La sobremedicación de la infancia con psicofármacos peligrosos comienza en la escuela
¿Dónde surge el diagnóstico y la sobremedicación de niños/as con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)? ¿Empieza en la escuela el negocio de los psicofármacos recetados a la infancia para una enfermedad cuando menos polémica? Una encuesta de la OCU lo ilustra.
Los libros si no molestan o no son periodísticos o es que son propaganda. El médico Peter Gøtzsche, «padre» de la Medicina Basada en la Evidencia, preponderante hoy, publicó hace dos años el libro Medicamentos que matan y crimen organizado: cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud y se armó una buena a cuenta de documentar que las Big pharma actúan como la mafia en incontables ocasiones, de manera sistemática.
Ahora vuelve con otro texto que aún no he leído y en el que carga sobre la psiquiatría buena parte de la corrupción que se le achaca a los sistemas sanitarios.
El libro lleva por título Psicofármacos que matan y denegación organizada.
En una entrevista que publica eldiario.es le preguntan: El trastorno bipolar, el TDAH, el trastorno obsesivo compulsivo, etc., son palabras que han entrado en el lenguaje común. ¿Son tales diagnósticos una simplificación de los problemas de la persona para adaptarlos a la aplicación de ciertos medicamentos?
Y responde:
Una de las grandes tragedias de la psiquiatría moderna es que muchos trastornos psiquiátricos son causados por los psicofármacos que se usan para tratar otro trastorno anterior; es decir, son daños colaterales o efectos secundarios si se quiere.
Por ejemplo, los efectos secundarios de la medicación para tratar el TDAH (trastorno por déficit de atención) coinciden bastante con el cuadro de diagnóstico de un trastorno bipolar.
(…) En mi libro explico por qué no debemos ver el TDAH como un trastorno psiquiátrico y la razón por la que la que los psiquiatras deberían centrarse en los problemas del entorno de los niños (el TDAH es más frecuente entre niños) en lugar de decir que son los propios niños el problema. Los medicamentos para el TDAH no resuelven ningún problema; de hecho, parecen agravarlos a largo plazo».
El galeno tiene la réplica a su «ataque» a la psiquiatría (en realidad, entiendo que a la mala psiquiatría) en un respetable artículo del psiquiatra Pablo Malo que también publica el citado diario on line.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado una encuesta a 736 familias con hijos entre 6 y 17 años para analizar su experiencia con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). La dificultad del diagnóstico o el abuso de los psicofármacos son alguna de las principales conclusiones de este estudio (una encuesta, lo escribo para quienes tras leer esto tendrán la tentación de decir que no es un estudio científico, doble ciego, publicado en una gran revista médica y bla bla bla).
De las 736 familias 135 tenían hijos a los que se les ha diagnosticado TDAH en alguna ocasión.
El objetivo del análisis es conocer la experiencia de las familias, cómo llegaron hasta el diagnóstico definitivo, qué tipo de tratamientos siguen, en especial el uso de psicofármacos, el apoyo que reciben por parte de los centros educativos y los gastos que conlleva convivir con esta enfermedad.
Es bastante frecuente achacar los problemas de comportamiento (niños revoltosos, con problemas para concentrarse, comportarse o controlar su impulsividad) a este trastorno.
Un 25% de las familias ha tenido sospechas de que su hijo padecía TDAH aunque «sólo» el 9% de los niños en España ha llegado a confirmar su diagnóstico.
Las razones que llevaron a los padres a sospechar son diversas pero lo más llamativo es que la escuela puede que esté diagnosticando más el TDAH que los propios médicos (que no lo diagnostican poco precisamente, fijaos en las cifras):
el 73% de los progenitores notaron ciertos síntomas en su hijo, un 33% recibió la alerta del colegio y un 24% de un profesional sanitario. Entre aquellos que consultaron con un médico, en el 56% de los casos se diagnosticó TDAH, mientras que para el 33% se llegó a la conclusión de que no había ninguna patología y en 1 de cada 10 casos salió a la luz un problema de salud diferente al TDAH».
El papel que desarrollan los centros escolares es cuando menos paradójico y a tenor de las respuestas de los encuestados resulta claramente insuficiente. Una mayoría de familias, el 53%, considera que su hijo no recibe ningún tipo de apoyo por parte del centro educativo. Esta situación ha motivado a un 16% de las familias con un hijo afectado por TDAH a cambiar a su hijo de colegio en alguna ocasión para intentar mejorar la atención que reciben.
Qué grave el asunto, osea que muchos maestros y profesoras se han erigido en médicos sin que se desempeñen en hospitales, pues en los centros escolares no brindan apoyo a las familias. O lo que es peor, están detectando problemas que luego no lo son tanto pero en vez de hacer algo positivo señalan al sujeto, a las familias y esperan que otros lo «arreglen» (los médicos y la industria de los psicofármacos que está detrás de muchos de ellos).
Es claro que algo está fallando cuando el sistema educativo y el farmacológico (iba a escribir médico o sanitario pero creo que estamos de acuerdo en que no estamos tratando de ello sino más bien del negocio psicofarmacológico) cuando van de la mano.
En relación al tratamiento, la OCU comprueba lo que ya sabíamos, que la opción mayoritaria es la farmacológica. El 88% ha tomado medicación para el TDAH (fundamentalmente metilfenidato) en alguna ocasión.
