Botox, Vistabel, Bocouture, Azzalure: ¿Epidemia de secuelas por inyección de toxina botulínica?
Desde que comenzó a usarse como tratamiento estético la toxina botulínica se ha convertido en la intervención estética sin cirugía más popular. Casi cinco millones de personas se aplicaron inyecciones de toxina botulínica durante el año 2016. Pero como suele ocurrir con muchos tratamientos sanitarios esa práctica no está exenta de riesgos. Buscar belleza así puede convertirse en algo muy feo.
Hace unos años, una empresa farmacéutica que comercializaba un nuevo producto de relleno estético se vio obligada a retirarlo del mercado por los numerosos incidentes adversos notificados. Sólo en España se habían puesto 12.000 inyecciones y a al menos cuatro decenas de personas les aparecieron granulomas, nódulos e induraciones (pequeños bultos) en la zona de debajo de los ojos, sobre todo, entre otros muchos efectos secundarios.
El producto no llegó a cumplir ni seis meses. No es el caso de la toxina botulínica cuyo despegue comercial se inició en la década de los años 80 del siglo pasado.
Millones de personas se inyectan esa proteína tóxica cuyos fines estéticos fueron descubiertos por casualidad para aplanar sus arrugas y parecer más jóvenes.
La práctica, como cuentan en el enlace que he utilizado en el primer párrafo, en ocasiones es fraudulenta y nunca está exenta de riesgos, algunos de ellos graves.
En España se usan tres marcas Vistabel, Bocouture y Azzalure, de las compañías farmacéuticas Allergan, Merz e Ipsen (el laboratorio que vende en España es Galderma), respectivamente. Las empresas tienen notificaciones de daños destacados.
Conozco el caso de una mujer a la que un numeroso grupo de médicos le han reconocido que padece “botulismo iatrogénico” que le incapacita para llevar una vida normal. En España hay al menos otras tres personas en su situación. Por cierto, el producto usado es del mismo laboratorio al que el producto que citaba al principio no le funcionó y además dejó incontables personas dañadas.
En España hay farmacéuticas que han intentado y han conseguido callar a sus víctimas comprando su silencio. Pero en Estados Unidos hay sentencias judiciales como la de esta mujer a la que Allergan le produjo botulismo con el famoso Botox y la indemnizaron con 18 millones de dólares.
Existe muchas evidencia científica sobre los daños de estos medicamentos. En este caso, los jueces determinaron que Allergan sabía desde hacía años sobre el peligro del Botox y de su relación con el botulismo como reacción adversa seria a su inyecta. Pero, como en tantos otros casos de daños por medicamentos y productos sanitarios, no informó sobre ello correctamente.
Mención especial merece lo que podéis leer sobre la empresa a la que Allergan contrató los ensayos clínicos para documentar la eficacia y seguridad del producto, Biosoteria (que tiene un nombre muy esotérico, por cierto) porque es un claro ejemplo de cómo manipular información científica.
En un caso de reclamación por daños recibidos tras la inyección de Bocouture, una de las peritos, que está entre las máximas autoridades médicas en el estudio de los tratamientos que nos ocupan, comenta que según los datos de la FDA, la agencia estadounidense de medicamentos, hay al menos 83 casos notificados de parestesias.
Esto son sensaciones punzantes, de hormigueo, de picor, de entumecimiento o de quemazón en distintas partes del cuerpo.
Más de la mitad fueron consideradas clínicamente graves.
Esas secuelas se ven acompañadas por lo general de graves daños autoinmunes. La especialista destaca en su opinión médica del caso que en EE.UU. sólo se comunican el 1% de las reacciones medicamentosas graves
razón por la cual el número de casos reales siempre es significativamente mayor que el de los casos notificados”.
En el caso de las parestesias se cree que el número de dañadas sería cien veces más de las conocidas, es decir, unas 8.300 personas sólo en USA. Los episodios de ataque autoinmunitario al sistema nervioso provocados por la inyección de toxina botulínica, como por ejemplo Síndrome de Guillain-Barré, están recogidos en la literatura científica en abundancia.