Derecho a escribir miguel jara
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Infodemia: La industria de la desinformación en salud

Desde la Asociación de Informadores de la Salud (ANIS), la mayor que hay en el periodismo sanitario hoy, piden «colaboración para establecer prioridades en la Lucha contra la Desinformación en Salud».

Y han elaborado un manifiesto: https://lnkd.in/dgC6pjT5.

«Queremos contar con tu colaboración para conocer cuáles son las prioridades e iniciativas de las detalladas en el MANIFIESTO que consideras más relevantes así como cualquier otra iniciativa que queráis sugerirnos», explican.

Según esta asociación, a cuyos miembros (a algunos) conozco desde hace años:

La desinformación está aumentando el riesgo de enfermedades, muertes, falta de
adherencia al tratamiento y el retraso en la toma de medidas basadas en evidencias
científicas para prepararnos frente a futuras amenazas sanitarias globales. Un ejemplo claro de esta situación la hemos vivido recientemente en la pandemia de Covid-19.

La desinformación en salud está generando en la población desconfianza en la ciencia y el método científico, en los profesionales de la salud, instituciones oficiales y medios de comunicación.

Además, la aparición de la inteligencia artificial está provocando un reto en la creación de contenidos de salud de calidad y que puede agravar la infodemia«.

También citan a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para argumentar que existen dos conceptos para hacer referencia a este problema: «Información errónea y Desinformación».

Y entre los «buenos propósitos» de estos compañeros y compañeras, están:

-«Concienciar a las AUTORIDADES SANITARIAS para que reconozcan la desinformación
como un problema de salud pública y lleven a cabo acciones para hacerle frente».

-Alertar sobre la presencia de desinformación en el campo de la salud en medios de
comunicación e Internet.

-Abrir canales de diálogo con las plataformas digitales que transmiten contenidos con
desinformación en salud.

Desinformación industrial

Antes de «traducir» lo que parece que quieren decir estos periodistas es muy importante conocer quién financia a ANIS. Mis compañeros, con buen criterio, ofrecen en su web una sección de Transparencia, y lo dejan muy claro, se financian con las aportaciones económicas de la industria farmacéutica y sanitaria. Y estos son los mismos agentes en salud que los periodistas debemos vigilar y si detectamos alguna irregularidad, publicarla y difundirla.

Llevo más de 23 años investigando periodísticamente y analizando las prácticas de la industria farmacéutica y la corrupción sanitaria. Creedme cuando os digo que es verdaderamente difícil trabajar sobre una industria que te da de comer: Perro no come perro.

Perro miguel jara

ANIS tiene como «socios protectores» (uff, qué mal suena esto) a Pfizer, Chiesi y Pharmamar, y entre los socios colaboradores a algunas otras multinacionales farmacéuticas como Abbvie, Lundbeck, Lilly o Novo Nordisk. Vaya, que para pagar los canapés hay dinero.

Desinformar en salud

Es paradójico porque desinformar en salud, lo que se dice desinformar, es tarea principal de muchos laboratorios farmacéuticos. Desde que comienzan a desarrollar un fármaco. Como los datos de los ensayos clínicos que hacen para probar su eficacia y seguridad están protegidos legalmente por la figura del «secreto comercial», solo cuentan lo que les interesa. A las agencias de medicamentos y a los medios de comunicación.

Así es como en muchas ocasiones colocan en el mercado verdaderas mierdas de fármacos que no solo no tienen eficacia sino que además provocan graves daños. De ejemplos están llenos los cementerios… y este blog. Este fue el tema que llevó a informar en salud hace más de dos décadas y aquí sigo.

Cuando desde ANIS dice que la desinformación está aumentando el riesgo de enfermedades, muertes, falta de adherencia al tratamiento y el retraso en la toma de medidas basadas en evidencias científicas para prepararnos frente a futuras amenazas sanitarias globales, pues en parte les doy la razón.

La industria sanitaria está constantemente hablándonos de enfermedades. Nunca conocimos tantas y tanto, y eso en buena medida es porque como legalmente no puede hacer publicidad de sus medicamentos, la estrategia de marketing es hablar hasta la saciedad de las enfermedades. Las das a conocer y los pacientes aparecen solos en las consultas.

«Falta de adherencia al tratamiento». Así es como llama la industria a dejar de tomar un fármaco. Esto, según las circunstancias, puede hasta ser bueno para la persona (imaginad tomar un tratamiento muy dañino y no justificado), pero no para quien lo comercializa.

«Toma de medidas basadas en evidencias científicas». Este es el mantra sistémico preferido, pero también es una gran mentira. Un ejemplo es la baja o nula eficacia de muchos grupos de fármacos, entre ellos los usados contra el cáncer, poco eficaces y peligrosos.

cáncer terapia car-t

No se desconfía del método científico, se desconfía de su aplican digamos comercial. ¿De qué sirve ese método en manos de laboratorios sin escrúpulos capaces de manipular de una u otra manera los resultados de los ensayos clínicos que hacen y de la información que luego transmiten a reguladores y periodistas?

Y esto es algo generalizado, no anecdótico. Se llama corrupción y quien la denuncia no «desinforma», ni está en contra de la ciencia, sino todo lo contrario, como le importa el conocimiento, lo protege de quienes lo prostituyen por un interés puramente económico.

Las AUTORIDADES SANITARIAS ¿cómo no van a reconocer la desinformación
como un problema de salud pública?, si en muchas ocasiones son las que la promueven dejándose asesorar por los «fontaneros» de las industrias. Un ejemplo: En la estrategia de vacunación del Gobierno durante la pandemia estuvieron pediatras que reconocen que cobran de los fabricantes de vacunas.

Sobre la presencia de desinformación en el campo de la salud en medios de comunicación e Internet. Nunca se ha censurado tanto en internet como durante la última pandemia.

Las redes sociales mayoritarias «caparon» a muchas personas, periodistas como yo entre ellas, que difundían informaciones que no interesan al poder establecido. Yo mismo sufrí (y sigo sufriendo aún) la censura de Facebook por publicar ¡informaciones oficiales!, basadas en lo que difunde la Agencia de Medicamentos, sobre los daños de las vacuna Covid.

Dado que ANIS va a abrir canales de diálogo con las plataformas digitales que transmiten contenidos con desinformación en salud, les animo a que intenten acabar con esa CENSURA. ¿Puede haber algún enemigo peor del PERIODISMO?

En realidad, lo que buscan esos censores (y quienes estén detrás) no es acabar con la información en salud, ya digo que yo publicaba las notas de prensa de la Agencia Española de Medicamentos, sino que intentan acabar con las personas, las que verdaderamente informan sobre salud sin estar financiadas por las industrias.

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