Lo último de la farmacéutica Pfizer, usar ingredientes caducados para fabricar medicinas
La industria farmacéutica asiste a un nuevo escándalo y este tiene su parte original. La Agencia de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) ha destapado las malas prácticas de Pfizer en China. En concreto, la compañía habría utilizado ingredientes caducados en el país oriental.
El descubrimiento se hizo durante la inspección de una planta de fabricación. La FDA trataba de determinar si los medicamentos que salían de esa fábrica eran aptos para vender en Estados Unidos. La Agencia también detectó que la Pfizer tenía una doble contabilidad para ocultar los fallos de calidad.
La compañía escondió los informes de fabricación reales mientras los inspectores realizaban la visita y, cuando se dieron cuenta, sólo recibieron un tercio de los que faltaban.
Llama la atención la manera de actuar de Pfizer, sobre todo si leemos en su página web el apartado Caducidad y reciclaje:
El motivo por el cual es importante revisar periódicamente los medicamentos que se encuentran en casa es que éstos pueden causar daños indeseados. Guardando sólo los necesarios, se reducen las posibilidades de riesgo«.
Hay medicamentos que con el paso del tiempo pierden su efectividad pero otros, caducados, se vuelven más peligrosos.
También resulta paradójico que en China oculten que emplean ingredientes caducados para sus productos sanitarios y que en Venezuela los trabajadores de la multinacional llamasen hace poco tiempo la atención sobre que se queman medicamentos sin que hayan caducado:
estamos viendo irregularidades porque son productos que vencen en el año 2017. Ellos dicen que simplemente se tienen que destruir porque las condiciones de almacenamiento no fueron las adecuadas».
Los últimos meses están siendo agitados para la mayor farmacéutica del mundo. De Estados Unidos a China pasando por Venezuela y también el Reino Unido. Allí las autoridades de Competencia han fallado que Pfizer y otra compañía, Flynn Pharma cobraron precios injustos y excesivos por la fenitoína sódica violando las leyes británicas y europeas de la competencia.
Esta última corruptela se enmarca en la preocupación que existe hoy en todo el mundo por el aumento de los precios de los medicamentos, sobre todo de los más modernos y aquellos que están destinados a mercados «cautivos». Esto provoca la ruina de los sistemas sanitarios públicos y que quienes necesitan esos fármacos no puedan acceder a ellos con los consiguientes perjuicios entre los que se encuentra la muerte.
También llama la atención algo que conté en el libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009), que la empresa farmacéutica que nos ocupa lleve años impulsando una campaña policial contra la falsificación de fármacos y su venta ilegal.
Vaya que no les importa usar sustancias caducadas o quemar medicamentos útiles o exagerar el precio de sus productos y por lo tanto especulando con ellos o sobornar a médicos o que sus tratamientos se receten para indicaciones ilegales y causen daños pero que nadie ose quitarles mercado traficando con medicamentos falsos, que para «auténticos» ya están los suyos.
Pfizer está en el punto de mira desde que hace unos días se hiciera público su intención de fusionarse con Allergan, fabricante de Botox.
Si llega a realizarse, sería la mayor fusión del sector para crear un gigante farmacéutico valorado en unos 272.000 millones de euros.