El poder formal

Como colofón a las noticias publicadas la semana pasada sobre el “desnombramiento” de Claudia Vacca como directora de la agencia de medicamentos de Colombia, contarles que la patronal de los laboratorios multinacionales en el país andino tuvo durante años voz y voto dentro de dicha institución, INVIMA. Fue hasta el Decreto nº 2144, expedido el 16 de junio de 2008, modificó la conformación del Consejo Directivo del Instituto, que así se introduciendo cambios fundamentales. Uno de ellos es la exclusión de los representantes de los gremios de la industria farmacéutica y de la industria de alimentos, que tenían asiento en el Consejo según lo estipulaba el Decreto nº 1290 de 1994.

Es evidente que la participación de representantes de los productores en la definición de los destinos del INVIMA suponía un alto riesgo de que sus intereses particulares fueran antepuestos a los de la salud pública, al constituirse en juez y parte. La participación de los vigilados es valiosa porque en muchos aspectos son ellos quienes tienen los más amplios conocimientos de lo que cada uno hace.

“La presencia de la industria en el Consejo Directivo, le proporcionaba un poder formal, y generaba una percepción que hizo carrera entre los propios empresarios y en los funcionarios de la entidad, según la cual, los clientes del INVIMA, que son las industrias y sus apoderados que utilizan con asiduidad los servicios, son también los destinatarios de dichas actividades. Esto es cierto sólo en parte, porque el verdadero destinatario de las actividades del INVIMA son las personas cuya salud debe ayudar a promover y proteger y cuyos intereses debe agenciar”, me comentaría Luis Guillermo Restrepo, director de la Asociación Nacional de Profesiones de la Salud (ASSOSALUD).

No siempre los intereses de las empresas coinciden con los de la ciudadanía y es en esos momentos cuando el conflicto de intereses aflora y se resuelve por quien ejerza formalmente el poder. Es verdad que existe el llamado “poder detrás del trono”, que hasta podría ser más insidioso, pero evitar al menos en lo formal la existencia de estas contradicciones constituye un mensaje importante y evita vergüenzas.

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