Lo que piensa una científica sobre la caza de «pseudociencias»
Se ha convertido en «viral» por méritos propios un artículo de la doctora en Físicas Margarita Mediavilla titulado Objeciones de una científica a la campaña contra las «pseudociencias». El tema de fondo es lo que os cuento en el post titulado Una publicación de mi blog en la lista de páginas “a cerrar” por los colegios de médicos. Para quien no conozca aún el asunto, la Organización Médica Colegial (OMC), que reúne a los colegios de médicos y doctoras de toda España, ha creado un Observatorio contra la pseudociencias, pseudoterapias, intrusismo y sectas sanitarias.
Bueno, pues esa campaña, a Mediavilla le recuerda
a los habituales intentos de las Academias de protegerse contra los paradigmas nuevos que rompen sus esquemas, esos paradigmas que, después, son la base de los avances científicos realmente revolucionarios».
Y escribe su postura personal que está teniendo éxito porque en muchos aspectos numerosas personas pensamos de manera similar. Observa esta científica que paradójicamente
resulta muy poco científico decir que todo lo que ofrecen [las denominadas terapias complementarias o alternativas] son timos sin haber estudiado escrupulosamente todos los casos (como el mío) cosa que, evidentemente, requiere un esfuerzo enorme y no se ha hecho».
Le llama la atención que se diga y publique que todas esas terapias son inútiles y todos los casos positivos son debidos al efecto placebo, sin dejar el mejor resquicio para la duda. Mediavilla no es experta en medicina ni siquiera en las llamadas terapias no convencionales, apenas narra que ha tenido éxito con un par de dolencias tratadas con una de las disciplinas «perseguidas» por la OMC tras deambular durante años por todo tipo de consultas médicas incluidas las de la medicina convencional (¿cuántos casos conocemos cada uno así?).
estas campañas están constantemente acudiendo a razones emocionales y estableciendo una lucha entre ‘los que creen en las pseudociencias’ y ‘los que creen en la ciencia’ que me resulta espantosamente acientífica. La ciencia no necesita acólitos que crean en ella ni tribus que se vistan con sus colores, porque la ciencia no es fe, es simplemente un método para interpretar y conocer la realidad y no debería utilizarse como un estandarte para luchar contra «el otro'».
Coincido con la autora es que «esto no es hacer buena ciencia ni fomentar el espíritu científico, es, simplemente, marketing».
Como he escrito en otras ocasiones, hay estafadores y pelotazos económicos vestidos de «saludable» en todas partes y eso hay que denunciarlo. Pero estoy con Mediavilla cuando escribe que el papel de los médicos ante todas estas terapias alternativas «no puede ser el de convertirse en una institución censora que le diga a la gente lo que tiene que creer». La mayor parte de las personas cuando tenemos un problema de salud tomamos los cauces convencionales para tratar de solventarlo.
La física anima a los médicos a preguntarse
en qué están fallando ellos o en qué están acertando los otros para que este tipo de cosas tengan cada día más aceptación».
Ni la medicina como la conocemos conoce bien todas las enfermedades ni puede curar todo. En realidad es que medicina sólo hay una, la que funciona, sin etiquetas y para el éxito es fundamental que uno ponga de su parte; no se puede fiar todo a los remedios ya sean convencionales, complementarios, alternativos o lo que sea.
Esta científica cita la virtud de
la modestia del que sabe que no sabe la que hace avanzar la ciencia, ya sea por los cauces oficiales o por los extraoficiales. Porque la historia de la ciencia está llena de avances surgidos en sus límites, en muchas ocasiones rallando el absurdo, el arte o la magia; y se han descubierto muchos hechos reveladores a través de creencias erróneas.
Prohibir a toda «terapia experimento» que dé la impresión de no ser efectiva o que haya sido desacreditada por algún estudio (quizá interesado) supone que nos privamos de descubrir cosas nuevas; supone no dejar que personas inquietas (algunas de ellas con formación científica y con buena voluntad, otras no) acumulen experiencias que quizá en el futuro sean de gran valor para la medicina».
La medicina oficial -continúa la autora- también tiene todavía muchas cosas que aprender «y tiene que reconocer que hay muchas personas enfermas a las que no sabe cómo ayudar». Desde el siglo XX se ha avanzado enormemente en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, en la cirugía y en el diagnóstico, pero la medicina actual «está fracasando a la hora de dar respuesta, por ejemplo, a las enfermedades relacionadas con la contaminación y a la hora de explicar el imparable aumento de las alergias y el cáncer.
