El peligro de abusar de los fármacos antibióticos
A pesar de la crisis sanitaria provocada por la Covid, el consumo de medicamentos antibióticos, en general, ha experimentado una bajada. Y eso es bueno porque hay una «epidemia silenciosa» de resistencias a los antibióticos por su abuso en los últimos lustros. Escrito de otra manera, hay personas que mueren por una simple infección dado que su organismo se ha «acostumbrado» a los fármacos antibióticos y no reacciona ante los mismos.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) desarrolla con frecuencia acciones encaminadas a visibilizar este problemas de la resistencia a los antibióticos. Intenta mitigar así el impacto de este problema global sobre la salud de las personas y los animales.
Según los datos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), en 2020 el consumo de antibióticos en salud humana en España registró una bajada del 21,7% en Atención Primaria y del 4,1% en hospitales con respecto a 2019.
Con este descenso, la tasa española de consumo de antibióticos vuelve a la tendencia decreciente que había mantenido desde 2014.
Esta recuperación se produce a pesar de la importante subida registrada en el consumo de antibióticos en hospitales durante la primera ola de la pandemia.
Aunque la Covid-19 es una infección vírica y, por tanto, no se trata ni se previene con antibióticos, hay pacientes diagnosticados en los que existe confirmación o elevada sospecha de coinfección o sobreinfección bacteriana.
En estos cuadros clínicos es inevitable considerar la prescripción de tratamiento antibiótico, explican desde la Agencia.
La prescripción excesiva o inadecuada de tratamientos antibióticos en el contexto de la pandemia
podría facilitar el desarrollo de bacterias resistentes y reducir la eficacia de futuros tratamientos, por lo que debe extremarse la prudencia en la utilización de este tipo de medicamentos», aseguran las mismas fuentes.
En los casos de personas diagnosticadas de Covid con infección bacteriana confirmada o alta sospecha de ella, se recomienda que los médicos busquen el asesoramiento del equipo PROA (Programa de Optimización del Uso de Antibióticos) del hospital o el área de salud correspondiente antes que recetar «con normalidad» un antibiótico.
Algo común que detecta la Aemps es que se usan este tipo de fármacos
de manera generalizada para prevenir neumonía bacteriana«.
De acuerdo con las recomendaciones de la Agencia Española del Medicamentos y Productos Sanitarios, hay que evitar la utilización sistemática de azitromicina en combinación con hidroxicloroquina en el tratamiento de la Covid-19, ante la falta de evidencia de eficacia y los riesgos potenciales.
Así que estamos en desescalada y ahora parece que nuestras autoridades sanitarias entienden que durante esta epidemia de coronavirus han continuado las malas prácticas de conllevan el abuso de los tratamientos antibióticos.
Y luego están los riesgos de los propios antibióticos. Las quinolonas y fluoroquinolonas son antibióticos sintéticos utilizados para el tratamiento de un amplio espectro de infecciones. Tras años de polémicas, la Aemps ha venido restringiendo su uso. Algunos son inútiles, otros sólo para infecciones muy fuertes y todos ofrecen graves riesgos.
La Agencia llevó a cabo una revisión sobre las reacciones adversas poco frecuentes pero muy graves, incapacitantes, de duración prolongada y potencialmente irreversibles que afectan a los sistemas nervioso y musculoesquelético asociadas al uso de estos medicamentos.
Algunas de las reacciones adversas que afectan al sistema musculoesquelético son:
tendinitis, rotura tendinosa, mialgia, debilidad muscular, artralgia y edema articular».
Las que implican al sistema nervioso:
neuropatía periférica, psicosis, ansiedad, insomnio, depresión, alucinaciones, pensamientos autolíticos, confusión, alteraciones de la audición o la visión o de los sentidos del gusto y el olfato».
En España están disponibles medicamentos que contienen los principios activos ciprofloxacino, levofloxacino, moxifloxacino, norfloxacino, ofloxacino y ácido pipemídico.
La Aemps duda incluso de su utilidad por los graves daños que pueden sufrirse:
Debido a la gravedad de las reacciones observadas y teniendo en cuenta que pueden producirse en personas previamente sanas, cualquier prescripción de antibióticos quinolónicos o fluoroquinolónicos deberá realizarse tras una cuidadosa valoración de su relación beneficio-riesgo«.
Es decir, en el caso de infecciones leves, los beneficios de este tratamiento «no superan el riesgo de sufrir las reacciones adversas» mencionadas. Sólo serían útiles para personas «con infecciones graves por bacterias sensibles», siempre según la institución que ha de velar por la salud pública.
Usamos demasiados antibióticos y las bacterias se han ido adaptando con el tiempo a ellos haciéndolos inútiles. Riesgos de los mismos aparte.