra el camino que nunca debimos dejar como especie y por tanto sus ideas y experiencias sirven de guía para cambiar el enloquecido rumbo que ha tomado el modelo de producción de alimentos actual, que es insostenible.
Salatin escribe y habla sobre la importancia de una nutrición sana, con alimentos ecológicos, lo más locales posible y de la estación en la que estemos.
La producción local de comida es la base de todos los pueblos estables sin embargo ¡qué acostumbrados estamos a cargar el carrito de la compra en un supermercado sin saber de dónde viene, realmente esos productos!
Y, por lo general, lo hacen de muy lejos de nuestro lugar de residencia. El transporte global de mercancías es hoy uno de los mayores impactos ambientales y origen del cambio climático.
En EE.UU. hay una verdadera revolución por «relocalizar» la cesta de la compra. Y en Europa también con movimientos como Slow Food. Esta será una de las tendencias en los próximos lustros, comer alimentos producidos lo más cerca posible de donde los compramos, como siempre se ha hecho, lo normal, que escribe el granjero.
Salatin cuenta cómo lo hacen él y su familia en su granja Polyface, sede de su proyecto y empresa. Cargado de anécdotas y consejos prácticos, el libro está escrito con el particular sentido del humor del granjero.
Una de las paradojas que más me ha llamado la atención son las trabas gubernamentales o administrativas que una persona (o una familia pues el suyo es un modelo familiar) encuentra en Estados Unidos cuando elige la manera correcta de practicar la ganadería, de tratar el paisaje y a los animales. Está todo pensado para el modelo industrializado, para beneficiar a los productores más grandes que no son los que mejor hacen las cosas.
Se ha sistematizado la agricultura y ganadería intensivas (y tóxicas por los numerosos químicos potencialmente nocivos que en ella se utilizan) que necesitan muchos insumos y del derroche energético y parece que quien quiere hacer las cosas como se han hecho toda la vida, molesta.
En España ocurre algo similar. Por ejemplo, aunque España es el mayor productor de alimentos ecológicos de toda Europa, nunca ha tenido una ayuda decidida por parte de las administraciones para que el consumo interno, el de la población española sea destacado. La tendencia está cambiando en los últimos años pero casi todos esos productos agrícolas y ganaderos se exporta a países donde hay mayor aprecio por ellos.
De manera paradójica, somos el país de la Unión Europea que más fertilizantes, pesticidas, fitosanitarios, usa en su agricultura y no es casualidad pues las administraciones promocionan esa cultura.
Salatin es un auténtico idealista pero idealista práctico pues lo que se propone lo hace.
En su libro pueden encontrarse muchas ideas que en sus propias palabras «ayudarían a comenzar la andadura hacia la normalidad».
Una de ellas es dejar de pedirle al Gobierno que resuelva los problemas, es decir hay que hacer lo correcto porque es correcto no porque la Administración te acredite. Si algo está mal mejor no hacerlo antes de esperar a que la autoridad lo prohíba.
«Hazte cargo de tu propio bienestar», argumenta el norteamericano: «Si tu trabajo te da dolor de cabeza cambia de trabajo». Idealista, ya veis. Hazlo tú mismo, otra de las claves del granjero: «Cuanta menos responsabilidad tenga, más ignorante me vuelvo y menos libertad tengo. Prefiero quedarme con la responsabilidad, muchas gracias». Ya veis que el hombre no tiene pelos en la lengua y escribe de manera muy directa.