Medicamentos peligrosos
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Sanidad y Ciencia promueven un plan sobre pseudoterapias que obvia la «pseudociencia establecida»

Los ministerios de Sanidad y Ciencia han elaborado un «Plan para la protección de la salud frente a las pseudoterapias». Dicho plan no tiene la intención de defender honestamente la salud pública sino más bien atacar (o la palabra similar que elijáis) lo que cataloga como «pseudociencias» de manera arbitraria. Lo serio y valioso sería combatir toda pseudociencia, empezando por la establecida en los sistemas sanitarios.

El problema no está tanto en la definición de estas, creo que todo el mundo puede estar de acuerdo en la definición de pseudoterapia que ofrece el Plan:

Se considera pseudoterapia a la sustancia, producto, actividad o servicio con pretendida finalidad sanitaria que no tenga soporte en el conocimiento científico ni evidencia científica que avale su eficacia y su seguridad».

Pseudociencias1¿Quién no está de acuerdo en que haya pseudoterapias y en que sean malas, un timo o un fraude?

La cuestión está en que esos ministerios obvian lo que algunos llevamos tantos años denunciando, que en el sistema sanitario convencional, el oficial, el que todas las personas usamos, existe mucha pseudociencia y pseudoterapias que provocan muertes y graves daños y que costeamos con el dinero de nuestros impuestos.

Creo que seguimos en una  narrativa falsa y manipuladora por la que existiría un medicina que se considera «científica» y una serie de terapias que unos llaman complementarias, otros alternativas y hay quienes le dicen no convencionales. Éstas son las que se consideran «pseudoterapias» sin más cuestionamientos. Y en ese concepto que es una especie de cajón de sastre cabe todo, haya o no estudios sobre su eficacia y seguridad, suene a algo raro o sean terapias centenarias, tengan nulo predicamento entre la comunidad sanitaria o cuenten con el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha desarrollado una estrategia para impulsar lo que llama medicinas tradicionales.

Desde mi punto de vista la diferencia está entre las terapias que ayudan a superar la enfermedad o la alivian y las que no. Y tanto en el ámbito convencional como «tradicional» hay terapias que valen y otras que no, con la salvedad de que las que no valen en la convencional son muy utilizadas al estar establecidas y financiadas por la administración, además de ser mortales en muchos casos.

Un Plan para favorecer la salud pública haría el dificultoso trabajo de separar el grano de la paja en todas las interpretaciones de la medicina; señalaría toda pseudoretapia y advertiría de toda pseudociencia.

A las llamadas «pseudoterapias» se llega por lo general tras el fracaso del sistema convencional. Es decir, la mayor parte de las personas aprovechan los servicios sanitarios públicos que para eso los pagamos y confiamos en ellos. Pero cuando se cansan de peregrinar por las consultas sin que sus problemas de salud se solucionen se ven impelidas a buscar otras maneras de intentar curarse.

En el propio texto del Plan, basándose en el barómetro de febrero de 2018 del CIS se cuenta que el 6,2% de los españoles acudieron a un profesional de la acupuntura y hasta un 9,8% a un homeópata. Insisto, eso suele hacerse cuando el sistema fracasa, quizá sea esto algo que moleste (por no valorar que un aumento del mercado de las medicinas «alternativas» hace perder poder a quienes controlan los sistemas sanitarios y como es evidente a las industrias que los nutren de servicios y productos).

Con la definición de pseudoterapia que usan los dos ministerios cabe preguntarse porqué, por ejemplo, no se pone coto la existencia de 90 medicamentos que la revista francesa Prescrire, la más influyente del mundo en el ámbito de los fármacos, considera que están hoy en el mercado sin que su relación beneficio riesgo sea favorable. ¿Por qué no retirarlos?

El texto del Plan recoge dos clases de problemas o riesgos asociados a las pseudoterapias:

Primero, porque de un producto, actividad o servicio sanitario se espera que tenga el efecto terapéutico esperado, dado que el conocimiento o la evidencia científica avala su utilización. En caso contrario, se debe evitar que genere publicidad engañosa.

