Divorcio
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Vacunas y divorcio: El nuevo campo de batalla legal entre progenitores

La separación de una pareja es, sin duda, uno de los momentos más difíciles y estresantes en la vida de cualquier persona. Sin embargo, cuando hay hijos de por medio, la situación se vuelve aún más compleja y delicada. En los últimos años, hemos sido testigos de un fenómeno preocupante que está ganando terreno en el ámbito de las separaciones y divorcios: el uso de la vacunación (o la no vacunación) de los hijos como herramienta de chantaje emocional y físico entre los progenitores.

Como periodista de investigación especializado en temas de salud, he dedicado más de dos décadas a desentrañar los entresijos de la corrupción sanitaria y los intereses ocultos que mueven los hilos de la industria farmacéutica. Sin embargo, nunca imaginé que la vacunación, un tema ya de por sí controvertido, se convertiría en un arma en manos de padres y madres desesperados por ejercer control sobre sus exparejas.

Durante la pandemia de Covid-19 este fenómeno experimentó un gran auge. Entonces, aumentaron las separaciones de parejas y recibí multitud de consultas profesionales con mi equipo de abogados, más que nunca por este asunto.

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El origen del conflicto

La pandemia de COVID-19 ha exacerbado las tensiones en torno a la vacunación, convirtiendo lo que antes era una decisión, para la mayoría de la población rutinaria, en un campo de batalla ideológico y emocional. Con la llegada de las vacunas contra el coronavirus, muchas parejas separadas se han encontrado en una encrucijada: ¿Vacunar o no vacunar a sus hijos?

Esta decisión, que debería basarse únicamente pensando en el bienestar del menor, se ha convertido en un arma de doble filo. Por un lado, tenemos a progenitores que, convencidos de los beneficios de la vacunación, insisten en inmunizar a sus hijos. Por otro, nos encontramos con padres y madres que piensan en la necesidad, seguridad y eficacia de algunas vacunas y se oponen a la vacunación (de algunas o de todas).

El chantaje emocional como estrategia

El chantaje emocional es una forma de manipulación psicológica que busca controlar el comportamiento de otra persona mediante la culpa, el miedo o la intimidación. En el contexto de las separaciones, este tipo de manipulación adquiere tintes especialmente perversos cuando se utiliza a los hijos como moneda de cambio.

Frases como «si vacunas a nuestro hijo, no volverás a verlo» o «si te niegas a vacunarlo, le diré que no te importa su salud», o cualquier otra que podáis imaginar, se han vuelto tristemente comunes en los despachos de abogados especializados en derecho sanitario. Estas amenazas no solo ponen en riesgo la salud física y emocional de los menores, sino que también erosionan la ya frágil relación entre los progenitores.

Los bufetes de abogados se han convertido en el escenario donde se libran estas batallas legales y emocionales. Cada vez es más frecuente que los letrados tengan que lidiar con casos en los que la vacunación se utiliza como arma arrojadiza entre los progenitores. La situación se complica aún más cuando ambos padres ostentan la patria potestad compartida. En estos casos, la decisión de vacunar o no al menor debe ser tomada de común acuerdo. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando es imposible llegar a un consenso? La respuesta, lamentablemente, suele ser un largo y bastante costoso proceso judicial.

El sistema judicial español se ha visto obligado a intervenir en un asunto que, en circunstancias normales, debería resolverse en el ámbito privado de la familia. Los juzgados de familia están experimentando un aumento significativo en el número de demandas relacionadas con la vacunación de menores en casos de separación o divorcio.

Consecuencias para los hijos

Estos procesos, conocidos como «expedientes de jurisdicción voluntaria«, buscan resolver las discrepancias entre los progenitores en cuanto a la patria potestad. En ellos, cada parte expone sus argumentos a favor o en contra de la vacunación, y es el juez quien, basándose en informes médicos y en el interés superior del menor, toma la decisión final.

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En medio de esta guerra entre adultos, los verdaderos perjudicados son, sin duda, los niños. La instrumentalización de su salud como herramienta de chantaje no solo pone en riesgo su bienestar físico, sino que también puede tener graves consecuencias psicológicas a largo plazo.

Los menores se ven atrapados en un fuego cruzado de lealtades divididas, sintiéndose culpables por las decisiones de sus padres y experimentando ansiedad ante la posibilidad de «decepcionar» a uno de ellos. Esta situación puede generar traumas que persistan hasta la edad adulta, afectando su capacidad para establecer relaciones saludables en el futuro.

Como periodista especializado en temas de salud, no puedo dejar de señalar el papel que juega la desinformación en todo este conflicto. Proliferan las noticias falsas sobre las vacunas. A favor o en contra pues en este ámbito no suele haber término medio. Muchas veces, difundidas por quienes tienen intereses económicos por sus conflictos de interés con los fabricantes de esos productos. Y esto ha contribuido a crear un clima de desconfianza y miedo que algunos progenitores, sea para vacunar a sus hijos o para no hacerlo.

Es fundamental que tanto los padres como los profesionales del derecho tengan acceso a información veraz y contrastada sobre la seguridad y eficacia de las vacunas. Solo así podrán tomar decisiones informadas que prioricen el bienestar de los menores por encima de cualquier disputa personal.

La necesidad de un cambio de paradigma

Es evidente que el sistema actual no está preparado para manejar adecuadamente este tipo de conflictos. Se necesita un cambio de paradigma que ponga el foco en la mediación y la resolución pacífica de conflictos, en lugar de la confrontación judicial (y si llega esta, mejor encontrar el mejor abogado -en esto os puedo asesorar porque trabajo con un equipo de letrados-).

Los colegios de abogados y las instituciones sanitarias deberían trabajar conjuntamente para desarrollar protocolos de actuación que permitan abordar estas situaciones de manera más eficiente y menos traumática para todas las partes implicadas.

Conclusión: un llamado a la responsabilidad

Como sociedad, no podemos permitir que la salud de nuestros niños se convierta en un campo de batalla para dirimir rencillas personales. Es hora de que los adultos asuman su responsabilidad y pongan el bienestar de los menores por encima de cualquier otro interés.

Los profesionales de la salud, los abogados y los jueces tienen un papel crucial en este proceso. Deben actuar como garantes del interés superior del menor, proporcionando información objetiva y facilitando el diálogo entre las partes enfrentadas.

Por último, es fundamental que como ciudadanos mantengamos una actitud crítica y vigilante ante cualquier intento de manipulación de la información sanitaria. Solo así podremos construir una sociedad más sana, tanto física como emocionalmente, en la que nuestros hijos puedan crecer libres de chantajes y manipulaciones.

En definitiva, la vacunación o no de los hijos no puede ni debe ser utilizada como arma en las batallas post-divorcio. Es hora de que, como sociedad, nos elevemos por encima de nuestras diferencias personales y pongamos el foco en lo que realmente importa: la salud y el bienestar de nuestros niños. Solo así podremos construir un futuro en el que la ciencia, la razón y el amor prevalezcan sobre el miedo, la manipulación y el egoísmo.

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