Familias que documentan la contaminación de las vacunas que pudieron dañar a sus hijos
Hace unos días publiqué pruebas de que existen partículas y sustancias en las vacunas que no constan en su composición y que se consideran contaminantes o tóxicas, muchas de ellas son metales pesados. Esos datos (se examinaron 44 muestras de 30 vacunas diferentes y todas menos una para animales dieron positivo) hay que confirmarlos. Mientras, documento lo que parece una constante, la contaminación de las vacunas que en gran medida pasa desapercibida o que permanece oculta.
Desde todo punto de vista es anormal que dos investigadores -una experta en tecnologías biomédicas y un especialista en nanotecnología-, analicen mediante microscopía electrónica 30 vacunas distintas y todas menos una presenten componentes que NO están enunciados en sus fichas técnicas.
No es normal y además es preocupante porque esas fichas son la documentación oficial y más completa existente sobre cada fármaco. Es decir, la información de referencia disponible sobre los mismos.
Y además de anormal y preocupante, de confirmarse, sería escandaloso porque la mayor parte de esos elementos que no se sabía que están ahí, constan en la tabla periódica de los elementos como metales pesados y está bien documentada su toxicidad.
Lo que publica ahora la revista International Journal of Vaccines & Vaccination (IJVV) que no es otra cosa que lo que podemos considerar la contaminación de las vacunas.
No son hechos aislados. Sin ir más lejos, a finales del pasado mes de diciembre, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) difundió una alerta farmacéutica sobre vacunas para la alergia.
La agencia retiró más de 4.600 lotes de vacunas contaminadas al incumplir el fabricante, de manera reiterada, los rigurosos procesos de esterilización de esos medicamentos.
En el caso del trabajo publicado en IJVV se han utilizado tecnologías extremadamente sensibles que no se usan en la fabricación de vacunas y los científicos italianos que lo han hecho han quedado “desconcertados” por sus descubrimientos.
[pullquote]¿Qué hacen restos de aluminio, silicio, magnesio, titanio, hierro, cromo, silicio, calcio, plomo, acero inoxidable, tungsteno, circonio, estroncio, níquel, antimonio, zinc, bismuto, oro, la plata y platino (en cantidades ínfimas) en las vacunas?[/pullquote]
No todos en todas pero sí que en todas hay varios de esos componentes que, insisto, no están advertidos por laboratorios y autoridades sanitarias y que pueden ser tóxicos.
La contaminación de esas muestras puede ser accidental, seguramente, pero vaya accidente, un “imprevisto” que nos obliga a preguntarnos si no será que los procesos de fabricación no son todo lo seguros que deberían.
Las vacunas del papiloma humano comenzaron a administrarse en 2007 y pronto surgieron los primeros casos de graves daños asociados a las mismas. Uno de ellos fue el de Raquel, la hija de Alicia Capilla, que hoy coordina la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP) en España.
Raquel pasó meses en los hospitales, en las unidades de cuidados intensivos. Aquello marcó su pubertad y Alicia quiso saber qué podía ser lo que había causado las graves reacciones adversas a su hija; ¿algo que contenía la vacuna? Para ello, la AAVP analizó en el laboratorio alemán especializado en toxicología, Micro Trace Minerals, una muestra de la marca Gardasil y otra de Cervarix.
¿Y qué encontraron sus miembros? Pues que Cervarix contenía aluminio, bario, calcio, cinc, cobre, galio, magnesio, níquel y tungsteno. Y Gardasil: aluminio, antimonio, arsénico, bario, cromo, galio, mercurio, níquel, paladio, platino, titanio y tungsteno, entre otros.
Así que lo que documentaron Alicia y la asociación de afectadas se parece mucho a lo que concluye el estudio de los italianos. Parece que si queremos saber qué contiene un medicamento hay que rascarse el bolsillo (estas pruebas cuesta bastante dinero) y mandar a analizarlo porque las autoridades sanitarias y los laboratorios que informan a las mismas sobre los componentes de sus productos parece que no nos cuentan todo.
Sabemos que, por ejemplo, el aluminio está presente en las vacunas como adyuvante, potenciador de la actividad inmune del producto. Hay científicos que han comenzado a publicar sobre un denominado Síndrome Inflamatorio Autoinmune Provocado por Adyuvantes (ASIA por sus siglas en inglés) que estaría causado por esos adyuvantes. Los fabricantes de las vacunas del papiloma anuncian que usan aluminio y para qué pero no dicen nada del resto de elementos encontrados en sus vacunas (y son muchos) ¿por qué? Tenemos derecho a saber.