Segundo, porque la utilización de pseudoterapias afecta negativamente a la salud, sea perpetuando algunas dolencias, generando otras o, incluso, aumentando el riesgo de muerte. Esto último puede ocurrir bien porque favorecen el retraso o la sustitución de tratamientos convencionales (cuya eficacia y seguridad sí está probada) o porque reducen la efectividad de estos últimos, como han demostrado varias investigaciones».

UsoRacionalMedicamentos GPues eso, que estamos de acuerdo, entonces ¿por qué tantos medicamentos y prácticas médicas continúan haciéndose sin no hay evidencias. ¿No gozan al seguir usándose de una promoción engañosa? Y claro que aumentan el riesgo de muerte, de hecho el consumo de fármacos se ha convertido en la tercera causa de muerte en los países avanzados.

¿Nos damos cuenta de la dimensión del problema? ¿No será entonces esa «lucha contra la pseudoterapias» una cortina de humo para intentar ocultar tanta pseudociencia en la medicina convencional, la que tenemos y usamos mayoritariamente? Creo que hay un problema de credibilidad en los sistemas sanitarios y lo mejor que puede hacerse para devolvérsela es combatir TODA pseudociencia.

No quiero terminar estos comentarios sin escribir que en el texto de los ministerios hay tintes represivos, como cuando se intenta asociar la información sobre salud en internet con «fuentes de dudosa fiabilidad». Está claro que la difusión de información crítica con los sistemas sanitarios molesta.

También puede leerse:

Garantizar que todas las actividades sanitarias se realizan por profesionales que dispongan de la titulación oficialmente reconocida«.

Claro, todos estamos de acuerdo pero eso no significa que acaben los problemas; los 90 medicamentos que bien podría estar retirados siguen recetándose y mucho y lo hacen profesionales con titulación y la ministra de Sanidad también es titulada y prefiere mirar para otro lado. Y muchos titulados continúan recibiendo visitadores médicos de los laboratorios y siguen aceptando su publicidad engañosa y participando en eventos que no tienen nada de científicos y sí de promoción de enfermedades para vender tratamientos.

Vaya, que el problema es mucho más serio pero se prefiere recurrir a lo fácil, a señalar y perseguir lo que suene raro en vez de encarar de una vez por todas la pseudociencia que carcome a los sistemas sanitarios.

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13 comentarios

  1. Ya han visto que sus fuentes de ingresos peligran, está claro! La biienergética, biodescodificacion, acupuntura, etc, con espectaculares resultados, que en otros países alaban, aquí están siendo perseguidos, por una gente sin escrúpulos, que se creen poseedores de la única verdad y luego aconsejan tomar coca cola, a ciertos pacientes, o bien recetan lo que les beneficia económicamente, riéndose del juramento de Hipócratres y amputando lo que produce molestias, al pobre ignorante que llega a sus consultas. Conocimientos milenarios, en la medicina China, Ayurvédica, Hawayana, etc, pisoteados por estos recién llegados a la sanación. Cirujía es igual a fracaso, de otros remedios y porque en urgencias salven vidas, o los traumatólogos ayuden a que nos curemos, eso no dá carta blanca, para pisotear la libertad de elección. Los antibióticos han salvado infinidad de casos, pero han creado muchos millonarios y terribles efectos adversos. El cáncer arruina la vida a muchos y enriquece la vida a otros muchos. Nos toman por borregos y ahora en Galicia, si no vacunas a los niños casi bebés, te prohíben matricularlos. Entonces, qué es peor, la «ciencia», o la pseudociencia».

  2. Buena reflexión. Soy médico y te puedo asegurar que dentro de la medicina convencional hay mucha ‘pseudociencia’ y muchos médicos la alimentan recetando y tratando sin que exista evidencia científica ninguna. Sin embargo, eso no justifica de ninguna manera que otras terapias se puedan aplicar sin evidencia. Simplemente no se puede ‘tratar’ a una persona por que tú o esta persona ‘cree’ en un tratamiento. Creer no es suficiente, los que trabajamos en la salud, médicos y ‘pseudoterapeutas’, tenemos una responsabilidad hacia la persona que acude a nosotros confiando en que le demos un consejo basado en más que ‘creer’ o en que que parece que ‘ha tenido éxito en varias personas tratadas’. Es no es suficiente y si no lo entiendes, no te dediques a la salud.