Quizá algún día esas mismas tendencias que ahora tacha de ‘pseudociencia’ sean la clave de descubrimientos revolucionarios que permitan curar o evitar esas dolencias».
Os he comentado casi entero su post pero merece la pena que lo leáis de principio a fin. También que hagáis lo propio con los comentarios, de muy diversa índole como no puede ser con temas tan apasionantes. Yo me quedo con la idea de que para adquirir conocimientos e intentar desentrañar algunas verdades hay que estar abiertos incluso a las cosas que nos puedan parecer extrañas. Exigir pruebas, claro e investigación y rigor pero intentar desacreditar a algo o atacando o persiguiendo a quien lo defiende, no es científico.
Sólo tengo un pero para el post de esta mujer doctora en Físicas y es que creo que no es la industria química, como insinúa, la que está detrás de esta campaña. Es algo casi peor, pura ideología, el cientifismo o fundamentalismo científico de personas que han abrazado la ciencia como su religión sin darse cuenta de que la Ciencia es imprescindible pero ha de estar al servicio de las personas y no al revés.
Felicitaciones Miguel.
Es asombroso lo mal que razona mucha gente.
El «discurso medico» es policiaco y religioso, peligrosa combinación que hace estragos.
Lo de «probado científicamente» es tan gracioso que muestra la ignorancia de quien lo dice, el desconocimiento es tanto que ni se les ocurre decir «probado estadísticamente» con análisis mal diseñados y papers ridículos.
Los médicos han sido colonizados por el deseo de poder y dinero al punto que se esmeran en mantenerse entre ingenuos y burros para evitar conflictos éticos con su conciencia. Otros están concientemente vendidos a las farmacéuticas u otro poder al que han podido arrimarse, arrodillarse.
Muchos médicos son valientes, humanos, y vuelven al juramento hipocratico. Son pocos. La mayoría quiere ser solo un «funcionario de la salud publica» (otra cosa a revisar)
Al argumento tautologico del primer comentario… para no marear al lector no le hare una demostración lógica. Encuentre la logica y la enseñanza en esta historia:
Cuando los conquistadores llegaban a America los indígenas miraban el mar pero no veían los barcos. (Esa seria la alucinación mas auténtica para nuestros pobres psiquiatras!!!). Sin embargo el chamán, que siempre está más allá de los límites y prejuicioso, los veia claramente. El horario hombre sabio dijo lo que se estaba acercando y describió lo que veía (no existia concepto de barco, por tanto no podían existir). Fue así que lentamente la tribu, guiada por sus descripciones, puedo ver lo que tenia delante.
Muestra esto que la ceguera es… Mira que hay que no ver una flota y toda la comunidad miraba sin ver. (Anécdota registrada en el libro «La otra historia de Estados Unidos» de Howard Zinn, para que no se descalifique de un plumazo diciendo que me la he inventado).
Mi mayor deseo? Aprendamos a razonar, dejemos el sesgo de los prejuicios.
Saludos Miguel y que hayan otros como tu en cada país.
El problema de todo esto es q la científica q escribe así como el autor del blog obvian una cosa, que son las terapias alternativas y las pseudociencias las q deben demostrar su efectividad y no el resto de la comunidad científica estar continuamente desmontando cada nueva pseudociencia q aparece. Es como si yo fabrico un medicamento a mi antojo y es el ministerio de sanidad qien tiene q demostrar q no funciona para prohibir su venta, no acabariamos nunca!! Y habría mil intoxicados por medicamentos no comprobados previo a su venta.
Y el «a mi me funcionismo», o lo q es lo mismo «a mi me funcionó», no es un argumento válido para demostrar nada. En un caso particular no documentafo pueden influir muchos factores, desde la percepción del paciente a que simplemente esté mintiendo, por eso un medicamento no se autoriza por un caso particular, sino por ensayos clinicos correctamente realizados en pacientes ajustado a protocolos para evitar falsos datos por placebos etc.
Y ya por último, q la medicina no tenga respuesta a todo no significa q las terapias alternativas puedan darlo, al fin y al cabo si funcionaran no serían «alternativas». Ningúna ciencia lo sabe todo, pero q haya un vacío de conocimiento no es prueba de q lo primero q se le pueda ocurrir a alguien sea cierto. No hagamos uso del «argumentum ad ignorantium».
