“Enfermedades raras” y laboratorios farmacéuticos que doblegan a los estados
Al hilo de lo que publiqué ayer bajo el título La verdad sobre lo que cuesta producir un medicamento ¿sabéis cual es el fármaco más caro del mundo? Soliris, cuyo principio activo es eculizumab. ¿Que cuánto cuesta? Pues entre 500.000 y 600.000 euros. ¿No os suena nada el nombre del medicamento en cuestión? Publiqué sobre él bastante hace casi dos años cuando hubo una epidemia de bacteria E. coli ¿recordáis?
El medicamento y quien lo fabrica, Alexion Pharmaceuticals, han vuelto a estar en el punto de mira. Viktor Almeys un niño belga de siete años de edad que, junto con otros 20 personas sufren Síndrome Hemolítico Urémico atípico (aSHU), una “enfermedad rara” (su incidencia anual de menos de seis casos por cada 10 millones de habitantes) para la que está aprobado Soliris, dependen de él. Pero cuesta demasiado para la Administración sanitaria de Bélgica.
En tal situación o el Estado financia o la farmacéutica baja el precio (aunque se me ocurre alguna otra idea). Bueno, pues la seguridad social decidió entonces solicitar al fabricante que redujera sus precios porque no estaba claro el coste en el que incurrió Alexion en el desarrollo de Soliris (insisto, releed el post de ayer para ver cómo se manipula el precio real de los fármacos).
Soliris fue probado inicialmente para la artritis reumatoide pero no fue eficaz en esta condición. De haberlo sido, su precio hubiera sido probablemente menor ya que habría tenido que competir con medicamentos que cuestan cerca de 15.000 euros. Las ventas de Soliris en 2010 fueron de cerca de 227 millones de euros y Alexion Pharmaceuticals obtuvo cerca de 194 millones de euros en beneficios netos en 2012.
Alexion se negó a reducir el precio del medicamento y emitió un comunicado en el que afirmaba que la ministra de la salud estaba poniendo en juego la vida de los enfermos al demorar la decisión de reembolso de Soliris.
El comunicado fue acompañado de un escándalo mediático orquestado por el laboratorio farmacéutico quien contrató la firma de comunicación y lobby G+ Europa para incitar a las familias a contar en los medios el caso de Viktor y de los otros niños enfermos de aSHU. El objetivo era obligar al Ministerio de Salud Belga a aceptar el precio impuesto so pena de aparentar negar un tratamiento vital a estos niños.
Sin embargo, el padre de Viktor afirmó que en ningún momento fue informado de la fuente de financiación de G+ Europa y declaró sentirse “asqueado” de haber sido usado para esta campaña.
El Ministerio de Salud Belga logró finalmente un “acuerdo” con el laboratorio (cuyos términos permanecen ocultos) y decidió financiar Soliris para el tratamiendo del aSHU y de la hemonoglobinuria paroxística nocturna, otra enfermedad rara para la que el medicamento está indicado. Hasta la Asociación de Industrias Farmacéuticas Belgas Pharma.be ha cuestionado los métodos de Alexion.
Supongo que ya sabreis, en especial tu Miguel ya que te puede interesar, que el jueves 16 de mayo en la pagina 12 de el periodico Levante el mercantil valenciano salió un articulo que hablaba de el rechazo de los médicos al nuevo programa de elección de medicamento que se está imponiendo en la comunidad valenciana. Con este programa el médico pierde protagonismo a la hora de elegir el medicamento para la patologia a tratar. Se denomina “algoritmo de decisión terapeútica”.
Como sabes, para los laboratorios el órgano diana del sistema sanitario es el médico. Si les obligan a usar un producto determinado pierden su parcela de poder y parece que no están dispuestos a soltar las riendas. Por lo tanto van a luchar hasta el final. Sin embargo esta puede ser una buena idea para aquellos médicos que se dejan dirigir por la industria farmaceútica y se han convertido en auténticas marionetas de los visitadores. Con esta fórmula se cortarán un poco a la hora de usar los caros productos que les enseñan cada día. No me puedo creer que se esté haciendo algo para controlar el exceso de gasto farmaceútico que existe. Hasta que no lo vea en marcha tengo dudas de que se haga y aun así ya se las ingeniarán para seguir usando aquellos productos que les incentivan los laboratorios con cenas y regalos. Ya veremos
Consuelo, no lo he leído, ponnos el enlace. En general, los médicos se dejan influir mucho por la industria y la Administración. Deberían ser ellos los que tuvieran la responsabilidad de recetar y elegir libremente cuando, cómo y porqué recetan, de manera independiente. La presión de la vista médica fomenta que los gobiernos en tiempos de crisis intenten recortar el gasto, algo que debería haberse hecho antes.
La solución pasaría porque la Administración cumpliera su función de formadora de los profesionales sanitarios y no deja e este ámbito en manos de la industria.