    Personalmente creo que la discusión, y aquí falla el ministerio estrepitosamente, se debe enfocar en el por qué los médicos siguen aplicando tratamientos que no están basados en nada, o peor, que ya en estudios se ha visto que no tienen un efecto significativo. Si no se resuelve esto, no tendrán ninguna autoridad moral de decir a otros que no apliquen estas ‘pseudoterapias’.

    Personalmente trabajo con muchos ‘pseudoterapeutas’. Nos escribimos informes, hablamos y discutimos sobre casos. A los pacientes siempre les informo de la falta de evidencia de estos tratamientos, igual como hago con incitan para lumbalgias, o antihistamínicos para vértigo, por dar unos ejemplos ‘convencionales’. No podemos, ni debemos, evitar que los pacientes acuden a ‘pseudoterapias’ en plan prohibitivo, ellos mismos tienen que tomar la decisión, pero bien informados. También tenemos que entender que un paciente, a veces desesperademente, acude a un ‘pseudoterapía’, en sus ojos ‘aun no probado’ no quiere decir que ‘no funciona’.

    A los médicos hay que educarles a que informen a los pacientes, y que el paciente tome una decisión teniendo toda la información adecuada. A los médicos hay que enseñarles en decir ‘no lo sé’ o ‘no lo sabemos’ y que sean capaces de decir que actualmente no conocemos ningún tratamiento eficaz. Y si no lo sabe que no recete NADA, que no haga NADA. ‘En dubio abstine’ y ‘primum non nocere’. En muchos países existen plataformas independientes donde un médico puede informarse sobre la eficacia de ciertos medicamentos y tratamientos. El ministerio puede hacer mucho más en este sentido.

    Si los médicos tenemos esta actitud y honestidad, los pacientes confían en nosotros y evitamos mucho daño y frustraciones en nuestros pacientes. Los pacientes, con el tiempo, también tienen que aprender en confiar en su propio cuerpo y que, por ejemplo, dar un antibiótico para una infección vírica es simplemente exponer el paciente a efectos secundarios innecesarios y a veces muy serios. También, con el tiempo, tendrán más criterio para valorar un tratamiento (sea convencional o ‘pseudoterapia’). Cuestión de educar, informar y ser honestos.

    El ministerio debe trabajar mucho más en la formación crítica y honesta de los médicos y en convertir el ministerio en un instituto en que confiar. La discusión sobre las ‘pseudoterapias’ se ha convertido en un ataque a la medicina convencional cuando debe ser una reflexión sobre cualquier tratamiento.

    Feliz año y buena salud para todos.

  3. Considero un derecho innegociable tener la libertad de elegir la terapia que mejor considere para mi salud, y no la imposición de la medicina que me impongan las farmacéuticas.

    Espero que no nos quiten este derecho.

