La UE prohíbe varios pesticidas agrícolas recomendados por las autoridades en España
La Unión Europea prohibió hace unos días el uso al aire libre de tres pesticidas muy usados en la agricultura y por tanto en nuestras gastronomías pues una parte de sus residuos nos los comemos. Se trata de imidacloprid y clotianidina, fabricados por Bayer y tiametoxam, de la compañía Syngenta. Las abejas (y otros insectos polinizadores) lo agradecerán pues tendrán menos problemas para hacernos gratis el trabajo de fecundar plantas. Las personas y el medio natural también.
El imidacloprid es uno de los insecticidas más empleados en el mundo. En 2010 se fabricaron unas 20.000 toneladas de sustancia activa. Los daños que provocan en las poblaciones de abejas los productos ahora prohibidos están bien documentados desde el punto de vista científico.
Se estima que tres tercios de los alimentos en Europa dependen de la polinización y la UE es el segundo mayor productor de miel del mundo. Pero la población de abejas no ha dejado de caer en los últimos años, incluso hasta el 50% en algunos países.
El problema viene de lejos en el tiempo. Estos mismos productos químicos tóxicos fueron suspendidos cautelarmente en 2003 en Francia por ser especialmente perjudiciales para las abejas y han sido prohibidos en 2008 en Alemania, Eslovenia e Italia por ser los responsables de la muerte masiva de los polinizadores silvestres.
Debido a las preocupantes cifras, en 2013, el ejecutivo europeo ya aplicó medidas restrictivas al uso de las tres sustancias ahora señaladas. Se vetaron en cultivos como el maíz, el girasol, las semillas de aceite de colza, el trigo, la cebada y la avena, aunque se permitió que siguieran empleándose en los que se cosechan antes de la floración o no atraen tanto las abejas, como la patata o la remolacha azucarera.
En España se utilizan en la actualidad pesticidas de acción neurotóxica, aparte de los prohibidos hay otros: acetamiprid, tiacloprid, nitempiran y el spinosad. Y se usan en muchas ocasiones sin control. Son insecticidas que poseen efectos colaterales muy graves ya que además de ser potencialmente peligrosos para la salud atacan también a los insectos polinizadores, indispensables (¿qué ser vivo no lo es por el mero hecho de serlo?) para mantener la biodiversidad.
Por ello, estos tóxicos están relacionados también con la desaparición de las abejas. De hecho, los correspondientes registros oficiales expresan textualmente su peligrosidad para abejas y artrópodos beneficiosos.
En nuestro país, todos esos pesticidas, a pesar de que las distintas administraciones niegan o minimizan su uso, son o han sido recomendados por los técnicos de las administraciones públicas y de las organizaciones agrarias profesionales y también por la industria química y farmacéutica que fabrica dichos “fitosanitarios”.
No obstante el lobby químico-farmacéutico tiene acceso directo e influye de manera determinantes en las administraciones públicas desde hace años. En Galicia, por ejemplo, estos neurotóxicos son utilizados de manera generalizada y principalmente en la semilla del maíz, contaminando la planta por dentro cuando ésta germina.
Otra aplicación muy extendida y que hace que el insecticida viaje largas distancias, es la fumigación de eucaliptos contra una de las plagas de este árbol y cuyo uso fue difundido y promocionado por la Estación Fitopatolóxica de O Areeiro, dependiente de la Diputación de Pontevedra y publicado en una revista de Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.
En Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla-León, País Vasco, La Rioja y Navarra, la mayor parte de la remolacha azucarera cosechada posee en su semilla varios insecticidas neurotóxicos entre los que está el ya prohibido imidacloprid, recomendado su uso durante años por asociaciones profesionales del sector y por varios artículos técnicos publicados en la revista de Sanidad Vegetal del antiguo Ministerio de Medio Ambiente.
En cuanto a la plantación de olivos en Cataluña, País Vasco, La Rioja, Aragón, Madrid, Baleares, Castilla-León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Murcia, Andalucía, C. Valenciana y Canarias, estos son fumigados por medios aéreos con imidacloprid y otros insecticidas diseminando el tóxico en grandes áreas.
El uso de imidacloprid para estas fumigaciones es recomendado por los técnicos oficiales de la Junta de Extremadura, de la de Murcia y la Junta de Castilla-La Mancha, haciendo así publicidad gratuita a estos pesticidas.
Finalmente España se ha manifestado a favor del veto. Como explica El Mundo:
La decisión contó con el apoyo de 16 países (entre ellos España, Francia, Alemania y Reino Unido) y la oposición de Rumanía, Hungría, República Checa y Dinamarca. Un centenar de organizaciones enviaron esta semana [por la semana pasada] una carta abierta a la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, en la que solicitaban el respaldo de España para ampliar las restricciones en la sesión.
Nuestro país, que votó a favor de la propuesta de prohibir estas tres sustancias, no decidió su posición hasta última hora de la mañana ya que, según informaron fuentes diplomáticas a Efe, existía preocupación sobre cómo conseguir el equilibrio entre la protección del ecosistema y, a la vez, de la industria del azúcar y remolacha española, principales usuarios de estos componentes”.