Viruela del mono: ¿La siguiente campaña de marketing del miedo?

Tras la confirmación de 23 casos de viruela del mono (monkeypox) en Madrid y la preocupación por la posibilidad de una nueva amenaza sanitaria, es interesante recordar la información que la periodista Graziella Almendral incluye en su libro Vacunas: Cuando los seres humanos ganamos la guerra invisible, sobre este virus.

La información, que os resumo, está extraída del capítulo 9: El escudo contra los ataques bioterroristas. En él, Almendral cuenta que la viruela ha sido una de las enfermedades más devastadoras que ha sufrido la humanidad. Solo en el siglo xx provocó el fallecimiento de unos trescientos millones de personas.

La enfermedad ha desaparecido, pero el virus aún no. Tras la erradicación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a todos los laboratorios con muestras de viruela del mundo que las destruyeran o las enviaran a dos centros autorizados. Estos son: el Centro Estatal para las Investigaciones Virológicas y Biotecnológicas VECTOR (Koltsovo, región de Novosibirsk, Rusia) y en el CDC de Atlanta en Estados Unidos.

Legalmente, las muestras son propiedad de la OMS. Oficialmente no existen otros centros con muestras congeladas del virus de la viruela, considerado, a día de hoy, el arma biológica más temida.

La OMS inspecciona cada dos años ambos centros de investigación para comprobar que cumplen con las normas internacionales de bioseguridad y bioprotección.

La última vez que lo hicieron fue justo unos meses antes de la pandemia de la Covid-19, en 2019.

Pero la pregunta que cada pocos años plantea la OMS es si debemos o no destruir las muestras de viruela y acabar así definitivamente con el virus.

Está autorizada una nueva vacuna frente al virus de la viruela, pero la mayoría de los países guardan en sus reservas estratégicas dosis de la vacuna clásica que, además de existir la posibilidad de que estén fuera de plazo, causan efectos secundarios.

Estas vacunas clásicas cumplieron una gran función en su momento, pero ahora deberían ser renovadas por vacunas más seguras.

En España tenemos apenas dos millones de vacunas clásicas que se compraron en el año 2003 y que requieren un tiempo de elaboración, ya que deben diluirse. Países como Estados Unidos guardan vacunas en un número proporcional a su población.

Pero la historia se complica un poco más y aquí la naturaleza vuelve a recordarnos que existen virus emergentes y zoonosis y que hay virus muy parecidos a la viruela que esta vez sí tienen hospedador animal y regularmente intentan saltar al ser humano.

Uno de los que más preocupa es el monkeypox, la viruela del mono. El monkeypox produce en los humanos una infección parecida a la viruela, quizá no con tanta mortalidad. El virus hace lo que todos los virus emergentes, saltan al hombre esporádicamente e intentan adaptarse, pero por ahora no lo ha conseguido.

Se cree que el virus tiene a los roedores como reservorio, al igual que sucede en la mayoría de la familia de los poxvirus, a la que pertenecen la viruela o el monkeypox, pero puntualmente infectan al mono y desde este animal se transmite al ser humano. Hay dos: el de la cuenca del Congo y el de África occidental, con letalidades distintas.

En la República Democrática del Congo hay un laboratorio de vigilancia financiado por Estados Unidos para observar y analizar esta transferencia de virus de mono o de otros animales al hombre.

¿Qué está ocurriendo ahora? Como hay menos personas que han recibido la vacuna de la viruela porque como se dió por erradicada la enfermedad dejó de usarse en los años 80 del siglo pasado, empieza a haber más casos porque buena parte de la población no está protegida y el virus tiene más oportunidades de saltar al ser humano.

Y esto lo añado yo de mi cosecha: ¿Estaremos a las puertas de una nueva campaña de marketing del miedo que aproveche la situación para desarrollar nuevas vacunas de la viruela con las que se anteponga el negocio a la salud pública?

La penúltima vez que lo vivimos fue con aquella pandemia de Covid, ¿lo recordáis?