  4. Mire Sr. Jara: no creo que todo el mundo podamos estar de acuerdo con la definición como tú si crees. La definición real de esa palabra es «falsa terapia» no es la que ahora se han inventado. Y que una cosa no esté avalada científicamente no le quita el significado de terapia, esto es manipulación del lenguaje. En todo caso es terapia «aun no avalada científicamente», así que empezamos mal. Decir esa palabra que se han inventado es manipulación del lenguaje, es incorrecto, no es verdad, es desinformar y es para meter miedo, alarma social. ¿Porque algo que se ha llamado siempre terapia ahora se va a llamar de otra manera? y ¿porqué a esa otra manera además se le cambia el significado y se pone uno que no es el de la palabra que ahora usan? ¿quién tiene la autoridad para cambiarlo, para forzar el lenguaje aleatoriamente?
    Es como cuando cambiaron el significado de pandemia, como cuando dijeron que los criterios de Koch, base de la microbiología moderna, ya no eran necesarios, como cuando dejaron de considerar necesario el gold estandar en pruebas de diagnóstico microbiológico, todo ello de forma aleatoria y ACIENTÍFICA.
    ADEMÁS:
    British Medical Journal publicó una investigación titulada Clinical Evidence en 2009. Se trataba de un estudio donde revisaban casi 2.500 «supuestamente terapias» de las del último siglo. Resultó que, de todas ellas, SÓLO el 13% fueron claramente beneficiosas con evidencia científica. Pero si alguien encuentra dicha lista de las casi 2500 supuestas terapias estudiadas, con las calificaciones de la evidencia que fueron recibiendo, ¡que no hay dios quien la encuentre!, habrá que remitirla a estos interesados para que aquellas que no gocen de la evidencia científica suficiente las pasen a catalogar como “terapias sin evidencia científica suficiente” y por tanto sean inmediatamente eliminadas de los centros sanitarios. Por nuestra seguridad.
    Mientras tanto recomiendo: BMJ 2014;348:g22 doi: 10.1136/bmj.g22 (Published 3 January 2014).
    Un saludo y muchas gracias por informar.

  5. Detrás está la industria farmacológica y su «medicina basada en la evidencia» : soborno manifiesto a profesionales, artículos ad hoc, universidades, institutos, etc.. Esa fue la primera impresión después de oír a la ministra y al astronauta.

    1. En 2017 leí en revistas médicas que la»medicina de la evidencia»está en el ojo del huracán.comienzan a encontrar errores y no es que no esté bien. Pero por su causa se siguen protocolos que deberían estudiarse mejor, y los médicos olvidan que el paciente, es un ser humano y además poco paciente.

  6. LA GRAN MENTIRA. NUESTRA SALUD EN PELIGRO. LA MODERNA INQUISICION.
    EL GOBIERNO PRESENTA UN PLAN PARA ELIMINAR LAS PSEUDOTERAPIAS DE LOS CENTROS SANITARIOS Y LAS UNIVERSIDADES

    https://www.publico.es/politica/sanidad-gobierno-presenta-plan-eliminar-pseudoterapias-centros-sanitarios-universidades.html

    FACEBOOK ACEPTA QUE EL GOBIERNO FRANCÉS ‎PARTICIPE EN SU EQUIPO DE CENSURA
    http://www.voltairenet.org/article203925.html

    El mismo día aparecen estas dos noticias. Tienen mucho en común. En los dos casos se trata de que los gobiernos (en la primera, el de España; en la segunda, el de Francia), SE DECLARAN CUSTODIOS DE LA VERDAD, para proteger a los ciudadanos de las TERAPIAS FALSAS (en el primer caso) y de las NOTICIAS FALSAS (en el segundo).

    Como se recomienda “pensar globalmente y actuar localmente” y difícilmente podemos actuar para evitar que el gobierno francés censure las noticias que llegan a todo el mundo, nos centraremos en el caso de España y las pseudoterapias.

    LA “CAZA DE BRUJAS” EN LA SANIDAD O LA CRIMINALIZACIÓN DE TODO AQUELLO QUE SE APARTA DE LA MEDICINA OFICIAL

    El borrador de lo que llaman “Plan para la Protección de las Personas frente a las Pseudoterapias“ aparece en un momento en que gobierna el PSOE y cuando los promotores del plan son una mujer “socialista” (ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo) y un astronauta muy admirado entre el público adicto a la televisión (Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades).
    También coincide el momento con un incremento de la CRECIENTE DESCONFIANZA de la población ante los cambios a peor en la medicina oficial. El recorte de presupuesto en la sanidad pública, el aumento de casos de càncer y las consecuencias de la quimio y de la radio en la calidad de vida de la población, la imparable resistencia a los antibióticos, los virus hospitalarios, la aparición de muchas nuevas enfermedades que algunos ligan a la vida moderna y otros a las vacunaciones masivas o a la excesiva e infundada medicalización de la vida, la constatación general de que ningún medicamento es inocuo…

    Un momento donde el tan enfatizado AUMENTO DE LA ESPERANZA DE VIDA empieza a hacer aguas en EEUU, donde está DISMINUYENDO…