Otro dato preocupante es que a pesar de no haber evidencia científica sobre el beneficio de la medicación a largo plazo, un 52% de las familias ha prolongado su uso más allá de los tres años».
Así es, como advierte la Agencia Española de Medicamento en la ficha técnica del producto:
Utilización a largo plazo (más de 12 meses) en niños y adolescentes: La seguridad y eficacia del uso a largo plazo de metilfenidato no se ha evaluado de forma sistemática en estudios controlados. El tratamiento con metilfenidato no debe ser y no es necesario que sea indefinido».
De manera contradictoria, pues NO hay pruebas científicas de que pueda ser así como comprobamos, nueve de cada diez padres reconocen que la medicación ayudó a sus hijos a mejorar su comportamiento, también se deja entrever preocupación por sus efectos adversos; entre otros, más de la mitad de los niños presentaron pérdida de peso y apetito y el 34% sufrió insomnio.
No son esos precisamente los daños más destacables del metilfenidato. Además, sobre este fármaco, como también señala la citada Agencia, hay que llevar un control continuo:
Se deben controlar continuamente el crecimiento y los estados psiquiátrico y cardiovascular.
• El pulso y la presión sanguínea se deben registrar en una curva de percentiles en cada ajuste de dosis y después, al menos cada seis meses
• La altura, el peso y el apetito se deben registrar al menos cada seis meses en una gráfica de crecimiento
• La aparición o el empeoramiento de trastornos psiquiátricos preexistentes debe controlarse en cada ajuste de dosis y después, al menos cada seis meses y en cada visita.
Se debe controlar a los pacientes por el riesgo de mal uso, abuso y tráfico de metilfenidato».
Esto último, lo del tráfico, supongo que está referido a consumidores adultos, no creo que niños de seis o siete años se dediquen a trapichear en el cole. Pero tras leer esto nos hacemos una idea de con qué tratamos a la infancia de muchos problemas que no son.
OCU señala que otros enfoques terapéuticos no están tan extendidos. La psicoterapia ha sido seguida solo por el 32% de las familias afectadas por TDAH. Todo esto no viene sino a confirmar lo que publiqué a finales de mayo pasado; existen factores familiares, ambientales o ecológicos, económicos, que potencian el TDAH pero no se ha planteado si el sistema educativo y el «abuso» de los deberes y tareas pueden influir en esta «epidemia» consentida.
Habria que ver las lesiones neurologicas, que esos niños, que ni siquiera se han desarrollado, ya estan teniendo con los medicamentos. La Psicofarmacología explica por sí misma, el verdadero trastorno que crean los fármacos a raiz de bloquear y sobrestimular vias neurologicas, induciendo perdidas cerebrales, y estamos hablando de cuerpos y cerebros que aun no se han desarrollado, pero ya estan muriendo.
Creo que la » mejoría del comportamiento » que tanto alaban solo viene del bloqueo neurologico en cuertas areas, que condiciona al niño/adulto a ser altamente sometido, como un robot que complace por miedo, a quienes le lesionan con drogas, literalmente. Pero ese niño, joven., adulto… no esta siendo realmente libre y natural. El cerebro pasa a ser un robot operativo que se deteriora a ritmo rapido, y finalmente muere antes de tiempo por cualquier falla neuro-fisiologica, sobre todo del corazon. Ese niño o persona nunca se desarrollará como naturalmente merece.
Esta aberración tiene que salir a la luz, los padres tienen que saber y proteger, porque el sistema de por sí, se ha propuesto extinguir legalmente a todo aquel que se salga del margen.
Fuerza, Hay que hablar y concienciar por aquellos que ya no pueden hacerlo por sí mismos ????????
Muy bueno el artículo. Sería bueno no olvidar a los millones de niños diagnósticados con,por ejemplo:
-Depresión
-Trastorno oposicionista
-Trastorno bipolar
Y miles de «enfermedades» mas, muchas de ellas siendo simplemente reacciones infantiles a un medio hostil, no suelen mirar a las familias ni se interesan por lo que ocurre en el colegio…
Les dan antidepresivos y muchas muchas veces les dan antiepilépticos a modo de reguladores del estado de ánimo. Estos medicamentos (valproato, gabapentina etc) son altamente tóxicos y provocan entre otras cosas esterilidad en mujeres…
Están ocultando todo. Están drogando a los niños para que no molesten. (y para ganar millones)
No sólo es tdah…el problema es mucho mayor.
Y no sólo es en EEUU… Miren en su barrio, nombremos a quienes sabemos lo hacen…
Saludos y a seguir informando.
La “medicación” para “TDAH” acabó con la vida de Taylor
https://lamedicacionpsiquiatricamata.wordpress.com/2016/06/15/la-medicacion-para-tdah-acabo-con-la-vida-de-taylor/
Pablo Malo hace honor a su apellido. Gotzsche tiene detrás a psiquiatras como Healy, Breggin o Moncrieff. Psiquiatras que han participado como testigos expertos en juicios contra la industria y han tenido acceso a la documentación interna y conocen de primera mano cómo la industria oculta datos. Malo no ha oído hablar, por lo visto, de Martin Harrow, de Loren Mosher o del Open Dialogue finlandés.