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Amianto, mercurio, silicio y ahora el cromo

Como comentaba las enfermedades provocadas por el amianto o asbestos son fantasmas de un pasado que NO termina y que amenaza con ser futuro. Aún en el presente el sindicato UGT revela la existencia de centenares de trabajadores afectados por el amianto. Sólo en nuestro país existen al menos cuarenta empresas en los que sus empleados podrían padecer dolencias relacionadas con una exposición al citado mineral.

El asbesto, pues también se llama así, se ha usado en una gran variedad de productos manufacturados, principalmente en materiales de construcción, productos de fricción -embrague de automóviles, frenos, componentes de la transmisión-, materias textiles termo-resistentes, envases, paquetería y revestimientos, equipos de protección individual, pinturas, productos de vermiculita o de talco y otros.

Hay empresas condenadas por la enfermedad de origen laboral de los trabajadores. En el estamos estudiando el asunto y somos conscientes que existen muchas muertes que nunca han sido investigadas. En la mayoría de las ocasiones esos productos se convierten en mortales precisamente cuando se trata de disfrutar de los últimos años de vida, en la jubilación o a punto de lograrla, después de esperar aletargados en el organismo durante décadas.

El amianto, como comentaba hace poco el diario El País, fue quizá el primero de los materiales dañinos para la salud de quienes los manipulan de manera asidua. Pero no ha sido el único ni mucho menos. Le siguió el polvo de silicio y la enfermedad de la silicosis, que dejó un rastro de afecciones graves y de muertes en ocasiones en muchas marmolerías del País Vasco como en la Marmolería Cid, en Gernika, en la que enfermaron varios miembros de la familia del propietario.

También es el mercurio. Han pasado ocho meses desde que se produjo el accidente en Asturiana de Zinc y varios de los trabajadores intoxicados por mercurio siguen sufriendo secuelas. Ahora El País anuncia

un nuevo frente muy peligroso con el cromo.

Una sentencia del juzgado número dos de lo social de San Sebastián condena a una empresa de zincados a indemnizar, como responsable, a los familiares de un trabajador que después de 40 años de servicio en dos empresas y tras su jubilación, en 2003, desarrolló un cáncer por el que falleció.

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