    Nos dicen que la iniciativa pretende defender la salud como un derecho básico; proteger a los ciudadanos frente al «GRAVE RIESGO» para la salud que implica el uso de las pseudoterapias; proporcionar INFORMACIÓN «VERAZ Y RIGUROSA»; y asegurar que la formación sanitaria en universidades no incluye programas o contenidos sin evidencia científica.
    No nos negamos a que halla un control (no policial, sino de los profesionales de la salud) para evitar engaños manifiestos a la población. Pero el plan no va en ese camino…
    Buenas palabras: «No queremos eliminar las creencias de las personas, crear una sociedad de pensamiento único, sino hacer que los ciudadanos tengan SUFICIENTE INFORMACIÓN para que tomen sus decisiones de forma adecuada y basada en la evidencia científica…”

    Yo pienso que para que los ciudadanos estén bien informados hay que mantener la LIBERTAD DE EXPRESIÓN en vez de las medidas propuestas, que si no se modifican sí crearán, sin lugar a dudas, una sociedad de PENSAMIENTO ÚNICO, que será el de una medicina atada y bien atada a los intereses económicos de los GRANDES LABORATORIOS FARMACÉUTICOS, sin la moderación que hasta la fecha representa el inmenso mundo de la medicina alternativa a la oficial.

    A destacar que aunque se habla mucho de la HOMEOPATÍA (se reconoce que actualmente el 53% de la población cree que los productos homeopáticos son efectivos), el plan tiene una lista de unas 100 TERAPIAS NATURALES QUE SERÍAN CENSURADAS, donde se incluyen medicinas milenarias como el Ayurveda y la Medicina Tradicional China, así como la Naturopatía, la Acupuntura, la Iridologia, la Osteopatía, el Shiatsu, el Reiki, el Yoga…

    No, el plan del gobierno, si los ciudadanos no lo paramos y Europa lo consiente (es muy posible que algunos países europeos pongan el grito en el cielo), no significará sólo la dificultad para encontrar productos homeopáticos o que estos ya no sean pagados por la sanidad pública…

    El plan del gobierno, aunque las autonomías y el movimiento asociativo lo moderen, significará una auténtica INQUISICION contra todo lo que frene la actual INTROMISIÓN DE LA SANIDAD OFICIAL EN EL LIBRE ALBEDRÍO DE LOS CIUDADANOS.

    Para que nos hagamos una idea, SIGNIFICARÁ que con ese plan en marcha tendrán las MANOS LIBRES para:

    -Imponer la vacunación obligatoria
    -Prohibir esas 100 terapias alternativas, tanto en centros de salud públicos como privados
    -Ningún profesional podrá recetar o practicar procedimientos que no están de acuerdo con la práctica oficial
    – Impedir investigar medicina alternativa
    -Multar a gente por publicitar comercialmente medicina alternativa
    -Cerrar centros alternativos de salud, tanto públicos como privados
    -Responsabilizar (multas, cárcel) a los responsables de medios de comunicación alternativos donde se publicite medicina alternativa
    -Cerrar páginas de internet de medicina o terapias alternativas

    Todo ello, naturalmente, para NUESTRO BIEN… como siempre se han hecho las cazas de brujas…

    1. Totalmente de acuerdo!! Hoy en día necesitamos más que núnca ser muy críticos e inteligentes para desenmascarar tanta mentira. Nos quieren llevar donde al sistema interesa a su antojo como tontos.

  7. Curioso. Cuando, con justicia, se valora en el Plan presentado la actividad médica como la mejor actividad profesional, este Gobierno alaba a la «ciudadanía» y destaca su confianza en la «autoridad» del médico. Cuando «todavía» más de la mitad de los encuestados «creen» que algunos tratamientos, incluso aplicados por médicos, son efectivos, cambia la cosa. Las «creencias» alteran el «comportamiento» sanitario de la ciudadanía, el Gobierno degrada su estatus a «personas que creen» y estima que tiene que intervenir.