Y bajo esa premisa la asociación internacional de SaneVax (que trabaja por unas vacunas eficaces y seguras, además de necesarias) también analizó en un laboratorio independiente, una de las dos marcas de la vacuna del papiloma, Gardasil y descubrió que está contaminada con restos de ADN del virus del papiloma en el 100% de las muestras analizadas. El fabricante de la vacuna, Sanofi, Pasteur & MSD, lo negaba.
Dichos residuos están firmemente unidos al adyuvante de aluminio o potenciador de los efectos inmunológicos que lleva la vacuna. ¿Representan algún riesgo para la salud esos fragmentos? La agencia de medicamentos de USA dijo que no. Lo cierto es que esa vacuna es la que más notificaciones de reacciones adversas protagoniza en todo el mundo.
¿Están ocultando información clave de seguridad los fabricantes de vacunas? En fin, hay que ser prudentes pero esto apunta a algo muy grave para la necesaria confianza que debemos de tener en los sistemas de vacunaciones. Esperemos que en breve se abra una investigación que confirme o desmienta lo que ahora conocemos.
El pequeño Luca murió en 2013. Pude conocerle cuando aún vivía. Sus padres le vacunaron de todo (y más) lo que les recomendaron los pediatras y siempre han mantenido que algunas vacunas pueden estar relacionadas con su deceso.
En concreto, apuntan al producto Infanrix, una sextavalente de GlaxoSmithKline (GSK), que también es el productor de la mencionada Cervarix.
Federico, padre del bebé fallecido creó después la Asociación de Afectados por Vacunas (AxV) y también intentó obtener alguna pista sobre qué pudo acabar con el pequeño. Y analizó varias muestras de vacunas que le habían puesto. Lo hicieron los laboratorios Doctor´s Data. Los resultados son escandalosos.
Según la ficha técnica de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), la vacuna Infanrix hexa contiene 0,5 miligramos de hidróxido de aluminio pero el resultado del análisis del citado laboratorio ofrece que la muestra estudiada lleva 1,5 miligramos.
Es decir, tres veces más de lo que el laboratorio fabricante, GlaxoSmithKline, ha declarado a la agencia.
También se ha analizado una muestra de la vacuna Prevenar 13, fabricada por Pfizer que se utilizó para inmunizar a Luca. La ficha técnica de la autoridad sanitaria europea recoge 0,125 miligramos pero Doctor´s Data detecta casi el doble, 0.238 miligramos.
Poco tiempo de lo del hijo de Federico conocí a José Antonio, que también forma parte de AxV pues lamentablemente perdió a su hijo Álvaro con sólo 19 meses de vida.
Los progenitores habían cumplido con el calendario de vacunaciones pero, como a Luca, una encefalitis post vacunal le produjo el fallecimiento. Sus sospechas también han recaído en la vacuna Infanrix.
Los padres, aconsejados por Federico, analizaron en el laboratorio Doctor’s Data una muestra del lote del medicamento que le pusieron a su pequeño. Y también hubo sorpresa: contenía 0,82 miligramos.
Hay que destacar que la analizada por dicho laboratorio experto –validado por la Europea Commission Joint Research Centre– es la copia de seguridad que sirve de referencia para España respecto a ese lote y serie. Ésta fue entregada por el fabricante del producto por vía judicial con gran resistencia por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).
Así contábamos en el post Un juez obliga a la Agencia de Medicamentos a aportar copia de la vacuna que pudo matar a Álvaro las dificultades que pone en este tipo de casos esta agencia pública.
Para finalizar, contar que los análisis del laboratorio GlaxoSmithKline en su manual de la vacuna Infanrix IPV+HIB, entregados por vía judicial (junto a las copias de seguridad para España de esta vacuna a José Antonio) constatan el fraude a la salud pública en el volumen de aluminio en esta vacuna.
Según esta certificación del laboratorio Glaxo al momento de su fabricación y envasado, el contenido real de aluminio por mililitro de la vacuna Infanrix IPV+Hib es de 2,71 miligramos de aluminio, lo cual supone que 0,5 mililitros de vacuna (una dosis) contiene 1,35 miligramos aproximadamente. El contenido de aluminio detectado, es casi tres veces superior al del prospecto.
En suma, numerosas muestras de diferentes vacunas sospechosas de causar graves daños e incluso muertes en bebés y adolescentes han sido analizadas por investigadores independientes y familiares de los afectados.
Los resultados confirman que hay más componentes en estos medicamentos de los que nos cuentan las autoridades sanitarias y los fabricantes.
Además, en compuestos sí declarados, como el polémico aluminio, las cantidades no se corresponden con lo anunciado, son mucho mayores.
En fin, seguiremos esperando y buscando una respuesta convincente.