Cancer prostata
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La medicalización del cáncer de próstata y el “tráfico de pruebas” de detección

He leído un texto sobre el cáncer de próstata, cuya medicalización y “tráfico de pruebas” de detección es en la actualidad un grave problema sanitario. Destaca su autor la problemática de las pruebas y tratamientos del cáncer de próstata, enfatizando que muchos médicos pueden estar mal informados sobre su manejo.

Se mencionan dos libros relevantes: Invasion of the Prostate Snatchers del Dr. Mark Scholz y The Great Prostate Hoax de Richard Ablin, quien es crítico de la Prueba del antígeno prostático específico, la conocida como PSA.

La realización anual de pruebas de PSA ha llevado a un aumento de biopsias y cirugías innecesarias, y Ablin advierte que estas pruebas “hacen más daño que bien”. El análisis tiene un 78% de falsos positivos, lo que puede resultar en procedimientos perjudiciales.

Aunque el cáncer de próstata se diagnostica con frecuencia, se menciona que este tipo de tumores malignos avanzan lentamente y la mayoría de los hombres no mueren a causa de ello. Un estudio de 15 años indica que solo el 3% de los pacientes murió por cáncer de próstata, y los beneficios de tratamientos como cirugía y radioterapia son limitados, reduciendo la mortalidad en solo un 1-2% para casos de bajo y medio riesgo.

Los riesgos asociados a la cirugía de próstata son significativos, con una mortalidad del 0,17% y tasas de incontinencia urinaria e impotencia sexual como secuelas de entre el 15% y el 20%. Por ello, se critica el sobretratamiento en la urología.

En conclusión, el texto subraya la necesidad de un enfoque más cauteloso y fundamentado en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de próstata para evitar sufrimientos innecesarios.

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Cáncer de próstata medicalizado

La medicalización del cáncer de próstata ha llegado a tal extremo que hay muchos médicos que piden acabar con los cribados de detección temprana del mismo. ¿En qué consiste esta prueba? El antígeno prostático específico o PSA es una proteína que producen tanto las células normales como las células malignas (cancerosas) de la próstata. El análisis se usa para medir la concentración del PSA en la sangre. Para esta prueba, se envía una muestra de sangre a un laboratorio para su estudio. Los resultados en general se indican en nanogramos de PSA por mililitro de sangre (ng/ml).

Otros trabajos científicos en los que se ha evaluado sistemáticamente la evidencia de ensayos controlados aleatorizados para determinar si las pruebas de detección, como la mamografía para detectar cáncer de mama o la PSA, reducen la mortalidad por enfermedades en las que la muerte es un resultado común.

Y la conclusión es clara:

“Entre las pruebas de detección actualmente disponibles para enfermedades en las que la muerte es un resultado común, las reducciones en la mortalidad específica de la enfermedad son poco comunes y las reducciones en la mortalidad por todas las causas son muy raras o inexistentes”.

La medicalización del cáncer de próstata y el abuso de PSA ha sido objeto de debate en la comunidad médica y entre los expertos en salud pública. Algunos datos concretos y aspectos relevantes sobre este tema:

  1. Pruebas de PSA: El PSA es una proteína producida por las células de la próstata y se utilizan para detectar niveles elevados de esta proteína en la sangre, lo que puede indicar la presencia de cáncer de próstata, pero también puede ser causado por otras condiciones.
  2. Sobrediagnóstico: Muchos hombres con niveles elevados de PSA no desarrollan una enfermedad que ponga en riesgo su vida. Se estima que hasta el 50% de los hombres diagnosticados con cáncer de próstata pueden no haber experimentado síntomas o complicaciones si no se hubiera hecho la prueba.
  3. Guías de detección: Diferentes organizaciones, como la U.S. Preventive Services Task Force (USPSTF), han cambiado sus recomendaciones con respecto a la prueba de PSA. Ya en 2012, la USPSTF recomendó que los hombres de edad avanzada no se sometieran rutinariamente a pruebas de PSA debido al riesgo de sobrediagnóstico y tratamiento innecesario.
  4. Efectos del tratamiento: El tratamiento del cáncer de próstata puede incluir cirugía, radioterapia y terapia hormonal, todos los cuales pueden tener efectos secundarios significativos, como disfunción eréctil, incontinencia urinaria y alteraciones en la calidad de vida. En muchos casos, estos efectos pueden ser evitados si el cáncer no es agresivo y no requiere tratamiento inmediato.
  5. Estadísticas de mortalidad: A pesar de un aumento en los diagnósticos de cáncer de próstata, las tasas de mortalidad han disminuido, en parte debido a una mayor conciencia sobre la enfermedad y avances en el tratamiento. Sin embargo, esto también plantea preguntas sobre la efectividad de la detección temprana en la reducción de la mortalidad.
  6. Enfoque personalizado: Cada vez más, se aboga por un enfoque más personalizado en cuanto a la detección y el tratamiento del cáncer de próstata, donde se valore el riesgo individual y se considere si los beneficios de las pruebas y tratamientos superan los riesgos.
  7. Acceso a la información: La creciente disponibilidad de información sobre el cáncer de próstata y pruebas relacionadas ha llevado a una mayor conciencia y discusión entre los pacientes y los médicos, lo que puede influir en la decisión de realizarse una prueba de PSA.

Cribados e incertidumbre clínica

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Este fenómeno de medicalización y el uso excesivo de pruebas como el PSA destacan la importancia de la educación sobre salud, el acceso a información precisa y el enfoque colaborativo entre médicos y pacientes en la toma de decisiones sobre pruebas y tratamientos.

Y es que nunca se ha demostrado que las pruebas de detección del cáncer “salven vidas”.

El oncólogo Vinay Prasad y sus colegas sostienen que las reducciones en la mortalidad general deberían ser el punto de referencia y piden estándares de evidencia más elevados para la detección del cáncer.

Los cribados -explican los médicos Juan Gérvas y Mercedes Pérez Fernández– son intervenciones sanitarias para el diagnóstico precoz de enfermedades asintomáticas, involucrando a personas que creen estar sanas.

Sin embargo, el cribado solo puede clasificar a individuos en probables sanos o enfermos, y requiere pruebas diagnósticas posteriores para identificar verdaderos positivos (enfermos) y falsos positivos (probablemente sanos).

Un problema significativo en los cribados es el sobrediagnóstico, donde se diagnostican afecciones que nunca evolucionarían a enfermedad, como en el cáncer de mama o próstata, con altas tasas de sobrediagnóstico (hasta el 60% en próstata). Esto puede llevar a tratamientos innecesarios y sus efectos colaterales, sin beneficios evidentes.

Además, existe la clasificación de probablemente sanos que incluye verdaderos negativos (realmente sanos) y falsos negativos (enfermos no detectados). La evolución de algunas enfermedades, como ciertos cánceres, puede ser lenta o remitir espontáneamente, lo que pone en duda la justificación de muchos programas de cribado. Existe falta de comprensión sobre la “evolución natural de la enfermedad”.

Algunas definiciones clínicas, como las de normalidad en pruebas de detección de osteoporosis o hipertensión, transforman a individuos sanos en pacientes, generando intervenciones no justificadas y potencialmente dañinas.

La conclusión de estos profesionales sanitarios es que todos los cribados pueden causar daño, y que sería prudente eliminar muchos de ellos, conservando solo aquellos que demuestran un beneficio claro, constatable.

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