    El poder en manos de quien es capaz de articular una narrativa adecuada. Con la connivencia o pasividad de organizaciones profesionales, mass media y demás agentes sociales, el movimiento pseudoescéptico ha conseguido imponerla en este asunto.Todo empezó con el cambiazo del neutral término «terapia» aplicado a las técnicas valoradas por el M de Sanidad en su informe de 2011: en poco tiempo, a fuerza de reiteración desde los varios círculos, asociaciones, redes, sociedades y sus satélites, financiadores y aliados, que conforman dicho movimiento, teníamos en España la friolera de 139, no técnicas o terapias, su designación oficial original, sino pseudoterapias». ¡139!, amenazando la salud pública. Sabido es que el lenguaje condiciona el pensamiento y éste la acción. Copar medios, imponer narrativa, condicionar pensamiento y opinión pública, forzar actuaciones institucionales, un logro innegable.

    Así diseñado y presentado, diríase pergeñado, el «Plan» trasluce una vez más (resulta obvio) el impulso, los modos y hasta la jerga del movimiento, todo parece estar haciéndose a su dictado. La idea es simple pero diabólicamente eficaz: sacamos las ya juzgadas y sentenciadas de antemano «pseudoterapias» a la palestra pública y, antes de ilegalizarlas, decimos que las vamos a valorar. Parecida racionalidad debía aplicarse a veces, según cuentan películas del género, en la «justicia» del decimonónico oeste americano: tendrás un juicio justo, le decían al detenido, y después serás colgado.

    En definitiva, avance del pensamiento único (que no «crítico») expandiendo y profundizando neo-inquisición mediante la estrategia de guerra relámpago. En solo 3 años lo han conseguido. Primero, Manhattan, el poder ejecutivo: este «plan», prácticamente co-autorizado por el movimiento, y lo que vendrá después si nadie lo redirige. Después, ya mismo, Berlín, el poder legislativo: «Ciencia en el Parlamento/Parlamento basado en la evidencia».

    En mi modesta, el legítimo y necesario control de este asunto por parte del Gobierno no lo está llevando con las mínimas garantías de objetividad, pluralidad, interdisciplinariedad, etc.Todo se ha puesto, de nuevo, a los pies del movimiento. No es que esté sobrerepresentado en este «Plan», es que se lo han concedido en monopolio.

    La cuestión no es cómo recibirán las críticas los supremacistas del «todo por la ciencia, solo por la ciencia y nada más que la ciencia» (ni han sido buenas en el pasado ni, previsiblemente, lo serán en el futuro inmediato) en todos los ámbitos, no solo el sanitario, sino si como sociedad democrática nos lo podemos permitir.
    I
    «Robustecer», por supuesto: nuestro sistema sanitario, para que sea cada vez más seguro y eficaz; la competencia de sus profesionales, para que sigan creciendo los índices de satisfacción de los usuarios; la autonomía del paciente, que debe tomar sus decisiones desde la información veraz y la responsabilidad de sus decisiones, no desde el rancio, manipulador y atemorizador paternalismo que domina titulares; la Ciencia con mayúsculas en apoyo, no en sustitución, del mejor criterio médico, y expurgada de intereses económicos e ideológicos ajenos a la salud; la representación de todos los sectores, colectivos y agentes a los que les afectará el pan, no en vez de, sino además del movimiento pseudoescéptico, no cuando se vaya a ejecutar, sino desde ya…

    Robustecer todo ello y más. No esta suerte de totalitarismo «científico» rampante.

  8. Gracias Miguel, pero me permito una sugerencia, no utilicemos la palabra «pseudociencia» por favor, es una palabra horrible. Sólo hay ciencia bien hecha y ciencia mal hecha. ¿Qué es lo «pseudo», lo que no me gusta? Creo que es entrar en su juego

  9. Totalmente de acuerdo Miguel , estos contenidos son los que tenemos que analizar los ciudadanos. Como paciente no me creo los argumentos de los gestores de la salud , una parte importante se deben a los intereses de la industria del fármaco, una buena parte de los sanitarios no tienen valores sociales ni humanos. Yo yo y siempre yo y la pasta como valor.

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