Gripe: Cada vez nos meten más miedo para «colocar» ciertos productos sanitarios
La mal conocida como «tripledemia» continúa declinando. Así lo indica el último informe del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SIVIRA) de España, el de la semana del 8 al 14 de enero de 2024.
La incidencia de gripe en Atención Primaria disminuye por segunda semana consecutiva y consolida el descenso en la actividad gripal en todas las Comunidades Autónomas de España. Este descenso se manifiesta en todos los grupos de edad excepto en los de 1-4 años y 5-14 años.
La tasa de hospitalización rompe la tendencia creciente en la semana 02/2024 y disminuye a 10,6 casos/100.000h (14,9 casos en la semana previa). Por grupos de edad, en la semana 02/2024 las mayores tasas de hospitalización se observan en el grupo de los adultos de 80 o más años (79,4 casos/100.000 h), si bien disminuyen respecto a la semana previa.
Pese a ello, siguen obligando a ponerse las mascarillas en los centros sanitarios. Y podemos ver en los grandes medios de comunicación «campañas» o noticias, según se mire, animando a vacunarse de la gripe y de la Covid (cuando, por cierto, hacerlo al mismo tiempo es contraproducente).
Parece que todo vale para «colocar» las remesas de vacunas para estas dolencias que no se usan y caducan en los anaqueles, porque las gente ha acabado bastante cansada de pandemias, epidemias y triplemias.
Parece que el marketing del miedo se intensifica desde la pandemia de Covid. Pero el cuestionamiento de vacunas como la de la gripe viene de lejos. Peter Doshi ya sostenía en 2013 en el British Medical Journal (BMJ) que en el caso de las vacunas contra la gripe y en su comercialización las decisiones no se basan en datos científicos de la más alta calidad, como debería ser.
Para él:
La promoción de las vacunas contra la influenza [gripe] es una de las políticas de salud pública más visibles y agresivas en la actualidad».
Peter Doshi
Según él, hace veinte años, en 1990, había 32 millones de dosis de vacuna contra la influenza disponibles en Estados Unidos. En 2013, fueron alrededor de 135 millones de dosis de dicho producto.
«Este enorme crecimiento -dice Doshi- no ha sido impulsado por la demanda popular, sino más bien por una campaña de salud pública que transmite un mensaje sencillo, que nadie en su sano juicio podría estar en desacuerdo: la influenza es una enfermedad grave, todos estamos en riesgo«.
Desde esta perspectiva, la falta de disponibilidad de la vacuna contra la influenza para los 315 millones de ciudadanos estadounidenses parece rozar lo poco ético.
Sin embargo, en todo el país han surgido políticas obligatorias de vacunación contra la influenza, particularmente en los centros de atención médica, porque no todos quieren la vacuna, y la obligatoriedad (que en España no se produce) parece ser la única forma de lograr altas tasas de vacunación.
Pero, como argumenta el médico, un examen más detenido de las políticas de vacunación contra la influenza muestra que, aunque sus defensores emplean la retórica de la ciencia, los estudios que subyacen a la política son a menudo de baja calidad y no fundamentan las afirmaciones de los funcionarios:
La vacuna podría ser menos beneficiosa y menos segura de lo que se ha afirmado, y la amenaza de la influenza parece exagerada«.
Eso hace más de diez años, ¿a qué os suena? La seguridad y eficacia de ese tratamiento preventivo sigue siendo más o menos la misma, lo que está variando es que cada vez necesitan meternos más miedo para vender sus productos.