Yo creo que cualquier práctica o producto, alternativo o convencional, científico o no científico, lo que tiene es que dejarnos muy claro a los pacientes si tiene aval científico o no. Debería ser obligatorio que en los envases de determinados productos figurase esto con claridad. También debería ser obligatorio:
-Un rótulo bien visible a la puerta de determinados locales haciendo constar si los tratamientos que allí se practican tienen respaldo clínico.
-Lo mismo en el interior del local, en varios sitios visibles.
-Un consentimiento informado, que debería leer de forma clara el terapeuta al paciente, en el que haga constar el respaldo científico o no de sus productos o técnicas.
A partir de ahí es el paciente quien debe elegir y no se le debería poner ningún límite a sus elecciones de tratamiento, sean científicas o no.
Pues yo veo más fácil que cada uno investigue y llegue a a saber sobre los tratamientos que va a aplicarse. Mucho mejor que confiar en lo que otro propone. Tenemos tiempo para ver la tele, enviar guasaps, criticar al vecino, ir al centro comercial, a la peluquería, pero no tenemos tiempo para tomar certeza por nosotros mismos de los riesgos y beneficios de los tratamientos.
Sería ideal, pero no lo veo factible. Saber sobre la evidencia científica de algo es complicadísimo para los que no estamos especializados . No es tan fácil como leer distintos artículos que opinan sobre la efectividad (o no) de ese algo, porque los artículos son meras opiniones, muchas veces de profesionales que se contradicen. Hay que saber entrar en las bases de estudios clínicos, interpretar los datos, detectar errores…todo un mundo en el que nos pueden engañar a la mayoría de nosotros.
Por eso pienso que esa labor es la del especialista y la función del Ministerio de Sanidad es obligar a que en los productos y técnicas se haga constar de forma clara si poseen o no el respaldo de estudios científicos, para que la gente sepa lo que «compra» y se pueda considerar que lo hace libremente.
A partir de ahí, todo lo que se está intentando hacer por parte de determinados grupos me parece una aberración intolerable y denunciable, porque en ningún sitio está escrito que yo tenga la obligación de tratarme según criterios científicos. Puede ser lo deseable, pero de ningún modo es obligatorio.
Por el contrario, sí tengo el derecho de tratarme con placebos, técnicas espirituales o energéticas que no estén demostradas por la ciencia e incluso no tratarme.
Parece que algunos grupos no se dan cuenta (o piensan que los demás no nos damos cuenta) de ese derecho tan obvio y por eso se permiten el calificar como pseudoterapia todo lo que no tenga aval científico, cuando en realidad sería «terapia no científica».
Lo peor es que les entramos al juego y nos pasamos el tiempo intentando demostrarles que lo nuestro también tiene ese respaldo, cuando no tendríamos ni porque darles la más mínima explicación. Mi salud la dirijo yo; yo decido si me interesa una terapia con aval científico o sin él; yo decido lo que es terapia para mí, y no el de enfrente y yo decido incluso si mando todas las terapias a hacer puñetas y no me trato.
Mientras sigamos justificándonos delante de estos señores, siguiéndoles el juego con la palabra «pseudoterapia» y teniendo miedo de sus amenazas, como niños que van a recibir un castigo, no saldremos de este culebrón.
Ya que aunque no lo admitan del todo abogan por una sociedad de pensamiento unico digna de nefastos regimenes totalitarios y con una actitud hostil contra la opinion divergente
http://naukas.com/2011/07/07/del-relativismo-al-cientificismo/
Ya que si no es lo suficientemente «cientifico»(para ellos) que arda en la hoguera
Felicito a la doctora por su valiente planteo
Perfecto aunque yo lo llamaria «CientiFascismo»
Por supuesto, lo que los seudoescépticos no mencionan es su mayor fraude que ha estado sobreviviendo por más 30 años…
https://losseudoescepticos.wordpress.com/2017/06/21/record-fatal-30-anos-del-engano-seudoesceptico-es-tiempo-de-denunciar/
Por cierto, Miguel, esa afirmación que haces al final diciendo que hay quienes han convertido la ciencia en dios también la desarrolla el filósofo Jordi Pigem. Quizá te interese leer su obra.
Muchas gracias.