Las terapias CAR-T pueden provocar más cáncer: Kymriah, Yescarta, Tecartus, Abecma
¿Tratamientos contra el cáncer que pueden provocarnos un cáncer? La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) informa del riesgo de “neoplasias malignas secundarias” de células T asociadas a terapias CAR-T (por su nombre en inglés, en español: receptores quiméricos de antígenos).
La terapia de células T con (CAR-T) es una manera de hacer que las células inmunitarias llamadas células T (un tipo de glóbulos blancos) luchen contra el cáncer al alterarlas en el laboratorio para que puedan encontrar y destruir a las células cancerosas.
La terapia de células CAR-T en ocasiones también es referida como un tipo de terapia génica celular debido a que involucra la alteración de los genes dentro de las células T para ayudar a combatir el cáncer.
En la actualidad, está indicada para tratar tumores en la sangre, y existen seis de estas terapias CAR-T autorizadas en la Unión Europea e indicadas para ciertas neoplasias hematológicas.
Sus principios activos y nombres comerciales son: axicabtagén ciloleucel (Yescarta), brexucabtagén autoleucel (Tecartus), ciltacabtagén autoleucel (Carvykti), idecabtagén vicleucel (Abecma), lisocabtagén maraleucel (Breyanzi) y tisagenlecleucel (Kymriah).
A fecha de emisión de esta nota informativa cuatro de ellas se encuentran comercializadas en España: Kymriah, Yescarta, Tecartus, Abecma.
Desde finales de 2023, el Comité para la Evaluación de Riesgos en Farmacovigilancia europeo (PRAC, por sus siglas en inglés) ha evaluado 38 casos de neoplasias malignas secundarias, en su mayoría linfoma o leucemia de células T, notificados entre 42.500 pacientes que han recibido alguna de las terapias mencionadas.
En la mitad de los casos se realizaron pruebas adicionales, obteniendo resultados positivos en siete de ellas para el transgén CAR, lo que sugiere que las propias células que se encuentran en las terapias administradas podrían estar involucradas en el desarrollo de la enfermedad.
Las neoplasias secundarias tardaron en aparecer desde algunas semanas hasta años después de la administración de la terapia CAR-T.
Estas terapias se administran solamente en los centros autorizados por el Ministerio de Sanidad, sin embargo, es posible que el seguimiento de estos pacientes se realice en su centro de origen.
La AEMPS informa de la importancia de realizar una vigilancia durante toda la vida del paciente para detectar estos posibles cánceres, diferentes al diagnóstico del cáncer original del paciente. La Agencia dice que esta recomendación es aplicable también a las terapias de fabricación no industrial.
Cómo funciona la terapia CAR-T
Fotos: Tima Miroshnichenk.
El sistema inmunitario reconoce sustancias extrañas en el cuerpo mediante la búsqueda de proteínas llamadas antígenos en la superficie de esas células.
Las células inmunitarias llamadas células T tienen sus propias proteínas llamadas receptores que se unen a antígenos extraños y ayudan a provocar que otras partes del sistema inmunitario destruyan a la sustancia extraña.
La relación entre los antígenos y los receptores inmunes es como una cerradura y una llave. Al igual que una cerradura solo se puede abrir con la llave correcta, cada antígeno extraño tiene un receptor inmune único que puede unirse a él.
Las células cancerosas también tienen antígenos, pero si las células inmunitarias no tienen los receptores adecuados, no pueden adherirse a los antígenos y ayudar a destruir a las células cancerosas.
En las terapias CAR-T, las células T son obtenidas de la sangre del paciente y se alteran en el laboratorio al añadirles un gen con un receptor (llamado receptor quimérico de antígenos o CAR) el cual ayuda a las células T adherirse a un antígeno en específico de las células cancerosas.
Tras ello, las células CAR-T son transferidas al paciente. Dado que los diferentes tipos de cáncer tienen distintos antígenos, cada CAR está hecho para el antígeno específico de un cáncer concreto.
La técnica es ingeniosa, la pena es que aparezcan ahora estos terribles efectos secundarios, hasta ahora no conocidos (en el enlace anterior la American Cancer Society no lo menciona).
En ciertos tipos de leucemia o linfoma, las células cancerosas contienen un antígeno en el exterior de las células cancerosas llamado CD19. Las terapias de células CAR-T para tratar estos cánceres están diseñadas para adherirse al antígeno CD-19 y no funcionarán contra un cáncer que no contenga ese antígeno.
Lo dicho, se trata de una técnica, que como casi siempre ocurre en medicina, se presenta como “revolucionaria”, y no dudamos que lo sea (desde luego es un trabajazo de ingeniería genética), pero luego el tiempo suele poner a los tratamientos más novedosos en su sitio.
¿A qué nos referimos? Pues a que según pasan los años y se usa de manera masiva, comienzan a aparecer los nuevos y graves efectos secundarios que o no se detectaron en los ensayos clínicos previos a su comercialización o no se quisieron ver.
Así tenemos un tratamiento para el cáncer que puede provocar un nuevo cáncer.