Cóctel de plaguicidas en nuestros alimentos: Hasta 106 residuos tóxicos
España es líder en la venta de plaguicidas en la Unión Europea. En 2022, último año con datos disponibles, nuestro país bajó del primer al segundo lugar, pero solo porque hubo una reducción del 26% en las ventas que no se debió a una política de reducción sino a la grave sequía y a la prohibición de determinados fitosanitarios en la Unión Europea).
Y es que como cada año la asociación Ecologistas en Acción publica su informe Directo a tus hormonas. Residuos de plaguicidas en los alimentos españoles.
Pues bien, los alimentos vendidos en 2022, tanto importados como de producción española, tenían residuos de 106 plaguicidas, lo que supone que el 36% de las muestras presentaba residuos de uno o más de esos productos potencialmente tóxicos. Este porcentaje aumenta hasta el 43% para vegetales y frutas.
El trabajo resume los resultados de los análisis de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) de 1.743 muestras de alimentos a la venta en España en 2022, con el foco puesto en la detección de tres grupos especialmente tóxicos: las sustancias no autorizadas, las candidatas a ser sustituidas por su elevada toxicidad y las que tienen la capacidad de alterar el sistema hormonal o disruptoras endocrinas.
Estudio de tóxicos alimentarios
Un primer resultado del estudio es que los datos análisis de partida son cada año menos representativos ya que la AESAN continúa su tendencia a la baja en el número de muestras tomadas, lo que sitúa a España a la cola de la UE con 3,61 muestras por cada 100.000 habitantes. Vaya que tomamos pocas muestras pese a que nuestros alimentos van cargados de plaguicidas.
Y según la citada asociación, se detectaron:
-59 plaguicidas disruptores endocrinos, incluido el DDT.
-32 plaguicidas NO autorizados en la Unión Europea.
-17 fitosanitarios candidatos a ser sustituidos por sus efectos cancerígenos, tóxicos para la reproducción, de disrupción endocrina o que cumplen dos de las tres siguientes características: persistencia, bioacumulación y toxicidad.
Por todo ello, la población nos exponemos a estos químicos tóxicos presentes en los alimentos, aunque sea en pequeñas cantidades ya que en el 99% de los casos no incumplían los límites legales. Pero es que estos deben ser revisados porque no tienen en cuenta que los plaguicidas disruptores hormonales actúan a muy bajas dosis.
Los límites legales tampoco tienen en cuenta el efecto combinado de multitud de sustancias, un efecto que pone en riesgo la seguridad alimentaria y que no puede ser analizado en ningún estudio de toxicidad, algo sobre lo que alerta la comunidad científica.
La pera con 9 residuos
El cóctel de plaguicidas se produce, en el 22 % de las ocasiones, en un mismo alimento, con múltiples muestras contaminadas con varios plaguicidas (el caso extremo es el de una muestra de pera que contenía residuos de 9 sustancias distintas).
Pero también se pone en riesgo la salud de las personas que trabajan en el campo, en demasiadas ocasiones, sin las medidas de seguridad adecuadas. Y, por supuesto, el uso de estos productos supone la devastación del entorno natural que rodea los campos en los que se aplican los plaguicidas, afectando gravemente a la biodiversidad.
Por último, los plaguicidas presentes en la comida son más de los analizados ya que la AESAN no busca en sus trabajos la presencia de las sustancias que realmente emplea la agricultura, como el glifosato, el segundo pesticida más vendido en España en 2022 pero cuya presencia no se buscó en ninguna muestra.
De todo lo anterior se deduce que España sigue apostando por un sistema alimentario muy dependiente de los pesticidas que pone en riesgo la salud de la población y la naturaleza.
Como indican desde ecologistas en acción:
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria debe mejorar el control de los alimentos, ampliando el número de muestras analizadas así como el número de plaguicidas analizados en cada muestra, entre los que debería incluir los fitosanitarios realmente utilizados en los campos, como el glifosato.
Por otro lado, el Ministerio de Agricultura debería cambiar el rumbo que ha seguido durante demasiados años y ayudar a que los alimentos producidos en España se diferencien como productos saludables y sin tóxicos, ecológicos, que permiten vivir dignamente a sus productoras.