La psiquiatría en crisis, el DSM tocado y Big Pharma amenaza con volvernos “locos”
Esta “noticia” aparecida en numerosos periódicos españoles huele a mercadotecnia: Los transtornos psiquiátricos comparten variaciones genéticas. Así me lo escribe un psiquiatra de los “no piruleros” como le gusta identificarse.
La idea de una psicosis única no es nueva, como está claro que la hiperactividad del supuesto Trastorno por Déficit de Atención con Hipercatividad (TDAH) es muy diferente de la supuesta “hiperactividad” de la discapacidad autista.
La explosión de la “noticia” probablemente se apoye en este estudio publicado hace poco en The Lancet: Identification of risk loci with shared effects on five major psychiatric disorders: a genome-wide analysis.
El Psychiatric Genomics Consortium de este trabajo científico es una organización americana que está vendiéndose al National Institute of Mental Health (NIMH) de Estados Unidos -el Instituto Nacional de Salud Mental– que como sabéis ha repudiado el DSM 5 -el Manual de Diagnóstico y Tratamiento de los trastornos mentales- y está buscando su propia manera de investigar las bases moleculares y en general orgánicas de los trastornos mentales.
El NIMH, escrito por su director, dice cosas como esta:
Today, with over 30,000 cases, over 100 genetic variants are significant. None of these alone are likely to be genetic causes for schizophrenia, but they define the architecture of risk and collectively could be useful for identifying the biological pathways that contribute to the illness.
Intenta sentar las bases para encontrar las vías biológicas de las denominadas enfermedades mentales.
Nick Cradock, uno de los autores del artículo, es el líder de este tema en el Reino Unido. No es pues ignorante de la crítica del modelo bioquímico de la enfermedad mental. La psiquiatría está en crisis, el DSM ha pinchado y Big Pharma se encuentra amenazada por ello.
Todo apunta a que, en un futuro cercano, en lugar de enfermedades diferenciadas tendremos “traits”, que dicen los anglosajones, rasgos que por presiones de la mercadotecnia son catalogados como “enfermedad”. Big Pharma estará pescando en tan nebuloso banco.
Es evidente que el velero de la psiquiatría sigue el rumbo que marca el viento de la industria. Se atribuye origen bioquímico o genético a los trastornos por el simple hecho que ello permite comercializar productos diseñados para contrarrestar químicamente a los receptores de neurotransmisores o la expresión genética. Estos modelos son los imperantes por el simple hecho que permitirán recuperar las cuantiosas inversiones realizadas en investigación. Así nos podemos pasar siglos. Cuando se pruebe que esto es erróneo, ¿qué será lo siguiente? ¿El espín de los electrones distorsionando el campo eléctrico cerebral? El día que sea rentable atribuir la causa de la enfermedad a un exceso de producción de gases intestinales, ese día ese modelo se convertirá en el imperante… al menos para todos los “piruleros”, que sería el equivalente a lo que en la década de los ’40 en Baviera era un oficial nazi.