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Negligencias médicas: Cómo la descoordinación sanitaria puede matar

En el > llevamos un caso de negligencia médica particular y general al mismo tiempo. Os cuento. Es un caso paradigmático de la fragmentación de la sanidad en especialidades. El paciente en su plena juventud acude a su mútua por un accidente laboral. Le diagnostican esguince. Inmovilizan con férula y le dan heparina para evitar una trombosis venosa profunda, como así marca el protocolo.

El paciente a la semana siguiente vuelve a la mútua y le retiran férula y tratamiento anticoagulante. Sigue acudiendo en semanas posteriores y el gemelo empeora. Siete días antes de fallecer, el fisioterapeuta de la mútua alerta de anomalías en las imágenes del gemelo y edema.

El paciente ese día advierte que tiene falta de aire y fatiga. Sigue cojeando. El fisio notifica en informe que debe ser derivado a servicios médicos. Ese día el paciente va al centro de salud. Le pautan tratamiento para bronquitis.

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Tromboembolismo.

La mútua le da el alta cuatro días después de acudir al fisio y le indican que si se ahoga que vaya al hospital.

Acude al día siguiente al centro de salud por presentar síntomas de ahogamiento, mareo, dolor en gemelo.

El mismo día que le dan el alta en la mútua y acude por la tarde a Urgencias de un hospital extremeño.

Allí le atiende un alergólogo como jefe de Urgencias. Le dan el alta y sigue tratamiento para bronquitis.

El médico dice que explora y que no hay signos de tromboembolismo. En todas las plantillas de hospitales aparece Exploración completa y no signos TPV (tromboembolismo) para ser rellenado.

Muchas veces van rápido y lo rellenan automáticamente. Al día siguiente del alta hospitalaria se marea en casa, le falta aire, vomita sangre. El 112 le lleva a Urgencias nuevamente. Y al día siguiente de estar en Urgencias le vuelven a dar el alta y le dicen que vaya a su centro de salud para que le haga alguna prueba más si acaso.

Fallece en casa unas horas después. Causa de la muerte: tromboembolismo pulmonar seguramente provocado por la trombosis venosa derivada del accidente.

Como explica Francisco Almodóvar, abogado del >:

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Francisco Almodóvar, abogado del .

A nivel jurídico vemos que el caso es un claro ejemplo de derivación de responsabilidad entre unos y otros.

La mútua no vio señales claras que sugerían estar en alerta.

Los servicios públicos solo se centraron en el constipado, sin explorar adecuadamente y sin realizar una anamnesis adecuada.

Ahora la familia se enfrenta a las defensas legales de una empresa de peritos liderada por un pope de la sanidad privada.

Aun así, hemos contado con excelentes peritos en este caso.

Es clara la relación de causalidad, la falta de medios y la lesión de la lex artis. Vemos que hay médicos que solo se centran en su patología y engañan cuando indican que exploran y realizan anamnesis total».

Esta actuación, unida a la falta de integración de información médica entre los agentes proveedores de servicios de salud, públicos y privados, provoca muertes en el día a día de los hospitales.

Por cierto, de las dos visitas que el muchacho realizó al centro de salud, de ninguna hay constancia documental. Además, se reconoce la falta de medios del hospital público. Se echa la culpa al paciente que debería haber alertado, como si el paciente supiera más de medicina que un médico.

Es decir, comienza una batalla por defender derechos. Una familia no litiga por una negligencia si sus peritos no le dicen que hay nexo causal e incumplimiento de la lex artis.

Aun así, la defensa legal de la Administración y de las empresas de salud privadas es tan agresiva que provoca daños morales incluso a los demandantes.

Esperemos que los jueces tengan una sana crítica en este caso», concluye Almodóvar.

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Un comentario

  1. Hola Miguel y Francisco,

    Es mucho más distópico y está ocurriendo a diario, cada minuto de contacto de los ciudadanos con el sistema de atención de salud.

    Están egresando de las facultades médicos ignorantes, acríticos, ni hablar de las enfermeras que ahora examinan en lugar de los médicos. ¿Heparina según protocolo para tratar esguince?- Quizás en Kurdistan. ¿Un tromboembolismo pulmonar dando síntomas interpretalbles como ‘bronquitis’?- sólo en el Reino de la fantasía de Walt Disney. ¿Quién escribió «vomita sangre»- lo que sí pudo haber es expectoración sanguinolenta, hemoptisis se llama, signo concomitante de aquello que le causó la muerte.

    . . .Ignorantes y deshonestos. Y sus salarios dependen directamente de que persistan siéndolo. . . . ¿Cuántos médicos de los servicios de prevención de riesgos laborales están denunciando que se les impone a realizar prácticas definitivamente veterinarias? Respuesta: cero. . . . ¿cómo es que todos los empleados «aptos» para continuar trabajando quedan adjudicados antes de diciembre? – ¿Se diagnostican y se curan todas las enfermedades ocupacionales a punta de Panettone? – Vamos! cuéntenme ahora una de vaqueros e indios.

    Prevalencen sin duda jueces sin entendimiento alguno del lex artis y lex artis ad hoc. —>¿Cuántos veredictos terminan decantados por la chapuza valoración de los médicos foreneses (que de toxicología ocupacional, p. ej., estudian lo que yo he estudiado de chino) . . .y ya me ha tocado presenciar honorables magistrados tolerando, a sabiendas, que peritos mercenarios por parte de las aseguradoras rebuznen opiniones que simplemente nunca estuvieron ni en los más obsoletos libros de la profesión.

    Subyacen pacientes no empoderados, agotados, demasiado rotos, para reconocer lo que compete al acto médico mínimo. ¿Cuántos de nuestros pacientes exigen a un proveedor de salud que corrija en su historial (cuando hay del todo registro) eso de que «no se hallaron ganglios linfáticos patológicos» o bien que «los pulsos periféricos se palparon normales» porque sencillamente el galeno o el paramédico no le puso la mano encima ni para transmitirle humanidad.

    Desde hace ya décadas se viene rebajando a niveles de subsuelo lo que concebiríamos como «el proceder del médico razonable» , patrón oro de referencia convertido en nimiedad de nimiedades. Es así como nos encontramos a nuestro médico tratante: un inmutable técnico que jamás te preguntará ni siquiera en qué trabajas o cuántos teléfonos inhalámbricos tienes conectados en casa, o si está tolerando bien el fármaco (peligroso) que recetó el especialista de la clínica anti-envejecimiento de la esquina.

    Entre bastidores tenemos a empleadores de proveedores de salud que hace rato ven a la provisión de atención como una mina de oportunidades para inversiones capital-riesgo. Con una red de cobertura y colchón desde la adminitración misma. Nunca los verás intimados a un juicio por negligencia o por acto criminal de su hospital pese a que hiciera desaparecer información del historial del siniestrado de turno.

    La medicina privada a horcajadas sacando provecho de todos los vacíos. Sus autores saben bien entablar tejemanejes para debilitar lo que ya no queda de atención pública . . . pero ¿quién se cree que la atención privada proporciona seguridad cualquiera a los pacientes? Nos consta de pirmera fuente que para nada es así. Una de las últimas que he escuchado es el desciframiento de una ecosonografía abdominal que describía «bazo de tamaño y tejido normal» a una paciente que visitaba por urgencia y que no tenía bazo.

    Nadie ha ido preso. Hemos de sacarnos los guantes.

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