Cómo la alimentación y el bienestar emocional influyen en la histaminosis y los síntomas digestivos
La histaminosis es la intolerancia a la histamina. Esta es una molécula de señalización, que envía señales entre células. Le dice al estómago que produzca ácido estomacal. También ayuda al cerebro a mantenerse despierto. La histamina también funciona con nuestro sistema inmunitario. Nos ayuda a protegernos de invasores. Cuando el sistema inmunitario descubre un invasor, unas células llamadas células B producen anticuerpos IgE. Los IgE advierten a otras células del sistema inmunitario qué invasores buscar.
Es interesante comprender cómo los procesos digestivos, inmunitarios y emocionales se entrelazan con la histaminosis. La histaminosis ocurre cuando el cuerpo no puede descomponer adecuadamente esta molécula, ya sea por deficiencia enzimática (específicamente la diamina oxidasa o DAO) o por una liberación excesiva de histamina desde las células.
Los alimentos ricos en histamina o que desencadenan su liberación (como el cerdo, lácteos, azúcares refinados, harinas procesadas, y productos fermentados) pueden agravar los síntomas. Comidas como las pastas o los dulces y bollos o un pan con paté, son ricos en harinas refinadas, y pueden alterar el equilibrio de la microbiota intestinal, causando un aumento en la permeabilidad intestinal, lo que permite que más histamina llegue al torrente sanguíneo.
Histamina y microbiota intestinal
El azúcar puede alimentar bacterias intestinales que liberan histamina, mientras que los lácteos (especialmente los no fermentados) contienen proteínas que pueden desencadenar reacciones alérgicas o intolerancias.
Cuando el sistema digestivo no maneja bien los alimentos ricos en histamina o aquellos que provocan una mayor liberación de esta, el sistema inmunitario responde. Los mocos o el amago de estornudos, son parte de una respuesta inflamatoria mediada por inmunoglobulina E (IgE), que se activa ante la histamina.
Los alimentos ricos en histamina, junto con una alimentación descontrolada, pueden aumentar la actividad de las células inmunitarias, como los mastocitos, que liberan histamina en respuesta a los desencadenantes (en este caso, alimentos).
La histamina liberada provoca síntomas como congestión nasal, secreción de mocos y estornudos, lo que puede parecer un resfriado, pero en realidad es una manifestación de una reacción de hipersensibilidad alimentaria.
Desde el enfoque de la psiconeuroinmunología (determina la relación entre procesos psicológicos y nerviosos, y cómo afectan al sistema inmune del organismo) tus emociones y tu estado mental pueden influir en cómo respondes a los alimentos y a los desencadenantes de histamina.
El estrés, la ansiedad o estados emocionales altos pueden afectar la función inmunitaria, amplificando las reacciones adversas a ciertos alimentos. El estrés crónico puede alterar la producción de enzimas digestivas y afectar la flora intestinal. Esto debilita la barrera intestinal y aumenta la posibilidad de que los alimentos dañen el sistema inmunitario.
Y es posible que, aunque hayas mejorado en tu dieta al día siguiente, el estrés del día anterior haya dejado una huella, desencadenando los síntomas de histaminosis. La salud intestinal es clave para la descomposición de la histamina. Si la microbiota intestinal está desequilibrada (por ejemplo, por un exceso de bacterias que producen histamina o por una deficiencia de bacterias que la descomponen), esto puede dificultar la regulación de histamina en tu organismo.
El consumo de alimentos procesados (con muchos azúcares refinados, harinas o lácteos) puede alterar la microbiota intestinal, favoreciendo bacterias que producen histamina, lo que empeora tus síntomas.
Una estrategia para combatir la histaminosis es optar por alimentos antiinflamatorios y menos histamínicos: avena, chía, boniato, conejo o ternera, por poner algún ejemplo, son excelentes opciones para reducir la inflamación y evitar los picos de histamina. Son muy buenos los alimentos ricos en fibra, bajos en histamina.
Existen suplementos que ayudan a descomponer la histamina en el cuerpo, como la diamina oxidasa (DAO) en forma de suplemento, pero siempre bajo supervisión médica. Además, los probióticos específicos para histaminosis (que contienen cepas como Lactobacillus rhamnosus o Bifidobacterium infantis) pueden ser útiles para equilibrar la microbiota intestinal y reducir los síntomas.
Aunque ciertos alimentos son generalmente bajos en histamina, cada persona puede reaccionar de manera diferente. Hay que observar el cuerpo y ajustar la dieta según los síntomas. En resumen, la combinación de una dieta rica en histamina, estrés y desequilibrios intestinales puede exacerbar tus síntomas. Y después de cambiar tu alimentación seguro que tu cuerpo responde bien a una dieta más controlada y equilibrada.
Como explicamos, el estrés puede agravar la histaminosis y las reacciones inmunitarias, por lo que practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda o meditación, puede ayudar a reducir los síntomas.